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Carta sin respuesta

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por Hejaran, 23 de Mayo de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 709

  1. Hejaran

    Hejaran Poeta asiduo al portal

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    5 de Mayo de 2011
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    CARTA SIN RESPUESTA


    Tunía, Cauca Junio de 1982

    Doctor
    Belisario Betancur
    Presidencia de la República.
    Bogotá.

    Estimado señor Presidente:

    Con el respeto que usted se merece, un colombiano quiere recordar en voz alta un acontecimiento o, llamémoslo por su nombre, un crimen de lesa humanidad vivido en su juventud y que hoy pongo en su conocimiento, para comparar tiempos pasados con lo que va a suceder según las determinaciones por usted tomadas durante su mandato.

    A lo lejos sonaron las sirenas, y como un anuncio de tragedia repetían su funesto sonido. Mi hermano me gritó: ¡Vuele a ver si son liberales o godos¡

    Este era el entretenimiento en aquella época de ingrata recordación.

    También hago este recuento para aquellos que sin haber nacido están hoy en edad de vivir lo que mis ojos de niño no olvidarán jamás.

    A escasas dos cuadras del hospital San Juan de Dios de mi pueblo, Armenia (Quindío ) ,viví y me crié en una época en que medio país se mataba con el otro medio.

    A los brincos bajé las gradas, y cuando abrí el portón allí estaba mi padre; en su rostro vi los efectos del licor, y al pasar a mi lado le oí decir entre dientes:

    “Maldita violencia”…

    Corrí la distancia que me separaba del Hospital a donde acababan de llegar las radio patrullas.

    Sobre sus cabinas giraban las luces rojas, y de todas partes salían curiosos; nadie se atrevía a acercarse por temor a ver lo que había dentro de aquellas patrullas.
    Las órdenes venían de todos lados, la puerta de urgencias del Hospital se abrió, dejando ver unas inmensas mesas de granito húmedas, aunque las lavaban todos los días no se alcanzaban a secar, cuando ya estaban otra vez llenas de cadáveres.

    Muy agitado entré hasta el fondo, y con una camilla de lona al hombro salí a la calle; ya habían abierto las puertas de las radio patrullas y no veía a nadie con ánimos de colaborar, miré para todas partes buscando a Ave Negra, un tonto amanerado que ayudaba como sacristán y que siempre era el primero en llegar cuando oía las sirenas, y ahí estaba desenredando el brazo de un anciano que se había trabado en una banca del vehículo.

    Acercándose a la puerta, me dijo:

    -Éstos son liberales. Míreles el “corte de franela”.

    Al poner el pie adentro para recibir el cuerpo del anciano, me recomendó.

    -Primero extienda la lona, para que no se nos confundan las cabezas, en el piso
    ví los cuerpos cercenados, pero no me dio malaire ni vómito.

    Por la mañana había ayudado en la “bajada” de otros cuerpos tiroteados, y para ver si los tiros eran profundos metíamos los dedos en las heridas…

    Los de la mañana habían sido godos, pero a mi edad no veía diferencia entre unos y otros; para mí todos eran iguales; lo único que me preocupaba era que los de la mañana no fueron sino cinco, y por cinco no valía la pena ir a noveleriar, esa pequeña cantidad la bajaba Ave Negra con sólo la ayuda de cualquier policía…Pero cuando sonaban varias sirenas, como esa tarde, yo no fallaba.

    Primero bajamos los cuerpos de los muertos que estaban menos macheteados; hasta el tercero vimos curiosos, y después no vimos a nadie.

    Pareciera que los curiosos se hubieran vuelto fantasmas.

    Las mesas de granito estaban llenas, y todavía faltaban seis cuerpos; yo iba adelante con los palos de la camilla al hombro, y de pronto me gritó Ave Negra:
    -Ésta pongámosla con su mamá.
    Descargamos el cuerpo de una joven a quién le habían hecho el “corte de franela” y tenía incrustado en su ano un plátano; con dificultad descargamos la camilla al lado de una anciana que tenía en su rostro un machetazo.

    Del terror volteé la cabeza para ver si podía ver la suya, pero ¡qué cara¡ le podía ver, si en su cuello no había cabeza:

    Ave negra la había puesto al lado de los pies, y así terminamos de bajar hasta el último miembro, después de acomodarle a cada uno los miembros que le correspondían, hicimos balance de los machetazos recibidos y nombramos campeón al más joven de los hombres, con ciento cuarenta machetazos, quedándonos sólo la duda de si la cabeza que le pusimos era la suya o la de otra de las victimas de esta masacre de lo que él, como campeón, estaba tan irreconocible que cualquiera le quedaba igual.

    Ya nos retirábamos, cuando del bolsillo de la camisa de un joven campesino cayó un sobre con una boleta.

    Parecía escrita por una madre, porque decía:

    -“Hijo, si le duele la cabeza, tome Mejoral”.

    Y Mejoral es lo que vamos a tener que tomar todos los que mentalmente tenemos la esperanza que en el país nunca volvamos a vivir los horrores relatados anteriormente.

    Pero usted, Señor Presidente con su experimento nos está volviendo a cobrar en vidas, secuestros y masacres, desestabilizando el país entero al proteger al grupo de guerrilleros privilegiados del M 19 en Corinto (Cauca), cuando el ejército los tenía rodeados… Criminales que se hacen llamar revolucionarios cuando en realidad son unos terroristas cuya meta es acabar con las personas de bien, unas veces utilizando el secuestro como arma, así como la extorsión y el chantaje, métodos encaminados a acabar con las “clases dirigentes”: industriales, ganaderos. Agricultores, comerciantes intelectuales y todas aquellas personas a quienes el único delito imputable ha sido trabajar y proporcionar los elementos necesarios para que otros trabajen.

    Doctor, Belisario Betancur, los niños del ayer seremos los viejos del mañana; los de hoy son el futuro de Colombia ¡Dios perdone sus equivocaciones!


    HEJARAN - DERECHOS RESERVADOS
     
    #1
    Última modificación: 31 de Julio de 2011

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