Condena a muerte

Una vez más me vuelvo a despertar hasta que los rayos del sol encienden las sombrías paredes del cuarto que me tienen cautiva, mis ojos se abren resignados para recibir lo que en algún tiempo fue la bendición de un nuevo día; aunque han de saber que aun me sigo preguntando si no es todo esto un tenebroso sueño, sino me estoy engañando a mi misma y la realidad es otra completamente diferente y sobretodo, otra, indiscutiblemente feliz.
Mi lacerado cuerpo hace un desgarrado esfuerzo por ponerse en pie pero es completamente inútil. Sólo puedo mirar oscilando el ventilador pegado al techo en esta calurosa mañana de domingo, si, domingo; aunque haya perdido por completo la fuerza de mi cuerpo y de mi espíritu es mi misión la que me mantiene cuerda. Sus aspas parecen estar tan inmensamente lejos como la oportunidad de que todo esto salga bien.
Sobre mis hombros pesa una condena a muerte puedo olerla, en la inmundicia en la que estoy sumida, en el asqueroso aroma del pañal de mi hijo que tiene varios días sin cambiar, en la sangre seca y descompuesta que está impregnada en mis sabanas; puedo verla, en los ojos tristes de aquellos que me quieren y aun mintiendo me dice que voy a estar bien, en el caos que todo esto ha generado en sus vidas, en el desconsuelo de saber que lo único seguro que tengo es una pronta y dolorosa muerte; lo que es peor, puedo sentirla en mi vientre, ese que un par de ocasiones fuera fuente del milagro de la vida y que ahora se ha convertido en una raíz maligna que ha envenado uno a uno mis órganos hasta reducirlos a una masa de carne podrida e inservible.
El fuerte llanto del menor de mis retoños hace que tome la fuerza sobrehumana para salir de la cama de inmediato. Honestamente no recuerdo cuando fue la última vez que lo alimente y en lo único que de momento puedo pensar es en lo injusta que la vida está siendo con él, tan pequeño, frágil e inocente y tener que soportar todo esto por culpa mía o del destino quizá, tener que lidiar con una madre lisiada que ni siquiera puede ser eso, una madre de verdad que lo cuide, lo nutra y lo proteja; que este ahí para llenarlo de mimos y caricias, que este ahí para cuando ingrese al colegio o para el día de su boda. Tantos momentos importantes que jamás podre pasar a su lado que lo menos que puedo hacer hoy es darle su comida.

Apenas doy un par de pasos y la sangre se desprende de nuevo, soy prisionera de este cáncer que ha fulminado mi sonrisa, mi vitalidad y mi fe. El dolor es tan intenso que habría preferido arrancarme con mis propias manos esa parte de mí. Me doblego con un fuerte grito y aparece mi primogénito de escasos diez años a tratar de tomarme entre sus brazos, miro sus ojos llenos de lágrimas y su voz quebrada tratando de animarme. Eso fue lo último que vi.

Según fuentes diversas El cáncer cervicouterino es una clase común de cáncer en la mujer, es una enfermedad en la cual se encuentra células cancerosas en los tejidos del cuello uterino y la infección con VPH es la causa principal de casi todos los casos de cáncer cervical. Detectado a tiempo es reversible.

 

tantas muertes que se pueden evitar, abrazos