Claudia y el océano que de amor la aísla...

Mi querida amiga, gracias por tu carta, por recordarme que la casa gris se ve desde tu ventana en los días claros...Lo que sigo sin entender es como es que la ves azul...cuando ese color no existe en el cielo de esta tierra que a los indigentes ha vomitado. No hay arco iris para los descastados amiga mía, aunque si la promesa imborrable que él recuerda.
Hace días como sabes que huyo del ruido, de los pasos aun amigables. Sólo he dejado a Aitor hacerme algo de compañía, quizá, porque es lo mas parecido a ti cuando me hablas del exterior, él lo hace como narrando un cuento que imagina, tú , con la realidad presente. También se parece a mi, en su cuerda locura, ya sabes que, a veces tenemos nuestros momentos de coherencia en este mundo que no nos reconoce.
Doyle, mi querido y odiado doctor, me ha encerrado un poco más en mi amado otoño, alegando que la melancolía me puede hacer perder mi poco equilibrio...Pero como siempre, aun con dificultad he logrado atravesar los muros de mi inconsciencia, y me he escapado a una playa gris, oscura y aunque rodeada de muros, he podido mojar mis pies, gritar y escuchar el eco de mi voz, mi voz que hace tanto que no escucho mas que en susurros…
No hay arena bajo mis plantas, estoy descalza y las piedras volcanicas hacen un dulce daño a mis pies…
Sabes amiga, el mar es hoy de color rojo, la lluvia de estrellas ha roto sus arterias, y él , como un tonto enamorado, de amor sangra…Solo, sin compañía se asfixia , en ese pasadizo de amor que le lleva a una muerte prematura, donde degusta a la parca sin vivirla, sin que haya tocado a su puerta. No entiendo, como le gusta al mar, tener ese permanente sabor en sus labios, pues sólo sabe a hiel. Cómo puede desear , cómo puede respirar, cómo puede susurrar y acariciar la orilla mientras se descompone sin morir. Comprendo sus quejas cuando ruge, es el dolor que gime.
Se que tú también le comprendes rodeada como estás por él, y puedes traducir mis mensajes a través de tu piel que como la mía huele a salitre y sabe a musgo.
Por hoy me despido de ti amiga mía.
Yo me quedo un rato más sentada en esta orilla, dejando que él me siga bañando de caricias, mi traje blanco ya le pertenece del todo, pero no siento frío, su abrazo hoy es cálido, quizá, hoy necesita que ponga voz a su lamento...Quizá hoy, él y yo, somos uno…

(Claudia desde el océano que la aísla)

SHA.

 

En lo más profundo de las almas, en la parte más recóndita del abismo de nuestros suspiros, de nuestras cuitas, en los dinteles que alumbran en el cielo más plomizo donde el otoño sacia su hambre con el pan tierno de nuestra melancolía, el amor es un pasajero extraño, un perdido rumor en busca de olas serenas y de estrellas que duermen con cada uno de nuestros latidos, con cada media sonrisa que se esboza en nuestros labios, con cada paso dado en la arena que ante el océano son solo débiles intentos de arrogancia que no tienen razón de ser, ya que el mar es parte de nosotros y nosotros parte de él, somos su piel de cristal que se quiebra en la prisión de los sentimientos.
Espero que Claudia siga gobernando con su imaginación aquellas olas y encuentre la puerta hacia un mundo igualmente real y eterno.

 

Me gustaría poner un gran ¡Me encanta! a tu comentario, que mas que letras dirigidas a mi escrito , es un poema sacado de tu alma...
Creo que si, que Claudia es lo bastante fuerte como par mantener a raya a todos los abismos a los que es arrojada...Ella, sabe escalar montañas, cruzar ríos y navegar en una tabla perdida en el mar, como el mejor de los náufragos...
Y un día , supongo que tendrá también el valor de abrir las puertas de esa casa gris que la apresa.
Gracias Oskar...

 

Casi perdido, por un tiempo que me tuvo lejos de casa, vuelvo ahora a buscar a Claudia, a esa casa gris, en ese universo gris de cielo plomizo y mar enrojecido. Claudia como salvavidas de ese mar que muere, de amores no correspondidos, de besos no devueltos depositados en la arena de la orilla, de lágrimas y salitre para llenarnos la piel y hacernos sentir.
Buscaré la mano de Claudia para recorrer su mundo. Gracias por dejarnos noticia de ella. Gracias por tus palabras. Un abrazo.

 

Mi estimado doctor, versado en poesía, como me alegra tu regreso. Creo que eres de las pocas personas que "aguantan" toda esta locura de Claudia y no la evita...
Me has dado animo para seguir leyendo sus cartas y seguir, con su permiso, publicándolas...
Ayer, de nuevo me escribió desde la zozobra de su encierro, desde sus temores donde ella se siente tan , tan, impotente...
Lo dejo aquí...
Gracias Luis...muchas gracias...