Cero

… la primera vez que publiqué Cero… una apasionada lectora me comentó (y lo escribo textual) … “señor… esto no es lo que uno se imagina… este relato muestra las acojonantes contradicciones que todos llevamos dentro” … y es cierto, las doscientas palabras que conforman Cero desnudan bondadosos, desconfiados, oportunistas, crueles… los reales y sorprendentes giros de ese misterioso rinconcito llamado el humano subconsciente... ¿usted lo conoce?... en fin, Cero es también un relato tomado del cuaderno Sentido Inverso, asequible en mi página de Autor en Amazon… ¡Disfrútelo! …. Anochece y estoy parada en una de las esquinas del cubano barrio el Vedado, donde un señor se me acerca y mecánicamente hago lo común. Le sonrío. Despacio empezamos a caminar. Pero frente al carrito del vendedor de flores nos detenemos y me dice ¿me aceptas una rosa? Entonces aparece un silencio. Respeto las razones. Aunque de tanto desaprovecharlas, siempre nos lamentamos. ¿Será bueno vivir sin una lógica razón? Los lamentos comparten nuestro hoy. Y puede ser un hoy malo. Un hoy muy jodido, ¡pero coño!, peor es vivir sin ninguno, y ahora no lo puedo ocultar, me sorprende escuchar la palabra rosa. Entonces, atenta, miro los ojos de ese hombre. Que ni brillan ni están sexualmente excitados. Por eso, desconfiada, pienso en alta voz, tío, a veces, tanta carne es un sueño con disfraz. Y como en la vida no se puede tener todo, el hombre, sin prisa, me aclara, oye tía, cuando las incomprensiones son demasiado hospitalarias no son verdad, ¿me equivoco? No obstante, acepto la rosa. Y lo veo subir al coche. Tal vez regrese a su casa, donde lo espera una buena esposa. Mientras se aleja, organizo las lentejuelas, estiro el cuerpo, sazono la carne, me restauro el color de los labios y practico la mejor de mis sonrisas, pues anochece, y desesperada, necesito un cliente.