Capitulo 5 de la 9 historia de Periódimen.

CAPITULO 5: ZORFAILER, EL CABALLO DIABOLICO DE OMICALDUS.​

Entre los poderes de los truenos, en el que los mundos se destruían, y salían rabietas de monstruos, creados entre las tempestades de truenos, así hasta quemar sus labios, para apoderarse entre los cielos, en donde las tormentas se acoplarían, se harían de sueños encarcelados, así hasta romper los cristales de los ritmos de las casas terroríficas, esas que se apoderaban de los rayos del silencio, hasta enloquecer a los truenos y convertirlos en satánicos, así es como apareció el caballo Satánico de Omicaldus, llamado Zorfailer, un caballo de color negro, que se apoderaría de cada rincón, convirtiéndolo en maléfico, en algo que ahogaba cada puente hasta quemar su construcción, así hasta ver sus tiempos destruidos en el sol cortado, de los fuegos sin dimensión, de las palabras que no eran admitidas hasta comparecer el sol de los fanáticos de Omicaldus, pues eran los mundos sin sol, los que catapultaba los oasis hacia una nueva era, la era de los desiertos del rey Aron, una persona que quería quitar meritos a los inocentes, de la convocatoria de las profecías, que eran sueños sin almas, así era como se compenetraban los espíritus hacia una nueva ley, que más allá de los lugares se disolvían las arenas del tiempo, hasta establecer el punto de unión que enrabietaban a los cementerios de Luxan el hombre tigre, capaz de saltar a los puntos de unión para lanzar sus garras y depositarlas en las energías, que eran devastadoras y continuaban en las maldades, en una malicia que condenaba a las muertes, que las repartía hasta más allá de los sueños que eran llevados a los lugares sangrientos y hambrientos de poder, allí donde el caballo de Omicaldus llamado Zorfailer, con sus cabalgadas inyectaba sangre en las propias tierras maldecidas, que eran lugares en los que cada signo se proponía luchar hasta quemar la ultima gota de sangre, esa que se apoderaba del fin de los propios tiempos, pues las puertas acuchilladas se abrían y se cerraban, hasta aplastar a los cerebros de los enemigos, los poderes eran muertes, estaban siendo aniquilados los cuerpos de las batallas, esos en los que el cuerpo espiritual de las leyes bendecidas se disponían a llevar a la luz de un nuevo alba justiciero, ese que los muertos no podían experimentar, entre la sangría de los sueños carbonizados, que solo querían el mal para luchar por el puente de los deseos impuros, pero para eso aparecería Periódimen, el hombre periódico para sembrar la justicia, el cual sus orígenes no lo hundirían entre su tinta, pues de ahí alcanzaría el poder para derrotar al mal, ese que se apoderaba principalmente del caballo endemoniado llamado Zorfailer, así era como ese caballo transmitía la rabia más dolorosa.