Caricias en el alma.

Un baile concedido entre multitud de gente.
Una chica de ojos con respuestas y labios de pregunta, curioso,
me adentre en sus luces; como un tímido gorrión agarra un maíz.
Me llené de guerra en la anarquía que habitaba entre las vetas de su iris,
viendo entre ellos un huracán azabache y un ángel caído...
vi la forma de la humanidad, como si la mía, fuera una simple ola entre la tormenta
y entonces diluí la intensidad de mi mirada, al comenzar a leer en la suya la mía;
vi una ráfaga de aire arrastrando hojas otoñales,
una verja plata entre las manos de un bebé, consumido por un desapego hacia lo dado...
y vi como ella desarmaba mi indefensión, recogiendo todas las lágrimas de mi mente.

Tarde oí este cuento, el que mis labios me contaron,
pues de esa chica solo sé, de un baile entre multitud de gente.