~ ** CHOCOLATE AMARGO ** ~

[center:8d2891caf9]





En el más alto apartamento del edificio más alto vivía, hace poco, una hermosa princesa.
Como en todos los cuentos, era una princesita perfecta que, para no perder la costumbre, se había enamorado de un príncipe perfecto.

Naturalmente la historia sería demasiado corta si no complicáramos un poco las cosas, así que diremos que al nacer la princesa les dieron a sus padres una noticia terrible: su hija no tenía corazón, es decir, no tenía sentimientos ni emociones ni la capacidad para sentirlos debido a una malformación cerebral.
Debido a esto la princesa creció sana pero nunca se conmovió viendo una puesta de sol, ni rió a carcajadas con un buen chiste. Su primer beso fue tan emocionante como ver un documental y tampoco logró sorprenderse en ninguno de sus cumpleaños.

Cierto día alguien llamó a la puerta del más alto apartamento del edificio más alto y ofreció a la princesa un remedio para su problema.
Era uno de estos vendedores ambulantes que te llenan de catálogos y te prometen maravillas acerca de sus dudosos productos.

Así, la princesita con su cara de póquer se sentó en el sofá a leer las instrucciones de su nueva adquisición:
“Vierta el contenido del frasco en medio vaso de agua y seguidamente añada el contenido del sobre gradualmente y sin dejar de remover. Tomar preferiblemente después de las comidas.”

Aquella misma noche, después de la cena, la princesa tomó el remedio para recuperar los sentimientos y se fue a dormir.

A la mañana siguiente un radiante sol resplandecía a través de su ventana y bajo la puerta se filtraba el agradable olor de las tostadas recién hechas.
La princesa tomó aire y con una sonrisa de oreja a oreja se levantó de la cama. Mientras tomaba el desayuno encendió la radio y de repente, a ritmo de una balada de los 80, comenzó a recordar momentos de su vida con nostalgia.
Una lágrima recorrió sus mejillas al recordar su primer beso y empezó a reír a carcajadas recordando aquella mítica caída de su padre.
Un torbellino de sentimientos llenó su pensamiento y corrió escaleras abajo hasta llegar a la calle. Abrazó al portero y siguió corriendo hasta llegar a la biblioteca.
Al entrar descubrió varias personas conocidas y al acercarse a una de las mesas notó como alguien le tocaba el hombro.
Al darse la vuelta un escalofrío recorrió su columna. Era un desconocido muy atractivo.
-Hola desconocido.-le dijo-¿Puedo invitarte a un café?
El chico asintió un poco extrañado y se marcharon juntos a la cafetería. Charlaron durante horas y también almorzaron juntos.

Al final del día la princesa decidió que se había enamorado de él y que le haría su príncipe.
Él la acompañó hasta casa y la beso dulcemente hasta pasadas las doce.
Al entrar en casa la princesita no cabía en sí de gozo.

De pronto, sintió una fuerte punzada en el pecho.
¿Significa esto echar de menos a alguien? Pensó mientras le echaba una segunda ojeada al prospecto del milagroso remedio.
Otro puñal se clavó de nuevo en su corazón al leer la letra diminuta de aquel folleto:
“Precaución: El efecto solo dura 24 horas”
De pronto un mar de lágrimas asomó a sus ojos y un terrible dolor atenazó sus pulmones.
Con el corazón en un puño cogió lápiz y papel y allí, en el más alto apartamento del edificio más alto, escribió su última carta sincera:

“Sentada en un rincón de mi mente, me he puesto a imaginar como sería la vida sin ti.
En cualquier película romántica describirían un día gris, aburrido y deprimente. En mi caso voy a serte totalmente sincera, la vida sería igual.
El sol saldría cada día y miles de personas llenarían las calles de Madrid con su barullo. Los restaurantes abrirían a su hora y el tren seguiría tan abarrotado los lunes por la tarde…Nada de eso cambiaría.
¿Cambiaría algo si te dijera que no puedo vivir sin ti?
Ayer en una película dijeron que las personas deprimidas buscan la tristeza por necesidad. ¿Necesita alguien estar triste para poder seguir siendo depresivo?
Nunca he disfrutado con el amargor del chocolate negro, por eso nunca lo como, ni aunque esté relleno de fresa. Tampoco conozco a nadie que quiera vivir triste, ni siquiera entre los los locos con los que simpatizo.
Recuerdo cada una de tus palabras sinceras y aun así tenemos que ser desconocidos…
Perdernos en un mundo asfaltado por el odio para jamás volver a encontrarnos. ¿Qué conseguirá con ello la cajera de tu supermercado? o ¿Qué pensara el hombre del tiempo?
Nuestra historia se evaporará junto con mi vida cual si fuera un simple sueño de una noche de verano. No quiero eso, jamás me venderé al olvido.

He visto en tus ojos un atisbo del futuro, he sentido como crepitaba en ellos la llama del amor verdadero. ¿Crees que puedo darme la vuelta y olvidar todo eso? ¿Cómo se le da la espalda a la felicidad?
Llevo tu nombre grabado a fuego en mi pecho. Me acompañará hasta la tumba y aun allí podrás leerlo en los susurros del viento…”

Y así, en un mundo tan automático como el mecanismo de un reloj, la princesa vivió 90 años. Tuvo un marido y tres hijos encantadores y cada noche comió una onza de chocolate amargo en el más alto apartamento del edificio más alto hasta el fin de sus días.

[/center:8d2891caf9][/img]

 

Muy bonita historia Etherea!!

Triste que la princesa no siguiera teniendo aquellos preciosos sentimientos hasta el final de su vida...
Con esta historia es facil deducir que una vida sin sentimientos y emociones no seria nada... no se podria disfrutar de tantas cosas bonitas como en ella se nos dan...

Enhorabuena!!! Me gusto mucho esta historia!!

Besos!! "Anonime"

 

MUY BUEN RELATO...UN PLACER LEERLO ENVUELTO ENTRE ONZAS DE CHOCOLATE...DULCE Y AMARGO A LA VEZ.
SALUDOS Y BESOS

.:¨:.HEÂRT.:¨:.

 

Increible moraleja, me encanta Etherea, donde venden ese chocolate?, para empezar a ordenarlo , que no pare el envio!, jeje, de esos chocolates vende "el vendedor" de Mocedades, y no se apaga nunca su voz para el que sabe escuchar, saludos.