Claro que sí Carol

Puede que un día Carol abra la boca para contar sus silencios; en la inundación de sus delirios para sobreponerse de la tensión de la jerarquía de sus sentimientos: Sentir a la luz el calor de un atardecer cualquiera para revivirse y arrancar la angustia que la oprime el pecho, el rojo descarado de una ternura que se pierde como el aleteo de una vergüenza mariposeando a la reciente ingravidez de una sangre virgen que posee de la belleza el rostro descarnado del primer quebranto, ay cuanto dolor, que por duelo brota, gota de misión en un corazón que sale a matar a todos sus sueños, a grandes, pequeños, llenos o vacíos rebosando plenos, planos de ansiedad de la vida triste que viste su baile corazón de fraile que pisa el pecado, porque lo ha soñado y ahora amar no puede, ni le deja dios, como monja ilesa de todo lo impuro por puro placer, casada al señor que nunca la tiene y que se entretiene si tiene bondad.
Añadir otro dios en el receptáculo de unas ansías que penetran en las carnes sus primeros anhelos, de la transformación del sexo con la llegada de los deseos, de lo placentero de auto acariciarse, y así al entregarse darse por completo en un cien por cien de por fin en dos, ay, amor temprano, ay cuanto he llorado al amor perdido, que lo imaginé como todo origen, virgen de lo puro, del brote maduro, del duro de amor que juega seguro y al ganar penetra como entrar en casa, pasa desde fuera...
En una pradera se quedó plantada a primera vista, venían artistas, se llevaban obras, auroras del arte ella por su parte parte del cristal, fría y transparente y no siente nada... se queda callada cascada a llorar.
Revuelo diurno del turno de amores. Aprender como el amor se dibuja en las paginas de una adolescencia inocua que se desliza al dolor de cerrarse a todo para abrir sus nadas soltadas al fin. Al desboque del placer que galopa sobre la piel para agarrarse a cada sentido con las riendas de lo aprendido por el camino correcto y así en lo perfecto su afecto a soñar, despertar que pierdes, las ganas podridas de la vida oscura de figura vaga, vaga vagabunda, mundo de abundancia...
Redundancia fina de su diligencia, la tensa rutina de atinar en nada, casi rescatada de su respirar que el aire no nota, ni a faz exhorta que importa la muerte, la máscara fina de la inexistencia.
Fantasía mía, cuida del fantasma, que se quede en ti, para admirar tu alma, para amor rimar al mar del horror, el terror cuidado, del dado hacia una y ninguna más.
Con tanto futuro la lejana muerte, presente y cercana