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Composiciones de Homero Manzi

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por El Poeta del Asfalto, 2 de Marzo de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 1765

  1. El Poeta del Asfalto

    El Poeta del Asfalto Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    4 de Septiembre de 2006
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    Hombre
    Biografía:
    http://www.todotango.com/spanish/creadores/manzi.html

    Vaya como humilde homenaje
    Algunas de sus composiciones:

    Saludos
    El Poeta del Asfalto
    ww.elsolyanoeselsol.blogspot.com​

    Viejo ciego (Tango) 1926
    Con un lazarillo llegás por las noches
    trayendo las quejas del viejo violín,
    y en medio del humo
    parece un fantoche
    tu rara silueta
    de flaco rocín.
    Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
    al ir destrenzando tu eterna canción,
    ponés en las almas
    recuerdos añejos
    y un poco de pena mezclás al alcohol.

    El día en que se apaguen tus tangos quejumbrosos
    tendrá crespones de humo la luz del callejón,
    y habrá en los naipes sucios un sello misterioso
    y habrá en las almas simples un poco de emoción.

    El día en que no se oiga la voz de tu instrumento
    cuando dejés los huesos debajo de un portal
    los bardos jubilados, sin falso sentimiento
    con una "canzonetta" te harán el funeral.

    Parecés un verso
    del loco Carriego
    parecés el alma
    del mismo violín.
    Puntual parroquiano tan viejo y tan ciego,
    tan llena de pena, tan lleno de esplín.

    Cuando oigo tus notas
    me invade el recuerdo
    de aquella muchacha
    de tiempos atrás.

    A ver, viejo ciego,
    tocá un tango lerdo
    muy lerdo y muy triste
    que quiero llorar.

    Tal vez será su voz (Tango) 1943
    Suena el piano, la luz está sobrando,
    se hace noche de pronto y sin querer
    las sombras se arrinconan
    evocando a Griseta, a Malena, a María Ester.

    Las sombras que esta noche trajo el tango
    me obligan a evocarla a mí también.
    Bailemos que me duele estar soñando
    con el brillo de su traje de satén.

    ¿Quién pena en el violín?
    ¿Qué voz sentimental
    cansada de sufrir
    se ha puesto a sollozar así?
    Tal vez será el rumor
    de aquella que una vez
    de pronto se durmió.
    ¡Tal vez será su voz, tal vez!
    Su voz no puede ser,
    su voz ya se apagó,
    ¡tendrá que ser nomás
    mi propio corazón!

    Era triste, era pálida y lejana,
    negro el pelo, los ojos verde gris.
    Y eran también sus labios al sol de la mañana
    una triste flor de carmín.

    Un día no llegó, quedé esperando.
    Y luego me contaron su final.
    Por eso con las sombras de los tangos
    ¡vanamente la recuerdo más y más!


    Sur (Tango) 1948
    San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
    Pompeya y más allá la inundación.
    Tu melena de novia en el recuerdo
    y tu nombre florando en el adiós.
    La esquina del herrero, barro y pampa,
    tu casa, tu vereda y el zanjón,
    y un perfume de yuyos y de alfalfa
    que me llena de nuevo el corazón.

    Sur,
    paredón y después...
    Sur,
    una luz de almacén...
    Ya nunca me verás como me vieras,
    recostado en la vidriera
    y esperándote.
    Ya nunca alumbraré con las estrellas
    nuestra marcha sin querellas
    por las noches de Pompeya...
    Las calles y las lunas suburbanas,
    y mi amor y tu ventana
    todo ha muerto, ya lo sé...

    San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
    Pompeya y al llegar al terraplén,
    tus veinte años temblando de cariño
    bajo el beso que entonces te robé.
    Nostalgias de las cosas que han pasado,
    arena que la vida se llevó
    pesadumbre de barrios que han cambiado
    y amargura del sueño que murió.


    Romance de barrio (Vals) 1947

    Primero la cita lejana de abril,
    tu oscuro balcón, tu antiguo jardín.
    Más tarde las cartas de pulso febril
    mintiendo que no, jurando que sí.

    Romance de barrio tu amor y mi amor.
    Primero un querer, después un dolor,
    por culpas que nunca tuvimos,
    por culpas que debimos sufrir los dos.

    Hoy vivirás
    despreciándome, tal vez sin soñar
    que lamento al no poderte tener
    el dolor de no saber olvidar.
    Hoy estarás
    como nunca lejos mío,
    lejos de tanto llorar.
    Fue porque sí,
    que el despecho te cegó como a mí,
    sin mirar que en el rencor del adiós
    castigabas con crueldad tu corazón.
    Fue porque sí
    que de pronto no supimos pensar,
    que es más fácil renegar y partir
    que vivir sin olvidar.

    Ceniza del tiempo la cita de abril,
    tu oscuro balcón, tu antiguo jardín
    las cartas trazadas con mano febril
    mintiendo que no, jurando que sí.
    Retornan vencidas tu voz y mi voz
    trayendo al volver con tonos de horror,
    las culpas que nunca tuvimos
    las culpas que debimos pagar los dos.


    Pena mulata (Milonga) 1940
    Pena mulata
    que se desata
    bajo la bata
    de broderí.

    Dolor de milonga
    que apenas prolonga
    con queja tristonga
    la noche de abril.

    Como un espejo
    Bruñido y viejo
    brilla el pellejo
    del bailarín.

    Clavel escarlata
    que el ansia delata
    temblando en la bata
    su mancha carmín.

    Tu madre murió de amores
    en el Barrio del Tambor.
    Le abrió caminos de ausencia
    el puñal de un cuarteador.

    Tu padre murió a la sombra
    por vengar esa traición.
    Mulata, nació tu estrella
    en un cielo de crespón.

    Luz de locura
    brilla en la oscura
    mirada dura
    del bailarín.

    Alcohol de añoranza
    que al son de la danza
    calienta venganzas
    debajo la crin.

    Pobre morena,
    brotó en tus venas
    una serena
    flor carmesí.

    Rencor en acecho,
    pincel del despecho
    pintando en tu pecho
    la mancha carmín.

    Tu madre murió de amores,
    alma blanca y piel carbón.
    Mulata, fueron sus labios
    el rencor de un cuarteador.
    Tu padre murió a la sombra
    por vengar esa traición.
    Mulata, nació tu estrella
    en un cielo de crespón.

    Pena mulata
    que se desata
    bajo la bata
    de broderí.

    Dolor de milonga
    que apenas prolonga
    con queja tristonga
    la noche de abril.


    Milonga sentimental (Milonga) 1931
    Milonga pa' recordarte,
    milonga sentimental.
    Otros se quejan llorando,
    yo canto por no llorar.
    Tu amor se secó de golpe,
    nunca dijiste por qué.
    Yo me consuelo pensando
    que fue traición de mujer.

    Varón, pa' quererte mucho,
    varón, pa' desearte el bien,
    varón, pa' olvidar agravios
    porque ya te perdoné.
    Tal vez no lo sepas nunca,
    tal vez no lo puedas creer,
    ¡tal vez te provoque risa
    verme tirao a tus pies!

    Es fácil pegar un tajo
    pa' cobrar una traición,
    o jugar en una daga
    la suerte de una pasión.
    Pero no es fácil cortarse
    los tientos de un metejón,
    cuando están bien amarrados
    al palo del corazón.

    Milonga que hizo tu ausencia.
    Milonga de evocación.
    Milonga para que nunca
    la canten en tu balcón.
    Pa' que vuelvas con la noche
    y te vayas con el sol.
    Pa' decirte que sí a veces
    o pa' gritarte que no.


    Milonga triste (Milonga) 1936
    Llegabas por el sendero
    delantal y trenzas sueltas.
    Brillaban tus ojos negros
    claridad de luna llena.
    Mis labios te hicieron daño
    al besar tu boca fresca.
    Castigo me dio tu mano
    pero más golpeó tu ausencia. ¡Ay!...

    Volví por caminos blancos,
    volví sin poder llegar.
    Grité con mi grito largo,
    canté sin saber cantar.

    Cerraste los ojos negros.
    Se volvió tu cara blanca.
    Y llevamos tu silencio
    al sonar de las campanas.
    La luna cayó en el agua.
    El dolor golpeó mi pecho.
    Con cuerdas de cien guitarras
    me trencé remordimientos. ¡Ay!...

    Volví por caminos viejos,
    volví sin poder llegar.
    Grité con tu nombre muerto
    recé sin saber rezar.

    Tristeza de haber querido
    tu rubor en un sendero.
    Tristeza de los caminos
    que después ya no te vieron.
    Silencio del camposanto.
    Soledad de las estrellas.
    Recuerdos que duelen tanto.
    Delantal y trenzas negras. ¡Ay!...

    Volví por caminos muertos
    volví sin poder llegar.
    Grité con tu nombre bueno,
    lloré sin saber llorar.


    Manoblanca (Tango) 1941

    Dónde vas carrerito del este
    castigando tu yunta de ruanos,
    y mostrando en la chata celeste
    las dos iniciales pintadas a mano.

    Reluciendo la estrella de bronce
    claveteada en la suela de cuero,
    dónde vas carrerito del Once,
    cruzando ligero las calles del Sur.

    ¡Porteñito!... ¡Manoblanca!...
    Vamos ¡fuerza, que viene barranca!
    ¡Manoblanca!... ¡Porteñito!
    ¡Fuerza! ¡vamos, que falta un poquito!

    ¡Bueno! ¡bueno!... ¡Ya salimos!...
    Ahora sigan parejo otra vez,
    que esta noche me esperan sus ojos
    en la Avenida Centenera y Tabaré.

    Dónde vas carrerito porteño
    con tu chata flamante y coqueta,
    con los ojos cerrados de sueño
    y un gajo de ruda detrás de la oreja.

    El orgullo de ser bien querido
    se adivina en tu estrella de bronce,
    carrerito del barrio del Once
    que vuelves trotando para el corralón.

    ¡Bueno! ¡bueno!... ¡Ya salimos!...
    Ahora sigan parejo otra vez
    mientras sueño en los ojos aquellos
    de la Avenida Centenera y Tabaré.

    El pescante (Tango) 1934
    Yunta oscura trotando en la noche.
    Latigazo de alarde burlón.
    Compadreando de gris sobre el coche
    por las piedras de Constitución.

    En la zurda amarrada la rienda,
    amansó al colorao redomón.
    Y, como él, se amansaron cien prendas
    bajo el freno de su pretensión.

    ¡Vamos!...
    cargao con sombra y recuerdo.
    ¡Vamos!...
    atravesando el pasado.
    ¡Vamos!...
    al son de tu tranco lerdo
    ¡Vamos!...
    camino al tiempo olvidado.
    Vamos por viejas rutinas,
    tal vez de una esquina
    nos llame René.
    Vamos que en sus aventuras
    viví una locura
    de amor y suissé.

    Tungo flaco tranqueando en la tarde
    sin aliento al chirlazo cansao.
    Fracasado en su último alarde
    bajo el sol de la calle Callao.

    Despintado el alón del sombrero
    ya ni silba la vieja canción,
    pues no quedan ni amor ni viajeros
    para el coche de su corazón.

    Malena (Tango) 1941
    Malena canta el tango como ninguna
    y en cada verso pone su corazón.
    A yuyo del suburbio su voz perfuma,
    Malena tiene pena de bandoneón.
    Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
    tomó ese tono oscuro de callejón,
    o acaso aquel romance que sólo nombra
    cuando se pone triste con el alcohol.
    Malena canta el tango con voz de sombra,
    Malena tiene pena de bandoneón.

    Tu canción
    tiene el frío del último encuentro.
    Tu canción
    se hace amarga en la sal del recuerdo.
    Yo no sé
    si tu voz es la flor de una pena,
    só1o sé que al rumor de tus tangos, Malena,
    te siento más buena,
    más buena que yo.

    Tus ojos son oscuros como el olvido,
    tus labios apretados como el rencor,
    tus manos dos palomas que sienten frío,
    tus venas tienen sangre de bandoneón.
    Tus tangos son criaturas abandonadas
    que cruzan sobre el barro del callejón,
    cuando todas las puertas están cerradas
    y ladran los fantasmas de la canción.
    Malena canta el tango con voz quebrada,
    Malena tiene pena de bandoneón.

    Fuimos (Tango) 1945
    Fui como una lluvia de cenizas y fatigas
    en las horas resignadas de tu vida...
    Gota de vinagre derramada,
    fatalmente derramada, sobre todas tus heridas.
    Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve
    rosa marchitada por la nube que no llueve.
    Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza
    que no puede vislumbrar su tarde mansa.
    Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
    que no llora, que se echó a morir.

    ¡Vete...!
    ¿No comprendes que te estás matando?
    ¿No comprendes que te estoy llamando?
    ¡Vete...!
    No me beses que te estoy llorando
    ¡Y quisiera no llorarte más!
    ¿No ves?,
    es mejor que mi dolor
    quede tirado con tu amor
    librado de mi amor final
    ¡Vete!,
    ¿No comprendes que te estoy salvando?
    ¿No comprendes que te estoy amando?
    ¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
    ni me llores, ni me quieras más!

    Fuimos abrazados a la angustia de un presagio
    por la noche de un camino sin salidas,
    pálidos despojos de un naufragio
    sacudidos por las olas del amor y de la vida.
    Fuimos empujados en un viento desolado...
    sombras de una sombra que tornaba del pasado.
    Fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza,
    que no puede vislumbrar su tarde mansa.
    Fuimos el viajero que no implora, que no reza,
    que no llora, que se echó a morir.

    Fueye (Tango) 1942
    Cuando llegó, te oí reir
    cuando se fue, lloró tu son
    en tu teclado está, como escondida
    hermano bandoneón toda mi vida.
    Con tu viruta de emoción está encendida
    la llama oscura de tu ausencia
    y de mi amor.
    Cuando llegó, te oí reir
    cuando se fue, lloró tu sol.

    Fueye, no andés goteando tristezas,
    fueye, que tu rezongo me apena.
    Vamos, no hay que perder la cabeza,
    vamos, que ya sabemos muy bien
    que no hay que hacer,
    que ya se fue de nuestro lao
    y que a los dos no has tirao
    en el rincón de los recuerdos muertos.
    Fueye, no andés goteando amargura
    Vamos, hay que saber olvidar.

    Cuando llegó, cristal de amor.
    Cuando se fue, voz de rencor.
    Guardé su ingratitud dentro‘e tu caja
    y con tu manta azul le hice mortaja.
    Esa es la historia del castillo de baraja
    que levantamos a tu arrullo bandoneón.
    Cuando llegó, cristal de amor.
    Cuando se fue, voz de rencor.

    Fueye, no andés goteando tristezas,
    fueye, que tu rezongo me apena.
    Vamos, no hay que perder la cabeza.
    Vamos, si ya sabemos muy bien
    que no hay que hacer,
    que ya se fue de nuestro lao,
    y que a los dos nos ha tirao
    en el rincón de los recuerdos muertos.
    Fueye, no andes goteando amargura.
    Vamos, hay que saber olvidar.


    El último organito (Tango) 1949
    Las ruedas embarradas del último organito
    vendrán desde la tarde buscando el arrabal,
    con un caballo flaco y un rengo y un monito
    y un coro de muchachas vestidas de percal.

    Con pasos apagados elegirá la esquina
    donde se mezclan luces de luna y almacén
    para que bailen valses detrás de la hornacina
    la pálida marquesa y el pálido marqués.

    El último organito irá de puerta en puerta
    hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
    de la vecina aquella que se cansó de amar;
    y allí molerá tangos para que llore el ciego,
    el ciego inconsolable del verso de Carriego,
    que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.

    Tendrá una caja blanca el último organito
    y el asma del otoño sacudirá su son,
    y adornarán sus tablas cabezas de angelitos
    y el eco de su piano será como un adiós.

    Saludarán su ausencia las novias encerradas
    abriendo las persianas detrás de su canción,
    y el último organito se perderá en la nada
    y el alma del suburbio se quedará sin voz.


    Desde el alma (Vals) 1947
    Alma, si tanto te han herido,
    ¿por qué te niegas al olvido?
    ¿Por qué prefieres
    llorar lo que has perdido,
    buscar lo que has querido,
    llamar lo que murió?

    Vives inútilmente triste
    y sé que nunca mereciste
    pagar con penas
    la culpa de ser buena,
    tan buena como fuiste
    por amor.

    Fue lo que empezó una vez,
    lo que después dejó de ser.
    Lo que al final
    por culpa de un error
    fue noche amarga del corazón.

    ¡Deja esas cartas!
    ¡Vuelve a tu antigua ilusión!
    Junto al dolor
    que abre una herida
    llega la vida
    trayendo otro amor.

    Alma, no entornes tu ventana
    al sol feliz de la mañana.
    No desesperes,
    que el sueño más querido
    es el que más nos hiere,
    es el que duele más.

    Vives inútilmente triste
    y sé que nunca mereciste
    pagar con penas
    la culpa de ser buena,
    tan buena como fuiste
    por amor.

    De barro (Tango) 1943
    Estoy mirando mi vida
    en el cristal de un charquito
    y pasan mientras medito
    las horas perdidas,
    los sueños marchitos.

    Y están tus ojos queridos
    en el espejo de barro,
    fantasma de mi cigarro,
    reproche y olvido,
    condena y perdón.

    Vuelven tus ojos lejanos
    con el llanto de aquel día.
    Pensar que puse en tus manos
    una culpa que era mía.
    Pensar que no te llamé
    y me alegré
    mientras estabas penando,
    pensar que no te seguí
    y me reí
    cuando te fuiste llorando.

    Y hoy que no vale mi vida
    ni este pucho del cigarro,
    recién sé que son de barro
    el desprecio y el rencor.

    Así midiendo tu pena
    noches y noches consumo
    buscando ver en el humo
    del pucho que fumo
    tu imagen serena.
    Y al encontrarte perdida
    entre cigarro y cigarro,
    sé que fue todo de barro,
    de barro mi vida,
    de barro mi amor.

    Dale dale (Tango)
    En las copas que enturbia la vida
    consejos amargos tu labio bebió,
    y en el teatro de todos los días
    payaso de sombra tu mueca pintó.
    Tras el turbio color de tus ojos
    se crispan rencores de amor y fracaso
    y el destino que empuja tus pasos
    te borra las sendas del bien y del mal.

    ¡Dale! ¡Dale! ¡Dale!
    en tu afán sin ton ni son,
    que en el vaivén de los males
    se engañará tu rencor!
    Rencor de pruebas fatales
    que aguantó tu corazón...
    ¡Dale! ¡Dale! ¡Dale!
    en tu afán sin ton ni son!

    Te descubro detrás de cien caras,
    tu drama no es tuyo, ni es nuevo tu rol.
    Sos la vieja macchietta lograda
    con muchos fracasos de ensueños y amor.
    Sos el viejo muñeco con alma
    que cruza las horas sin sol y sin suerte
    y que espera la paz de la muerte
    buscando el alivio sin luz de un rincón.


    ¡Che bandoneón! (Tango) 1949
    El duende de tu son, che bandoneón,
    se apiada del dolor de los demás,
    y al estrujar tu fueye dormilón
    se arrima al corazón que sufre más.
    Estercita y Mimí como Ninón,
    dejando sus destinos de percal
    vistieron al final mortajas de rayón,
    al eco funeral de tu canción.

    Bandoneón,
    hoy es noche de fandango
    y puedo confesarte la verdad,
    copa a copa, pena a pena, tango a tango,
    embalado en la locura
    del alcohol y la amargura.
    Bandoneón,
    para qué nombrarla tanto,
    no ves que está de olvido el corazón
    y ella vuelve noche a noche como un canto
    en las gotas de tu llanto,
    ¡che bandoneón!

    Tu canto es el amor que no se dio
    y el cielo que soñamos una vez,
    y el fraternal amigo que se hundió
    cinchando en la tormenta de un querer.
    Y esas ganas tremendas de llorar
    que a veces nos inundan sin razón,
    y el trago de licor que obliga a recordar
    si el alma está en "orsai", che bandoneón.




    Betinoti (Milonga) 1939
    En el fondo de la noche
    la barriada se entristece
    cuando en la sombra se mece
    el rumor de una canción.
    Paisaje de barrio turbio
    chapaleado por las chatas
    que al son de cien serenatas
    perfumó su corazón.

    Mariposa de alas negras
    volando en el callejón,
    al rumorear la bordona
    junto a la paz del malvón.
    Y al evocar en la noche
    voces que el tiempo llevó,
    van surgiendo del olvido
    las mentas del payador.

    Estrofa de Betinotti
    rezongando en las esquinas.
    Tristezas de chamuchina
    que jamás te olvidarán.
    Angustias de novia ausente
    y de madre abandonada
    que se quedaron grabadas
    en tu vals sentimental.

    Y la noche de los barrios
    prolongó un canto de amor
    animando tu recuerdo
    ¡Betinotti, el Payador!



    Barrio de tango (Tango) 1942
    Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,
    durmiéndose al costado del terraplén.
    Un farol balanceando en la barrera
    y el misterio de adiós que siembra el tren.
    Un ladrido de perros a la luna.
    El amor escondido en un portón.
    Y los sapos redoblando en la laguna
    y a lo lejos la voz del bandoneón.

    Barrio de tango, luna y misterio,
    calles lejanas, ¡cómo estarán!
    Viejos amigos que hoy ni recuerdo,
    ¡qué se habrán hecho, dónde estarán!
    Barrio de tango, qué fue de aquella,
    Juana, la rubia, que tanto amé.
    ¡Sabrá que sufro, pensando en ella,
    desde la tarde que la dejé!
    Barrio de tango, luna y misterio,
    ¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!

    Un coro de silbidos allá en la esquina.
    El codillo llenando el almacén.
    Y el dramón de la pálida vecina
    que ya nunca salió a mirar el tren.
    Así evoco tus noches, barrio 'e tango,
    con las chatas entrando al corralón
    y la luna chapaleando sobre el fango
    y a lo lejos la voz del bandoneón.
     
    #1

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