Clima Apocal.

"El alboroto y la agonía enturbiaban aún más el aura con que la angustia abrazaba la urgencia.

Se acercaba el desastre, de a poco, mientras iban a recoger provisiones. Entre las hierbas altas y frescas, el viento apuñalado por algún eventual obstáculo, en un chirrido agudo, y el sol, que formaba mástiles de luz cuando atravezaba el espeso techo vegetal, ellos, llevaban en su lomo pedazos de madera que rápido talaban, algunas plantas, y patas, pedazos de abdomen, o cabezas de sabrosos animales, que llevaban a los profundos túneles en donde sobrevivían escapando del clima apocal. Chaparrones, enfurecidos, podían caer de repente, así como una tormenta de polvo y viento podrían llevarlos a la perdidicón. Debían apurarse y buscar sus provisiones, antes de que el clima les azote en un anuncio de postrimería y muerte casi súbita.

Casi ninguno sobrevivió al primer fenómeno: inmensas masas de agua caían inundando sus alrededores. Murieron muchos ahogados en una fúnebre melodía de gorgoteos. Luego, el momento más mortífero convirtió a los extensos túneles en una lápida inmensamente compartida: Sólo dos o tres de ellos vieron, habiendo sobrevivido a la inundación, a un ser superior, un anciano de gran barba, posando su pie gigante y magestuoso sobre la tierra.

Todo acabó en aquél sonido del viento que entonaba la melodía más muda. El silencio guardaba en su incierto y universal vientre todas las últimas palabras no dichas antes de morir. El viento conducía lentamente a las almas hacia un indeterminado lugar.

Acabado el desastre, luego de regar el pasto, el anciano alzó y sacudió de polvo aquella regadera que posó sobre aquel hormiguero y , tranquilo, entrecruzó su mirada sobre su boca y prendió un cigarrillo."