Cartas de Ester

Todo lo que se daba ya no se da más, estamos en la nada indefinida, en todas partes se cuecen habas, etc. Tuve un día no grato, por si fuera poco el Universo acompaña y hoy, por ejemplo, madrugué con demora de trenes y algún que otro desfasaje. Te escribo para rectificar que para vos ya no soy linda. A rose is a rose is a rose, y la cosa se retroalimenta, Ernesto. Eterna inocencia la mía, las palabras y los ríos, que yo creí etéreos. Ni un abrazo desnudo / mendigarlo sin hacerlo / húmedo negro. Ni eso, Ernesto. Ya no pido más deseos arriba tuyo, no encuentro el ombligo y los piecitos no se tocan. No te la jugás, te quedás por las dudas en ese lugar estático en el que el tiempo es oro, y no es vida, enhebrar la locura en un té a nudos y no hay cabida para.
Flor caduca en la hermosura de su gloria: ya no soy linda para vos. Entonces hacé eso, Ernesto, hacé eso así nos sacamos el valurdo de encima [cómo te gustó la piel de la fulana eh]. Dejamos todo al aire si es que te resulta más ameno que hacerte cargo de. (Era más fácil, y de paso más placentero, mandarle cartas a una señorita en París).
Idealizar: considerar a una persona, una cosa o una situación como un modelo de perfección ideal o como mejor de lo que es en realidad.
Siempre una cosa media borrosa, media ambivalente, café con leche, medialunas y menguantes, todo por si las dudas, particularidad de lo tibio que sos. Sintonía neutra de lo monótono donde no se respira pan: implosión. Sos eso, Ernesto, especie de explosión para adentro, para nunca llenarte con otra cosa, respiro vuela nucas eriza mundos cutáneos.