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Con las manos de Carla

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Clau88815, 25 de Diciembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 368

  1. Clau88815

    Clau88815 Poeta recién llegado

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    7 de Septiembre de 2014
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    Género:
    Mujer
    Eran las diez de la mañana de un día de octubre. La primavera se desplegaba con toda su fragancia y color.

    El barrio Bonito despertó con los primeros rayos de sol y el correteo de los niños para ir a la escuela.

    En una casona una mujer observaba el ajetreo por la ventana. Sus ojos tristes contrastaban considerablemente con su hermoso semblante. Cerró la cortina para continuar con los quehaceres hogareños, cuando oyó que el timbre sonaba. Se dirigió rápidamente a la puerta y ya se disponía a abrir cuando de súbito recordó que no estaba de más ser precavida.

    _ ¿Quién es?, preguntó la mujer algo inquieta.

    _Soy yo Carla, Sra. Antonia, le respondió efusivamente una voz.

    La mujer esbozó una sonrisa y se apresuró a quitar el seguro de la puerta. Ya una vez dentro saludaba la joven a la mujer que le ofrecía una cálida bienvenida.

    _ ¿Cómo has estado Carla? No te esperábamos tan pronto. ¿Cómo van con lo de la mudanza?, preguntaba la joven mujer con gran interés.


    _Bien, muy bien por suerte. No había podido venir porque tenía mucho que empacar y luego allá en la nueva casa para acomodar, pero ya esta casi todo listo. Y hoy salí temprano del liceo. Y ahora que vivo más cerca puedo venir mas seguido. Claro, si me lo permite usted Sra. Antonia, exclamó la joven.

    _Por supuesto Carla, querida. Sabes que siempre eres bienvenida en esta casa, respondió la mujer sonriente.

    _ ¿Y cómo está ella?, pregunto la chica mostrando un dejo de preocupación.

    _Ya sabes está resistiendo, musitó la señora algo afligida.

    _ ¿Puedo subir a verla?, preguntó la muchacha.

    _Si, claro. Le va a dar mucho gusto verte.

    Y subió la jovencita la escalera para ir al encuentro de su amiga. Ya en el camino desacelero el paso y se topo con la puerta de la recamara, la cual abrió lentamente. Miro la amplia habitación con su color pintoresco, su gran ventanal y sus elegantes muebles. Y dirigió su mirada a la gran cama en la que su amiga parecía estar durmiendo profundamente. Se acercó despacio

    procurando no despertarla. Y se inclinó unos segundos sobre ella para observarla más cuidadosamente. Se veía ahora tan frágil, tan indefensa. Ella que siempre había sido intrépida y enérgica. No parecía la misma postrada en esa cama. Todo se distorsionaba a su alrededor, hasta su bello cuarto, se había transformado ahora más que en un refugio en una prisión.

    De pronto la muchacha abrió sus ojos y sonrió al ver a su amiga.

    _Carla, viniste. ¡Te extrañé, dijo la joven con emoción!

    _Yo también te extrañé. Pero se me complicó mucho para venir, con todo el tema de la mudanza. Pero bueno, ya estoy acá, explicó la muchacha. Y además te tengo una noticia, que se que te va a gustar, exclamó alegre.

    _ ¿De que se trata?, le increpo su amiga sin poder contener la curiosidad.

    _Bueno, hay una propuesta, es un concurso de cuentos. Solo a nivel barrial, no tiene nada que ver con el liceo, ni nada, expresó la chica tratando de recordar todo lo que había leído.

    _ ¡Me encanta, que bueno! Me entretiene mucho poder hacer esto. ¿Es un tema libre?, preguntó mostrando aun más interés.

    _No, creo que es sobre la amistad, después te traigo las bases para que sepas de que se trata, explicó la jovencita.

    _Melani, sabes, tu madre habló con la mía hace unas semanas y le contó que te vas a operar. Sabes que yo te apoyo decidas lo que decidas, pero me alegro, expuso la joven en un tono mas serio.

    _Vas a poder recuperar tu vida. Vas a poder volver al liceo y ver a tus amistades, hablaba la joven muy entusiasmada.

    _No es tan rápido como crees. La recuperación es muy lenta y difícil, el doctor dice que siempre pueden existir complicaciones, habló la muchacha en un tono mas bajo.

    _Lo que tenes que hacer es pensar positivamente y vas a ver que todo va a salir bien, decía la otra joven, apretándole el brazo en señal de apoyo.

    _Sabes, le doy gracias a Dios por tenerte conmigo. Carla, sos mi mejor amiga. Sin vos mi vida seria como estar en una caja, sin poder ver lo que pasa fuera de mi cuarto, dijo cerrando los ojos por un instante.

    _Sabes, yo no soy la única que te quiere y te extraña. En el liceo me preguntan mucho por vos. Yo les sigo diciendo eso en que quedamos, de que estas fuera por una beca y que…

    _Perdóname Carla, por pedirte que mientas, le interrumpió la muchacha. No me gusta tener que pedírtelo porque se que va en contra de tu forma de ser. Pero si supieran que estoy acá, si alguien viniera…No quiero que me vean así, no lo soportaría, dijo con un hilo de voz.

    _Melani, nadie te trataría mal. Yo no lo permitiría, lo sabes.

    _Se asombrarían de verme así y no dirían nada delante de mi solo por lástima. Carla peso más de ciento ochenta quilos. Estoy en esta cama desde hace un año. Ya no me puedo mover ni en silla de ruedas. Ni siquiera puedo escribir, no puedo levantar las manos mucho tiempo sin que me duelan. Se bien que con el traslado para la cirugía todo el mundo va a saber la verdad y bueno, tendré que enfrentarlo. Pero para eso todavía falta un mes, expresó resignada.

    _Esta bien Melani tranquila, no te preocupes. No voy a decir nada. ¿Estas bien? ¿Necesitas que te alcance algo?, preguntó su amiga.

    _No, estoy bien, gracias, dijo la muchacha más calmada.

    _Bueno, yo me voy y vengo mañana con toda la información para el cuento. Te dejo, así ya podes ir pensando que poner, dijo mientras depositaba un beso en la frente de su amiga.

    Y así los días fueron transcurriendo, con la visita acostumbrada de la joven Carla a casa de su amiga. Su calida compañía abrigaba más a Melani que el calor del sol que entraba por la ventana. Su madre se acercaba seguido para ver si necesitaban algo y se encontraba a menudo con la muchacha escribiendo lo que su amiga le dictaba. Sonreía para si, recordando las veces que dudó de su amistad. Y es que Carla era una muchacha muy bonita y atlética, nada mas ni nada menos que una de las mejores porristas de su liceo. Siempre había temido la mujer que las diferencias físicas terminaran por alejarlas. Pero su miedo se desvaneció al ver que la muchacha seguía teniendo la misma nobleza que de niña.

    Así secretamente, siguieron las amigas en ese cuarto, creando el cuento, dictando una y escribiendo la otra, hasta que al pasar veinte días lo hubieron terminado.

    _ Ya está, está precioso Melani. Pero eso si no me insistas en que le ponga mi nombre porque no lo voy a hacer. Es tuyo y va a tener tu nombre, sentenció la joven.

    _Pero vos lo escribiste Carla, replicó esta.

    _Con tus ideas, repuso la otra niña.

    _Bueno, en ese caso que tenga nuestro seudónimo personal, dijo sonriente.

    _Carmela, dijeron ambas chicas al mismo tiempo riendo.

    Y como el tiempo parece transcurrir mas aprisa cuando uno quiere detenerlo se hizo la noche anterior a la operación. La madre de Melani hacia los últimos aprontes para el tan esperado día, cuando recibió una llamada muy desafortunada. Eran los padres de Carla para informarle que esta había sufrido un terrible accidente que le había costado la vida. Sintió la mujer que la mitad de su vida se había perdido con esa noticia. Y la invadió una tremenda angustia que trató de ahogar por el bien de su propia hija.

    Le comentó consternada la noticia a su marido.

    _No se lo digas. La operación no se puede cancelar y hay que ver si después de esto todavía quiere hacerlo. No se lo digas, no hasta después de la operación, dijo el marido.

    Y llegó el día. Como era de esperarse una multitud se reunió frente a la casa al ver el movimiento de bomberos y paramédicos. Mediante un gran operativo que incluyó derribar parte de la pared, se logró sacar a la joven. Los vecinos asombrados daban muestras de apoyo a la chica, quien se extrañaba de no ver a su querida amiga ahí. Finalmente la trasladaron a la sala de operaciones de un hospital especializado en casos de obesidad mórbida. Todo estaba listo y en la sala de preparación, sus padres la alentaban con palabras de cariño, aún cuando ellos sentían un gran temor.

    _Te amamos, lo sabes, chiquita, decía con emoción su madre.

    _Mi princesa, te vamos a ver en un rato, le decía su padre conteniendo las lágrimas.

    _No se olviden de hablarle a Carla, fue lo ultimo que dijo antes de que la llevaran al quirófano.

    Y se la llevaron para realizar un procedimiento de dos horas como máximo. Pero cuando las dos horas se volvieron tres y luego cuatro, los padres de Melani cambiaron sus expectativas por preocupación únicamente.

    La madre de la chica se quedó junto a una ventana mirando el paisaje que este ofrecía a los espectadores. Un mundo como no lo podía ver su hija desde la cama en la que estaba postrada desde hacia un año. Pensaba en como habían resultado las cosas por azares del destino.

    Cuando el doctor finalmente vino a comunicarles la noticia a los padres, su cara y sus gestos decían una verdad que estos temían conocer. _Complicaciones, fue lo que dijo, complicaciones debido al estado del organismo.

    _Se hizo todo lo que se pudo, insistió

    Escuchaban los padres las palabras de este como intentando hallar un consuelo, como si esperaran todavía un milagro, aunque la realidad era tan distinta de lo que soñaban. Sabían que esta era una posibilidad. Sabían que las probabilidades eran muy pocas. Y olvidando los discursos del doctor volvió la mujer sus hinchados ojos a la vista de aquella ventana. Y lloró un llanto ahogado, por el dolor tan grande de perder a su hija. Así como tantas veces había llorado por verla sufrir tirada en una cama, apartada del mundo que la rodeaba.

    Los días que siguieron a su muerte estuvieron plagados de sentimientos de dolor y melancolía. La madre pasaba la mayor parte del tiempo en el cuarto de su hija. Sin ella ahora la alcoba se veía mucho más grande aún. Tocaba la mujer cada pertenencia de la muchacha como si fuera algo sagrado. Y sentada en la gran cama reforzada se dispuso a ver los papeles que había en la mesa de luz. Algo le llamó especialmente la atención. Una nota de Carla que decía que su cuento había ganado el primer lugar en el concurso y por lo tanto iba a recibir una mención en el diario local. Leyó la mujer el cuento que estaba junto a la nota, se titulaba “Retrato de la amistad” y vio el seudónimo al final, Carmela.

    _Carmela, Carmela, repitió.

    _Carla y Melani, dijo y una lagrima rodó hasta caer sobre el papel.

    Se quedó pensativa unos instantes y luego tomó su cartera y con paso firme salió a la calle. Caminó un par de cuadras y llegó a la puerta del salón del barrio, donde pidió para hablar con las personas encargadas. Se presentó ante unas mujeres que le ofrecieron sus condolencias por la reciente pérdida de su hija. Y les habló la mujer para manifestar un pedido. Dijo que tenía que explicarles todo para que pudieran entender ese pedido. En la humilde sala varias personas escuchaban un relato que los dejaba estupefactos.

    Ignoraban hasta el momento quién o quienes eran los ganadores del cuento. Y escuchaban emocionados las palabras de la pobre mujer.

    _Solo quería que se conocieran sus nombres, pero más que nada quería que supieran quienes eran.

    _ ¡Es importante para mi que sepan quién era mi hija!, expresó la mujer con una gran emoción en sus palabras.

    Y se quedó ahí contando un cuento, que era real, que como muchos supera por lejos la ficción. La historia de dos amigas que desde la infancia habían permanecido unidas a pesar de todo. Una historia, de dos vidas, que eran una al mismo tiempo. Y que más allá de todas las diferencias y las circunstancias, eran, el verdadero retrato de la amistad.
     
    #1

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