Carta al amante 100822

Amado mío, le escribo desde la lejanía de nuestros cuerpos, para decirle que: Lo extraño, que las noches no son bellas sin sus manos, que lo pienso como mujer casada que espera cansada.

Le escribo para decirle que: No he olvidado su fuerte olor a barniz, mis manos no son las mismas sí no tocan su cuerpo, me he quedado sedienta por culpa de sus labios.

Dime amado mío, cuánto tendré que esperar, porque la espera me está desesperando, y mi corazón no deja de cantar su nombre, porque se ha vuelto indispensable en mi vida, tal vez; la vida misma, porque no encuentro el día sin sonreír para usted; Sin ser yo misma, porque tal vacío solo lo llena usted, deje de atormentar mi alma y por favor regrese.

Son mis piernas el anillo de compromiso que dejo, pues ellas le necesitan y claman cada noche su dedo.

¡No quiero a nadie más que usted, es usted el maestro de mi vida, por favor regrese! Lo amo y espero, no quiero que llegue cuando la belleza en mí sean arrugas porque no amara mi cuerpo. Por favor, regrese cuando aún la piel es sostenida por juventud.


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El toque de una piel húmeda en deseos, mientras los tobillos rozan las orejas, y los cantos nocturnos asemejan jadeos de respiración entrecortada por los vaivenes...