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Capitulo 3 de la 7 historia de Periódimen.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por sergio Bermúdez, 1 de Abril de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 676

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    CAPITULO 3: APARECE EL PISTOLERO ALEXANDER SOIDER, UN PERSONAJE DE PURA ACCIÓN.



    En los tiempos en donde las lluvias eran la crueldad de las burlas inocentes, pues se devoraban entre la multitud de cada frase del mal. Las sabanas de las muertes, eran el canibalismo de las almas impuras. No sabían ciertamente de donde provenían los calores, esos ardores que martirizaban a los pobres, los cuales se ahogaban entre las superficies más acuchilladas. Los tambores de guerra eran bien grandes y potentes para liquidar al sonido y romperlo como a un cristal. Los sabores eran negros y las capas de hierro. Los momentos de la historia en donde nada podía salvar a las pequeñas lágrimas que irritaban la sed de un embrujo sin precedentes, cuyo dibujo era descrito entre cada posición enojada, que cultivaba los precedentes de esos terremotos de oleajes que sonrojaban a las mismísimas tinieblas del mal. Los desiertos eran solo cenizas que arremetían contra cada mundo, en el que los animales de la tierra, quedaban débiles ante el autentico poder de los ejércitos de Omicaldus. Periódimen estaba luchando contra un millón de Tililidroides violentos que escupían veneno y lo dejaban secarse mediante su corazón parpadeante soltándolo hacia los precipicios de las cumbres diabólicas, la cuales eran el éxtasis de las palabras malditas. Pero no sabían las malas criaturas, que un personaje venido del mismísimo oeste y descendiente de un gran pistolero, vendría a ayudar a Periódimen para salvar a la pobre tierra, que era descosida y aniquilada por las guerras del corazón del fuego. Ese pistolero se llamaba Alexander Soider, y tenia gafas de sol en sus ojos, además de ir vestido con un chaleco negro y moderno. También tenía pistolas de última generación, las cuales eran de puro instinto matador, que hacían caer a la tentación y dejaban en brasas a los mapas que querían conquistar las zonas apuntadas en sus listas. No había nombre salvador en las orillas volcánicas, pues las temperaturas eran el brinco hacia las oleadas de calor, por eso los tentáculos de los pulpos que vivían en los volcanes solo podían destruir con sus cabezas de púas incrustadas desde su sangre. De pronto centenares de Tililidroides se acercaron a morder a Periódimen, pero no sabían que Alexander Soider les haría caer en sus propias sombras, que los agarraban para destruir sus cuerpos e ir matándose entre ellos a la velocidad de un rayo saliendo de un secuestro, para estamparse en su gloria. Omicaldus se entero de aquel personaje y fue en persona a matarlo junto con sus Anyeliscos y demás Tililidroides que seguían existiendo, ya que eran una plaga, pues eran como las moscas, que por mucho que matabas, habían cientas y cientas, y parecían que nunca se terminaban.
     
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    Última modificación: 1 de Abril de 2010

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