Carta para mi herida.

Carta para mi herida.
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Querida herida: cuyo nombre de joya nacida de mineral verdoso, me ataste a tu encanto para no dejarme volver al camino oscilante del querer. Te escribo por que debo decirte que tu bien donde yo no aparezco… no me causa bien, se que es egoísmo, pero lo siento, no puedo sentir otra cosa; sin embargo lucho contra esos sentimientos desagradables todo el tiempo, pero nunca es suficiente, nada lo evita, nada lo termina. Estuve pensado si esto que siento es odio, rencor o ira, pero es un poco de todo, un poco de todo combinado con amor, deseo, obsesión y necesidad, ya te imaginaras mi desconcierto al no lograr describir esto que siento, es como estar inmerso en un mar de todo y de nada viviendo en una enorme incertidumbre que día con día me arrastra a la locura, a la locura de amarte y de odiarte, de olvidarte y de extrañarte, todo en un enorme colage de sentimientos que se vuelven incontrolables, ajenos a mi, a un control que quizás nunca tuve y que solo fue un fugaz espejismo que vivió conmigo durante mucho tiempo y que hasta hace poco dejo de existir.
Al escribirte esto, no te imaginas las imágenes desordenadas que vagan por mi mente, alegrías, tristezas, pasiones, melancolías, sonrisas, lágrimas, todo aglutinado en un solo instante, en el mismo momento en que mi garganta sostiene el llanto y mis ojos se cristalizan sin derramar una sola lagrima, que no es por falta de voluntad, es por soberbia, quizás por vergüenza, y es que el tan solo pensar en la macabra realidad de perderte me causa gran impotencia y desasosiego, creo que es por que aun no lo he asimilado y mucho menos aceptado, por que no me cabe en la cabeza como quitar tu marca, pues aunque dicen que el tiempo es la cura de estos males, ya no estoy tan seguro, quizás el tiempo las haga cicatrizar pero dudo mucho que las haga olvidar, pues mis males parecen tener memoria de elefante y no creo que el olvido sea ejercicio del tiempo, simplemente no tengo esperanza en ello.
He pensado mucho en el sentido que tiene escribirte esto, pues mientras lo hago, hay algo que me dice que nunca verás mi carta y siendo así, escribirte no tiene ningún sentido, pero últimamente mi vida no la tiene, todo me sabe amargo, insaboro e incoloro, todo es un retrato estático y ambiguo del pasado, pues solo aquel tenia color y sabor, lo siguiente… no lo tiene o por lo menos no lo veo ni lo siento. El mirar cada imagen, me lleva al recuerdo de ti, a los instantes que pasé contigo y al dolor que llevo dentro de mí. Pues es desgastante mirar la calle que da a tu morada buscando por lo menos un esbozo de ti o mirar el abrazo de los novios con el flechazo de tu recuerdo en mi mente, es infame sentir a cada paso la sombra que no te llevaste persiguiéndome por todas partes, escuchar los ecos cercanos tocar cada noche a mi puerta para solo decirme que estoy sólo. Ya no lo entiendo, y ya no puedo… el pasado me persigue sin ningún recato, como fiera hambrienta queriendo devorarme y estoy tan casado de correr, hartado de verte en cada imagen, en cada flor, en cada luna, en cada noche y en cada paso. Mi escribir se a vuelto acido y gris, el amor ya no tiene cabida en mi poesía y la muerte ronda cada uno de mis escritos, es como si la magia que de mi pluma algún día saliera, se hubiera extraviado con el comienzo de tu marcha, llevándose consigo las palabras que describen al amor, las cuales se borraron de mi mente al momento en que te fuiste.
Hoy mi corazón pareció desbordarse y no pude contener el delirio que por ti nació, no me quedó otra opción mas que acudir a ti, por lo que tomé la bocina del teléfono y marqué tu numero tan solo para escuchar tu voz, y cuando atendiste, solo pensaba en respirarme tu aliento y comerme los labios que me hablaban, pero en vez de eso me quedé en silencio y un momento después colgué la bocina. Fue solo un minuto lo que te escuché, pero fue suficiente para que una lluvia de pensamientos empapara mi ser con melancolías añejas.
Es posible que esta pena jamás termine y a pesar de eso no me arrepiento, pues el amor que no duele… no vale, y a mi no solo me duele, parece matarme y arrancarme la piel estando vivo… pareciera estar viviendo una constante pesadilla, un constante día que se vuelve noche y una noche sin luna ni vida que iluminar, lleno de sombras que hablan y se escuchan sin cesar, no paran, nunca descansan, y lo intento, intento voltear la pagina de este libro sin volver a su prologo, pero siempre me quedan cosas sin entender y dulces imágenes que recodar. Alguna vez mencionaste, que en realidad fueron pocos los momentos que fueron buenos, pero esos pocos momentos se me incrustaron fuertemente en el corazón, aferrándose enérgicamente a mi mente para condensarse en imágenes nocturnas que utilizan mis recuerdos para salir y marcar una sombra negra dentro de estos días tan grises.
¿Sabes?… son tantas las viejas imágenes que vagan por los cielos de mi mente, tantas y tan lejanas, como aquella tarde en que tomados de la mano caminábamos por la alameda haciéndonos invisibles entre la lejanía, olvidándonos del pecado que en el amor se cocinó, volando como aves silvestres sin rumbo fijo en un lugar desconocido, con la frescura tatuada en los ojos de una mirada de cuento de hadas. Aquella tarde aun tenías en el rostro la locura del enamorado y nos vaciábamos en palabras ávidos de conocernos; tú me hablabas de la cercanía con tu padre y el alejamiento con tu madre, mientras yo atento te escuchaba al tiempo que pensaba en la locura de nuestro pecado, en esa dulce sensación de quebrantar las reglas sociales y navegar en la ilusión imposible de un buen final. Fue un momento maravilloso, y hoy un grato recuerdo que produce dolor y tristeza, pero que no cambiaría por nada, como tampoco cambiaría cada luna en la que como lascivos felinos nos escondíamos en las sombras de la noche para vaciar de nuestros cuerpos hasta la ultima gota de pasión y perdernos en lujuriosas carisias que hacían arder nuestra piel al ritmo del deseo incontrolable ¿Cuantas habitaciones y calles habrán visto la miel de nuestro desatino? Derritiéndonos en el calor de ardientes pasiones o perdiéndonos en infinitos besos ¿Cuántos rincones extrañarán nuestro estrepitoso esconder? Donde ocultos en la noche solo se veían dos sombras conjugadas en perfecta armonía; y como olvidar aquella puesta que aún retumba en mi memoria, donde el oleaje fiel fue testigo de mí inútil juramento, donde las incrédulas miradas se posaron en nosotros estando en la orilla del provocador mar, sintiendo el humedecer de aquella arena testigo de secretas voces, con una ligera pero imperecedera brisa coqueteando con el llanto de tu rostro y con mi desatada frustración de no poder darte consuelo, tenia tantas ganas de besarte, de abrazarte, de decirte ¡te amo! pero aquellos ojos posados me hicieron desistir y solo me quedó mirar el horizonte del vasto océano e imaginar que podría pasar una vida contigo, pero no solo lo imaginé, lo desee con toda mi alma y siendo sinceró… aquella noche supe que jamás podría separarme de ti sin salir lastimado, pues ya mi alma te pertenecía sin recelo alguno y estaba escrito que a tu partida sucumbiría al frío que tomara tu lugar, se había trazado mi destino… y no me tuvo compasión…
Al día de hoy, todo aquello es recuerdo y motivo de desvelo, pues te extraño y te amo… no lo puedo negar, pues se nota en el semblante que mira todo espejo y en el escribir doliente de cada verso, por que te amo…. Te amo a pesar del infinito océano de obstáculos que se interponen, pues mi ignorante corazón no lo entiende, no comprende que no me perteneciste, que solo fue fugaz impresión que se grabó en la arena que se llevo el mar, ¿Cómo se lo explico? ¿Como le digo que aquello ya no existe? ¿Cómo le digo que abandoné sus quimeras? Que esta realidad que quema es la única que nos queda… Yo no puedo, explícaselo tú, tal vez te comprenda, tal vez te escuche, pues ya me he cansado de decirle que lo nuestro se acabó.
Ahora que sabes de mi pena y de mis añiles recuerdos que se volvieron tormentos, de esta sensación de asfixia que me consume día tras día, de esta locura que muere por ti, pero que sabe de la imposibilidad que existe y el destino discordante que nos esperaría, ya no hay mas… el amor que insistió en lo oculto, hoy se vuelve secreto para ocultarse en una tumba cuyo epitafio visible solo dirá “aquí yace el rumor de algún amor que terminó”, y callaremos en el silencio sepulcral, en el fingido olvido del nunca existió, nadie sabrá de nuestro secreto, aunque me queme por dentro me lo llevaré al olvido o lo enterrare conmigo, no abra mas que ese destino para este amor fugitivo que en mi alma se alojó.
Está por demás decirte que de mi vida… no se que será, ni que me espera, ni que buscar, es incierto lo que ahora me acompaña; sin embargo de este libro ahora sé que es el final, el final de una historia que terminará con el cierre de tu ciclo, con el ciclo de este retrato que se plasma de mi mano, de este vestigio que enseña que los finales felices son como llovizna en un fugaz día en el desierto.
Siendo este el final de mi encanto… te digo adiós… adiós querida herida, vientre de mí desatado llanto que ayer me logró sonrisas y hoy me inunda el alma de delirante tristeza, me llevo conmigo el delirio que arrastra tu descobijo, pero también me llevo de ti… la letanía de tu amor.
Hasta siempre mi gran amor.
Siempre tuyo Pairo.

 

Interesantes líneas Pairo.

Gracias por compartirlas.

 

Hola, una misiva muy intensa cargada de sentimiento y amor profundos, aunque con un poco de desconsuelo y nostalgia. Saludos y estrellas
¡SONRIE