Cartas a mi Reina

Heme aquí de nuevo mi amada Reina, ayer noche volví a llamarte, solo me respondío el silencio, solo vacío , nada de tí....

Y hoy me armé de valor y abrí la puerta del viejo y sórdido sotano, ese sótano tétrico, oscuro y polvoriento, en el que solo lápidas vetustas quedan , cruces oxidadas y manchadas de sangre, viejos trastos que una vez fueron usados para torturar al ser querido y amado, lagrimas secas que una vez fueron bellas y sentidas, flores marchitas que fueron bellas, hermosas, de fragancias exultantes y embriagadoras, gritos helados que eran amores desesperados y despedazados, llamadas muertas sobre el suelo descuartizada y desparramadas, nunca oidas por nadie, desprecios atados hasta el mas completo olvido. Algunos nombres ya semiborrados, otros cubiertos de cenizas, otros chamuscados, de otros solo quedan fragmentos esparcidos por el sucio suelo.

Y yo , yo me atrevo a llamarte sádica a tí.

Y digo valor porque entonces al ver mis obras, tantos amores asesinados, tantas súplicas retorcidas, tantos asaltos consumados, tantos sentimientos desmenbrados, tantos secretos profanados y muchas otras cosas que a mí mismo que soy su autor me da horror y vergüenza escribir; y viendo mi sanguinaria y destructiva obra me veo a mí y entonces te entiendo a tí y tus palabras resuenan y retumban como un eco en mi alma.

"No dejaré que irrumpas en mi vida y lo arrases todo, no lo permitiré".

Y muy a pesar mía y muy en contra de lo que anhelo con todas mis fuerzas, que eres tú, lo entiendo.

Y lo peor de todo es que una vez he cerrado la trampilla y puedo respirar sin ahogarme y mi corazón se tranquiliza, extiendo rápidamente un tupido velo y vuelvo a ser yo; presto como siempre ha urgar entre las grietas de los muros más sólidos, dispuesto a encontrar la mas infima pretuberancia que me ayude a escalar a la torre que se alza ante mí presumiendo de solidez pétrea e intomable, donde son guardados celosamente los mas inconfesabes secretos, los más sordidos deseos, los mas recóndito anhelos, para hacerlos míos para toda la eternidad, para pisotearlos si es mi voluntad, para mofarme si quiero divertirme, para realizarlos si satisfacen mi sadismo, para usarlos como instrumentos de sofisticada tortura.

Soy un mostruo sádico como bien dices con gran acierto, oculto por una inteligencia maquivélica, una dialécita sutil y cautivadora, una bondad celestial y una sinceridad tenebrosa.

Debería odiarme por ello pero no lo hago.
Debería pedir perdón pero no lo siento.


Todo tiene un por qué y un fin y yo solo soy un mero interprete de tan maravillosa melodía; una melodía que cuando la oigo me extasia y embelesa; es sublime, magistral, única e incomparable a cualquier otra cosa, que me llena de felicidad y que me hace sentir vivo....

Mi reina no olvides nunca jamás " TE AMO".

 

"No dejaré que irrumpas en mi vida y lo arrases todo, no lo permitiré".