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CARLOS GUIDO Y SPANO - Argentina

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por VAGABUNDO, 23 de Abril de 2005. Respuestas: 0 | Visitas: 3119

  1. VAGABUNDO

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    CARLOS GUIDO Y SPANO

    Hijo ilustre del General Guido y de doña Pilar Spano, distinguida dama chilena, se conjugaron felizmente en don Carlos Guido y Spano el austero talento del padre y la gracia poética de la madre. La elevación espiritual de ese ejemplar arraigó en el hijo tanto más hondamente cuanto que éste sentía verdadera devoción por sus padres.

    Había nacido en Buenos Aires el 19 de enero de 1827 y aquí mismo transcurrió su infancia y cursó los primeros estudios, hasta que en 1840 su padre, que desempeñaba la embajada de Río de Janeiro, lo llevó a su lado junto con el resto de la familia. Allí empezó a despertar en él, en plena adolescencia, la afición a las letras, las artes y todo lo bello. Contaba 19 años cuando hace un romántico y breve retorno a la patria. En 1848, enviado a París porque su hermano Daniel se encontraba allí enfermo, tuvo la gran pena de conocer a su arribo, la noticia de la muerte de éste. Luego del espectáculo de la revolución de aquel año, había de distraer su dolor templando su espíritu liberal y afinado su exquisita cultura políglota.

    Vuelto a Río y mimado de aquella sociedad, se mezcla a los círculos intelectuales en los que también es muy estimado. De nuevo viaja a Europa visitando esta vez primero Inglaterra, por cuya democracia manifiesta gran admiración, y después a Francia, en cuyas luchas participa quijotescamente. Y en 1852 regresa al país para ser testigo de la revolución de Septiembre. Se mantiene al margen de los acontecimientos políticos, dedicándose por entero a la labor literaria hasta que toma parte de la defensa de Buenos Aires como ayudante del general Pacheco en la revolución de Lagos. Pero casi enseguida debe partir hacia Montevideo siguiendo a su padre que había sido desterrado.

    Ya restablecida la Paz, cuando el doctor Derqui ocupa la presidencia, lo nombra subsecretario del departamento de Relaciones Exteriores. Nuestro poeta renuncia al cargo en octubre de 1861 y nuevamente va a refugiarse en Montevideo. Sobreviene para él una época de mezquina lucha por la vida que pone a prueba su natural optimismo y despreocupación de las cosas materiales. Debe volver incluso a Brasil, patria de sus primeros sueños juveniles, en misión comercial. Retorna allí al grupo de sus viejas amistades, pero el artista de alma, un si es no es bohemia, no está hecho para esta clase de empresas, y helo otra vez en patria, entre sus libros y versos, en medio de penurias económicas con la sola compensación de los afectos familiares. En poco tiempo pierde a sus padres. Asola la ciudad la fiebre amarilla de 1871, y con infinita abnegación y simpatía humana Guido y Spano se alista como primer soldado en la cruzada defensiva. Pierde también a la esposa. Tantos dolores acumulados parecen deprimirlo profundamente. Pero logra recomponerse y en 1872, siendo ministro de Avellaneda, le confía la Secretaría del Departamento Nacional de Agricultura de reciente creación. Desarrolla allí una proficua labor de dos años y ha de dejar el puesto para correr a la defensa del gobierno en la abortada revolución del 74´.

    Algún tiempo después pasa a la dirección del Archivo General de la Provincia y desempeña también la vocalía del Consejo Nacional de Educación. Al fin, acogido a los beneficios de la jubilación, se retira a la vida privada. Pero se afirma cada día su fama literaria y crece su popularidad alimentada por su natural hidalguía, generosidad y exquisitas dotes de conservador. Murió ya muy anciano el 25 de julio de 1916, habiendo conservado hasta los últimos tiempos toda la frescura y juventud de su espíritu, rodeado de jóvenes y viejos que lo visitan y consultan como al más respetado patriarca de las letras. Grandes homenajes oficiales y populares se rinden en su tumba.

    Fue Guido y Spano un delicadísimo poeta que amalgamó con sello muy personal, el sentido moderno de su poesía con un clásico equilibrio en la expresión de los sentimientos más tiernos y la contemplación casi pagana de la belleza. Se inicia como poeta publicando algunas composiciones en 1854, en la "Revista el Paraná", más tarde publica Ecos Lejanos y en 1871 Hojas al viento. Hay entre sus poemas verdaderas piezas de antología como Myrta en el baño y En los guindos. Cantó con particular ternura los afectos del hogar en At Home, A mi hija María del Pilar y muchas otras.

    No es menos notable su prosa elegante y limpia. A la par que deliciosas descripciones desenvuelve con admirable humor, mitad sajón y mitad latino, sagaces reflexiones y juicios certeros. Su principal obra de prosista está contenida en Ráfagas, publicado en 1879. Llama la atención muy especialmente la carta autobiográfica.

    (Literatura argentina del siglo 19)

    Algunos de sus poemas:

    NENIA
    (Canción Fúnebre)

    En idioma guaraní,
    una joven paraguaya
    tiernas endechas ensaya
    cantando en el arpa así,
    en idioma guaraní:

    ¡Llora, llora urutaú
    en las ramas del yatay,
    ya no existe el Paraguay
    donde nací como tú ­
    ¡llora, llora urutaú!

    ¡En el dulce Lambaré
    feliz era en mi cabaña;
    vino la guerra y su saña
    no ha dejado nada en pie
    en el dulce Lambaré!

    ¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
    Todo en el mundo he perdido;
    en mi corazón partido
    sólo amargas penas hay ­
    ¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!

    De un verde ubirapitá
    mi novio que combatió
    como un héroe en el Timbó,
    al pie sepultado está
    ¡de un verde ubirapitá!

    Rasgado el blanco tipoy
    tengo en señal de mi duelo,
    y en aquel sagrado suelo
    de rodillas siempre estoy,
    rasgado en blando tipoy.

    Lo mataron los cambá
    no pudiéndolo rendir;
    él fue el último en salir
    de Curuzú y Humaitá ­
    ¡Lo mataron los cambá!

    ¡Por qué, cielos, no morí
    cuando me estrechó triunfante
    entre sus brazos mi amante
    después de Curupaití!
    ¡Por qué, cielos, no morí!...

    ¡Llora, llora, urutaú
    en las ramas del yatay;
    ya no existe el Paraguay
    donde nací como tú-
    ¡Llora, llora, urutaú!


    HOJAS AL VIENTO


    ¡Allá van! son hojas sueltas
    De un árbol escaso en fruto;
    Humildísimo tributo
    Que da al mundo un corazón.

    Allá van, secas, revueltas
    En confuso torbellino,
    Sin aroma, sin destino,
    A merced del aquilón.

    Esas hojas los ensueños
    De la vida simbolizan,
    Cuando puros divinizan,
    La ventura o el afán;

    Son emblemas de risueños
    Devaneos que en su aurora
    La ilusión virgen colora,
    ¡Y que nunca ¡ay! volverán!

    ¡Hojas mustias y sombrías!
    ya las ramas que adornaron,
    Tristemente se doblaron;
    El pampero sopló allí.

    Las agrestes armonías
    Que otro tiempo al aire dieron,
    De la tarde se perdieron
    En la bruma carmesí.

    Allá van, sí, desprendidas
    Por las ráfagas de otoño.
    Sin que dejen ni un retoño
    En su tránsito fugaz;

    ¡Pobres hojas esparcidas,
    Por el viento arrebatadas,
    de las vegas encantadas
    A que dieron sombra y paz!
     
    #1

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