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Capitulo 6 de la quinta historia de Periódimen.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por sergio Bermúdez, 1 de Febrero de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 683

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    CAPITULO 6: KÍDER EL LUNÁTICO SE SUICIDA.


    Las sombrillas de los vientos, se desintegraban como si fueran dos gotas de agua evaporadas, entre el silencio de un olvido, que quedaba maltratado y hundido como si las respuestas no fueran nada, pues se hacían diluvio, y no contaban que los momentos de sabor catapultado a la locura de un deseo que no triunfaba, se hacia como un desierto sin arena, pues había fuego y se evaporaba cada instante, pues desnudado el odio, se hacía ver el sufrimiento, que quedaría predestinado a morir entre ramas de inocencia, pues llevado todo a la oscuridad, se consumían las frases y caían en gritos de llamas. No había porque dudar de un alma adiestrada en la fantasía, pues entre picos de piedras, se consumían los temores, que quedaban llevados a un imperio de dolor, que adiestrado al sufrimiento de un compuesto químico se hacía el nutriente de los gatos bioserdicos. La energía se hacia con el paso de los años, que eran del color de un vapor helado. Las nubes se hacían carbón, y los deseos eran espuma sin apoyo de una flor. Las lágrimas eran como dos charcas, que se consumían en la orientación de un calvario sin verse calmado, ya que entre todos los mareos que se arremolinaban en frases, se haría del color de un ser helado, la noche imperial, en donde cada paso al frente, se convertiría en la pesadilla frágil y llevada por las orillas del gran poder, que tapaba a cada acción, que se haría ver entre todos los mundos. Periódimen se alzó entre una multitud de criaturas sin color, que al imprimir sus acciones violentas, iban a saborear las tinieblas, para cuajar entre los cuernos de los diablos, y sacar el néctar de un azúcar ardiente y sangriento, que depararía miles de signos odiados por las personas que querían hacer el bien, pues llamando al destino, se hizo todo esclavitud de los sentimientos, que aflojaban cada secuencia de arte, para deparar los arcos y hacerlos como un sol, que arrastraría sus rayos como la corriente, como si fuera una luz, que no daba paso a un lugar tranquilo, pues entre cada montaña, se hacía un volcán, que arrasaba con cada animal inocente, y dejaba marcadas las huellas del misterio más profundo y agarrado a la curiosidad, que deshacía el resplandor de las huellas gigantes y despiadadas por un terror que daba saltos a la incomprensión. Aparecía el día, y las sabanas se levantaban solas, pues en esa cama estaba Kíder el Lunático, que agarraba cada instrumento y mediante su mente lunática, emprendía la lluvia de su ira, y aumentaba los mundos, que detectaban un sudor frío y amparado en la soledad. Tristes vidas, sabor sin emoción, de ver golpear a los corazones, que harían salir sus propios virus mediante la telepatía, y con cables salían los silbidos de las almas, que cortaban los imperios, que hacían salir los momentos de angustia y depresión, pues las imágenes de aquel día, no se podían creer, ya que de las vidas se hacía, una muerte sin voz, que agarraba los sentimientos, y moría en el dolor de un pensamiento altamente compulsivo, y llenado de trastornos, que dejaban que todos los minutos parecieran como toneladas de cemento, que ardían bajo la ley de un ser, que era el cerebro de Kíder el Lunático, pues tantas eran sus fotografías que salían a través de su cerebro incontrolado, que las amarguras eran las manchas del mismísimo diablo, cuya ansiedad lo llevó a tirarse por la ventana, y a quedar roto por completo, y lleno de heridas como si fuera un monstruo, pues los dedos estaban cortados, la cara que tenía, le salía el esqueleto por fuera, y su piel se metía para dentro, hasta que entre las batallas de la muerte, ni si quiera su ojo, pudo salvar su desastre de resucitar a su mismísima locura.
     
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