Capitulo I: Camino al Adiun en Melancolia

La situación se complicaba con el pálido pasar de las horas, los rostros cambiaban sutilmente y el ocaso se confundía con la bruma de las lejanas montañas del este. Samir, se desesperaba mientras sus alas revoleteaban sin un camino trazado por los aires. En las ramas de un árbol cercano Sildom el elfo desterrado observaba las laderas sin parpadear, pero todo intento era en vano la figura que esperaban no iba a surgir, solo nacerían en el camino estrellas.

Encendieron un tenue fuego, sin palabras, solo el tronar de la leña seca robada de un caído sauce blanco y uno que otro gesto violento de Sildom hacia las laderas al escuchar un sonido que se perdía en el viento.
-deberíamos salir al amanecer- irrumpió Samir la hada con un tono de resignación.
-quizás tengas razón, este lugar ya no esta a salvo, seguro el nos dará el alcance mas allá, en el valle del Adiun, antes de llegar al puerto- concluyo el elfo cerrando lo ojos

El sol se filtraba por las ramas de esqueléticos árboles que anunciaban la proximidad del valle. Hacia un calor sofocante y la hada a hombros del elfo lloraba, mientras el saltaba entre ramas con melancólicos impulsos. Quizás eran los dos únicos seres mágicos en el continente, ellos junto con Doman el tercer viajero habían jurado quedarse en estas tierras por un tiempo mas junto con los humanos que empezaban a crecer con su dolor. Aunque en un principio fue alegre, no aguantaron la soledad y las tradiciones humanas que ya olvidaron las antiguas conciliaciones. Fue después de 222 años en que decidieron escapar hacia donde todos habían zarpado. En el camino Doman se desvió en busca de un tesoro correspondiente a su casa o casta, prometió dar el alcance en el monte del Cielo antes de tres atardeceres.

Dentro del trío había una extraña relación entre Doman y Samir, un amor extraño y puro, uno que ya tenia 333 años de vida y seguía como el primer día de primavera; sabio, inmortal y manso. Razón de porque las lagrimas de la hada hacían brotar oscuros tulipanes en el camino, y aunque ella esperaba que sirvan de guía para su amado temía por el. Los humanos los deseaban, decían que su sangre fortalecía músculos y agitaba neuronas, además, no todos conocían un elfo o una hada, solo los sabios que ya caían rendidos por la edad.

Samir giro la cabeza suavemente hacia delante, mirando el camino que seguía el elfo mientras las lagrimas corrían por sus pómulos volaban por el vacío hasta caer en los troncos de lo árboles que crujían ramas y agitaban hojas al sentir el dolor que solo puede causar ese amor.

 

GRACIAS POR COMPARTIR ESTE BELLO ESCRITO EN ESTA TARDE HERMOSA...RADIANTE DE SOL...UN BESO GRANDOTE TE QUIERE TU AMIGA LUZ
TE DEJO MI CORAZON...