Cartas de un viajero (XVII) - El camino

A veces siento que la meta esta cerca, pero el camino se hace aun mas largo, de pronto y sin quererlo todo el recorrido parece estirarse hasta apagarse en la bombilla de filamento delicado, pienso que en el recóndito escondrijo de la madrugada está mi destino, y para llegar a el camino… y camino… mas sin mirar hacia atras, sin recordar, sin descansar… más me canso.

No he llegado aun, ya llegaré, me susurro al oido, y mientras tanto observo como los trigales hacen luchas de espigas al pálpito del viento, caen trigos al suelo y sin embargo nacen nuevos renovados del suelo yermo y vacío de sentimiento.

Acabo de fijarme en que el rio que sobre un puente acabo de atravesar aún no esta seco a pesar de haber pasado un invierno tremendamente caluroso, las orillas llenas de vida saltan al agua como los troncos viejos a la tierra, los olmos de hojas con dos caras afilan sus cantos para atravesar entre oxígeno e hidrógeno sin un lugar donde aterrizar su cara o cruz del murmuro de la hipocresia.

Me surgen mil ideas para llegar antes, de ellas dos mil son buenas, pero los recursos no son los mios, son de los demás, y yo solo, tropiezo una y otra vez sufriendo y sangrando, errando y sanandome en cuanto tengo una ligera oportunidad, con tiritas almizcladas con algun ungüento barato de sonrisas y alegrías.

Es el talento de la irónica travesía por el que mi alma me guía, sin mirar, sin pensar en que a ese extraño lugar algun dia llegaré, por más que me desvie del camino, por más que no mire atras, por mas que me duelan los pies, por más que me apoye en un baston de papel o de hierro forjado, llegaré, algun día, llegaré.

Llegaré, aunque chirrien mis huesos, llegaré, al despertar del alba brillante, llegaré, a pasos de gigantes y enanos, al destino y la meta que propuse en mi recorrido… El sosiego de vivir tranquilo en el barco de la impaciencia.

- David Ariza -