Cartas a Corina I

A Corina, siempre tan bonita y delicada

Corina, deseo con todas mis fuerzas que leas esta, posiblemente, única carta que dirija de mi yo más profundo hacia ti.

"Hubo un día en el que te quise, y tú también me quisiste, pero mi pasado oscuro impidió a nuestras almas ser una sola."
Llevo este pensamiento escrito en lo más profundo de mi absurdo ser, desde aquella primera sonrisa que me lograste sacar. No estoy realmente seguro de tener algún día, el valor necesario para enseñarte esta carta, que de alguna manera son las disculpas que mereces.
Por favor, recuerda como nos conocimos. Fuimos una casualidad efímera, que la curiosidad y la atracción mutua, manejaron como quisieron. Era yo, el alma desgraciada que nadie quería y que todos odiaban. Entonces llegaste tú, tan bonita con tu piel blanquecina, que no hacía más que suplicar a gritos, besos que no acabaran. Eras, eres, más bien, pues esa personita tan bella jamás dejará este mundo, aquella que quiso con la inocencia en los ojos, abrazar mi más primaria esencia sin importar quien fuese.
Realmente, con el pasar de los días, no hacías más que encantarme más y más... Con cada palabra amable que buscaba hacerme sonreír, sabiendo o no, si necesitaba afecto. ¡Joder! Llegaste a significar el sentido de mi existencia, y la pieza que daba coherencia a mi realidad. Lograste, sin darte cuenta, ser mi droga predilecta. Esa, que se apodera del cuerpo, y que lo obliga a consumir día a día. Y así fue.
Creo que durante un largo tiempo, no pasaban más de un par de horas sin hablar y saber de nosotros. (No puedes imaginar cómo sonreía al pensar en ese "nosotros", que hacía huir cualquier problema que hiciese presencia). Fuiste todo, absolutamente todo para mí. Pero entonces, el maravilloso sueño que se tejía a nuestro alrededor, empezó a caer; Volví a sentir ese dolor miserable que mi familia escupía sobre mí. Fue así como destruyeron esa remota posibilidad que mi cerebro guardaba bajo llave; algún día encontraré a esa persona por la que sentir. Y fue cosa del destino cruel, que yo te conociera cuando no comprendía que era querer, y me veía incapaz de hacerte feliz. Esa es la causa...
Sólo mis labios dijeron que nada sentía hacía ti. Mi única intención era guardarte del dolor particular que creía, acabaría afectándote a ti también. Así fue también esa segunda vez imperdonable. No voy a negar, que hubo días en los que no te devolví el cariño de tus palabras, pero así lo hacía para alejarte de mí. Suena estúpido, ¿verdad? Pero así era, y soy, un completo y arrogante estúpido.

Ha pasado muchísimo tiempo, y ya nada es igual entre nosotros. Ahora soy yo contra mi mundo, y tú, con tu belleza incomparable, siendo feliz al lado de otro. Nadie, te lo aseguro, sentirá lo mismo que yo sentí, cuando llamaste a la puerta de mi destino para llenar mi vida de alegría, calor y deseo. Te suplico, que esa diminuta parte que todavía guarda ese rincón de desprecio, lea y entienda esta carta. Jamás quise hacerte daño, aunque ya nada sientas por mí, y con nada me refiero a que me di cuenta hace tiempo que ya no formo parte ni del recuerdo en tu vida, perdóname.