Como el navegante

A veces te vacilo como a un pastel que un niño se quiere comer, como ese dulce que la mosca no deja de cazar, aunque sabed que alguien más la vaya a espantar. Como esa flor que la abeja quiere posar y sacar el néctar de su piel; como el mendigo cuando ve a un rico pasar; desorientado y arrastrado por las olas del mar, navego solo sin capitán, sin tierra firme dónde encallar. Soy como la brújula de Jack Sparrow cuando apunto hacia ti, y tú el tesoro escondido de un pirata que no deja de buscar. Eres la brisa, el mar; yo soy el firmamento y tú la estrella que más ha de brillar, esa, la Estrella Polar, guía de mis sentidos cuando voy en altamar.

Cuando te veo, mi mirada es como la de un vampiro con sed de sangre, como la de un licántropo cuando ve la luz de la Luna, como la de un mago cuando te quiere hechizar para que caigas rendida a sus pies. A veces te miro con deseos, de estar a tu lado, tocarte, besarte, como si cada caricia fuera una letra más de aquella carta que sabes que recibirás declarando mi amor por ti; puesto que no tengo mayor morbo que robarte el corazón y enamorarte de mí.