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Clarice

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Robsalz, 30 de Septiembre de 2018. Respuestas: 0 | Visitas: 582

  1. Robsalz

    Robsalz Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias. Gracias por tomarte el tiempo de leerme. Mi nombre es Clarice, así, sin apellidos, soy hija de la mucama y del jardinero, tengo dieciocho y soy mulata, perdona .. se me olvidaba, probablemente no estamos en la misma época, yo vivo en Louisiana y estoy en el año 1738, soy esclava.

    Dicen que tengo bonito cuerpo, que mis pechos podrían alimentar a media nación y que mis caderas son almohadas suaves como el algodón del que están hechas las nubes.

    Soy la mayor de tres hermanos, soy la única mujer, así que desde que tengo razón ayudo a mi madre en la casa de mis amos, yo adoro a la señora, es un pan de Dios, es viuda, su esposo murió hace cinco años y su hijo mayor quedó a cargo con sólo diecinueve años. El hijo de puta es mi mayor pesadilla, lo fue desde hace cuatro años cuando decidió que yo tenía que satisfacerlo a la buena o a la mala. "Si aceptas a la buena lo vas a disfrutar, ninguna negra como tú va a tener un semental blanco como yo" me decía.

    La primera vez se lo conté a mi madre "no seas tonta niña, somos esclavos, el cuerpo no es tuyo, si él lo quiere se lo tenés que dar", había sido la mañana anterior a cumplir mis catorce, estaba lavando ropa en el río, él llegó en su caballo y empezó a hablarme, yo respondí discretamente, tomé la ropa y comencé a caminar, eran trescientos metros a la casa, se bajó del caballo y me dijo que yo era para que él se disfrutara conmigo, tiré el cesto de ropa y comencé a correr sin saber hacia donde ir, cuando me alcanzó, me dio un beso que escupi, me lanzó al suelo y me sujetó las manos, sacó un cuchillo de sus botas y me cortó el vestido, yo empecé a llorar...

    Empezó a comerme los pechos mientras abría su pantalón y levantaba mi vestido "ya te tenés que estrenar negra de mierda", dije el padre nuestro tantas veces como me fue posible mientras lo sentía dentro de mí.

    La segunda vez comprendí que mi madre había pasado por lo mismo y no valía la pena hacerla recordar lo que había olvidado en la memoria...

    Aquello mi padre no lo supo por boca mía, se lo contó el propio desgraciado una semana después "tu hija es buena monta aunque tiene las tetas muy nuevas y le tiemblan las piernas". Mi padre llegó esa noche y me dio un beso en la frente, supongo que deseaba matarlo pero en esto de ser esclavo, si sos el yugo no tenés ni voz ni voto. Mi padre murió seis meses después, anhelando descubrir la libertad, decía que el día que muriera iba a saber por fin lo que era ser libre, yo quería lo mismo.

    Aquellos festejos del amo ocurrían cuando a él le daban ganas, casi siempre de día, días festivos, luego de una noche de borrachera, por despecho por alguna dama que no le hacía el menor caso, en fin... por lo que fuera. Cada año durante mi cumpleaños me tomaba aduciendo que era el mejor regalo de cumpleaños que podían hacerle a una esclava muerta de hambre como yo.

    El día que cumplí dieciocho tomé la iniciativa, cuando llegó a buscarme para su faena, lo miré de frente "no sabes que una como tú no debe verme así", le cubri la nuca con mis brazos y lo besé, no supo reaccionar, lo llevé a los establos y ésta vez yo lo tiré al piso, abrí su camisa y besé su pecho, luego su pantalón y comencé a comérmelo, el hombre estaba como en la luna, me puse de pie y me quite el vestido, ese día le hice lo que ni él sabía que una mujer era capaz de hacer, lo dejé terminar dos veces y una tercera volví con más ganas, estaba extasiado "vas a hacer que me muera "... cuando lo supe totalmente mío, me arrastre por el suelo hacia abajo, sin dejar de comerlo, sabía que allí estaba, con mi mano izquierda lo fui sacando poco a poco hasta lograr desenfundarlo, los hombres son tan estúpidos que cuando tienen sexo se sienten los dioses del infinito, lo miré, tenía los ojos cerrados, sin soltarlo con mi boca, empecé a subir de a poquitos, levanté mi mano y clavé el cuchillo por primera vez en su piel, a la altura del ombligo, antes de que gritara mi nombre, volví a clavarlo, ésta vez en el cuello, lo clavé varias veces más, mientras más se retorcia yo más lo acuchillaba, por mí, por mi madre, por mi padre y por mis hermanos. Cuando dejó de moverse, entró su madre asustada por el ruido de los caballos, yo la miré, ella era una santa "Clarice" me dijo "¿qué hiciste?", luego hice lo que debía hacer, tomé la soga de uno de los caballos y recostada sobre el amo, me ahorqué... a él lo enterraron como a un señor, y a mí, como a la perra de la casa.

    FIN
     
    #1
    Última modificación: 19 de Octubre de 2022

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