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Cierro Los Ojos

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por bubisher, 29 de Julio de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 860

  1. bubisher

    bubisher Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    29 de Julio de 2006
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    [MUSICA][/MUSICA]Sol transparente. Sombras aturdidas. Presagio de tormentas. Admiro tu solo de guitarra. Niebla cálida cae sin confesiones ante mi rostro. En el cielo no hay colores, sólo una negra revancha de dolor, aturdimiento, lealtad. Los árboles me miran como si me fuesen a hablar. Empiezan a asomarse los rastros de una lluvia ácida, lívida, apagada, pero con un rumor que se acerca mucho a mis sueños. El cielo me mira y me dice que cierre los ojos y que abra los suyos, que tienen más que contar. A sus ordenes me someto. Miro con ojos de ciego aquel oscuro bosque y a lo lejos mi meta, que implora que escuche su lamento y que me rinda a sus pies. No hay cuerpos, las almas se han fundido en un sólo latido. La lluvia acecha sin desperdicio, mi mente se queda en pulcro blanco. Las sombras rodean mi cuerpo, definitivamente las almas se han vuelto en mi contra. Al cielo creo, y por él muero. Mis ojos de ciego se vuelven a abrir. A cerrar. A ver. A mirar. A cerrar. Observo en grácil silencio, aprendiendo de la enemistad del cielo y la tierra. Los árboles lloran, están tristes, gritan. Mis oídos no lo soportan y estallan en un mar de odiseas. Ya no creo, ya no quiero. Mi sueño persiste, no se detiene, no cede ni me deja abandonarlo.
    Miro hacia un lado, hacia otro. Exploro cada rincón. Uno tras otro. Vacío. Sólo eso. Ni más ni menos, sólo vacío. La nada me atormenta.
    Más lejos todavía si cabe, vislumbro una carcajada llena de ira. Una escalera. Vuelvo a no estar sola. Me asusto, porque desprecio la ira y sé que el cielo me exigirá no volver a abrir los ojos y seguir mi camino, colina arriba, peldaño tras peldaño. Estribo tras estribo. Siempre hacia él, hacia el cielo. Los árboles no se detienen en su ofensa, no dejan de seguirme con la mirada. Ahora de reojo. Con lágrimas en los ojos. Me gustaría quedarme a consolarles, pero ellos sabían que me tenía que ir. No me lo perdonaré en la vida, pero no podía dejar de reír. La carcajada era infecciosa. Me paralizó. Notaba la niebla cada vez más consistente, no me dejaba avanzar. No lo resistí, tuve que abrir los ojos, un sólo segundo. El cielo lloraba, la luna sollozaba. Un sólo segundo. Cerré los ojos. Istmo de sensaciones. No pude pensar, no pude vacilar, porque no podía dejar de reír. Aturdida, enajenada, confundida, contrariada. ¿Dador de la vida? Avanzaba como torpe dromedario, con la desidia sumida en mi mente, sin otra opción, la ira se había apoderado también de mi y no dejaba de reír. Subí, escalé gateando. Una tras otra. Otra, una más. Doscientas, trescientas. No puedo más. Vuelvo a abrir los ojos y me propuse con toda mi alma no volverlos a cerrar. Cielo azul, sol ardiente. Ni rastro de niebla, la lluvia había huido. Árboles sonrientes me miran. Guiños. Sonrisas. Vi una paloma blanca volando a lo alto, con una rama verde en su pico. Manantiales de agua dulce, cristalina. Grandes valles, montes, prados vestidos de verde abrigo.
    Miro al cielo, me dice sonriente que me había tendido una trampa. Que tenía que cerrar los ojos para volverlos a abrir. En seguida entendí su engaño.

    Nunca más volví a cerrar los ojos sin prometerme volverlos a abrir.
    Los ojos del cielo tienen más que contar....
     
    #1

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