Cómplices

En la intersección de dos avenidas se cruzan cuatro rumbos terrenales, sumado a las mentes volantes que pasan hacia paraísos e infiernos. Preocupaciones viejas o futurismo puro.
Por lo tanto me veo en el punto "equis" de confluencia diaria, y los veo pasar, no notaràn mi presencia?
Al borde del cordón se dispone una señora, de mi estatura, desarreglada, parece definitvamente una persona con falencias (falencias?) loca quizás... el estado que en este estado me faltaba.
Nos miramos y nos reconocemos. Las dos deseamos estar en el lugar de la otra... Con la locura sobre las espaldas yo sé que nadie puede juzgarme, mientras que ella sin titubeos afirma que viviendo en la cordura podría encontrar respuestas a sus tantas incógnitas.
Me cae bien su presencia, la invito a quedarse conmigo unos instantes más. Me sonríe con mirada cómplice y susurrando en mi oído afirma que hace tiempo me acompaña aunque dolorida recalca que día a día insisto en diversas situaciones negarla.
Al darme cuenta las dos estamos sentadas, que manera de reírnos! Hace tanto no me reía así. Recordamos cada una desde su estado, locuras y corduras.
Se pone seria en las oportunidades que intento soslayar estados cuerdos llamandolos locuras... Lo siento amiga, hay que hacerse cargo-me dice.
Enamorada? que locura!!! Y mi risa irónica le cala por la espalda. Indica con su dedo índice mi pecho, creo entender el mensaje pero con una mirada a modo de pregunta intento que explique sobre su señalador, mi gesto le basta para comprender y asimila mi situación, mi negativa, mi sincericidio.
Menciona a Romeo y Julieta. No contengo las ganas y las carcajadas saltan de mi boca como el llanto de una criatura con hambre, mucho hambre. Sin embargo no caduca en su mensaje que no logro comprender (no logro?)
Nos miramos fijamente, sin notarlo escurre una lágrima en mi mejilla, llegando a la comisura de mi boca, abro los labios para tragarla, de esa manera nadie notará mi verdad.
Bajo la cabeza, un poco tarde, para disimular el hecho. Al volver a mí noto que el punto "equis" está por demás concurrido.
Quienes creí que pasaban inadvertidos llamaron a una cierta seguridad, los murmullos de los personajes establecidos en las esquinas me hacen dudar de mi estabilidad. Las miradas centradas en mí, me hacen notar cierta rareza en el aire. Estaba sola sentada en la "equis de rumbos diferentes y puntos en común" La rareza que el resto ve es estar sentada donde quiero estar.
Y la loca? pregunto a quien me toma del brazo levantándome. Me mira, me sonríe y solo atina a señalar con el dedo índice hacia el sur... Allá va! Buscando la felicidad... y vuelve a sonreírme.
Sentada en la camilla y observando las miradas atónitas de todas esas personas que observaban mi traslado sonreí y con picardía le dí la razón a mi razonamiento... Su estado, sin duda es el mejor.

 

Desde luego no hay duda que es una buena narrativa,denuevo salió nuestro otro yo,el que nos hace reaccionar aveces a tiempo o a destiempo ¿pero quien lo sabe?.Me agrada tu estilo de escribir, un abrazo.

 

Gracias... el otro yo, que en definitiva tiene más fuerza que el mismo yo que construímos con reglas sociales o familiares, es el que de a poco y sin miedo busco escuchar. GRACIAS POR TUS PALABRAS, HALAGAN Y DAN GANAS DE MOSTRAR LO QUE UNO SIENTE. Un gran abrazo,