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Corazón de tinta, alma de lago

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Fan Arthur Sotto, 19 de Marzo de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 675

  1. Fan Arthur Sotto

    Fan Arthur Sotto Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Diciembre de 2011
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    Escucha el azul profundo de la noche en mi aliento, mientras que las luces frias danzan aereas en el cielo como finas libelulas con alas de plata. De repente, veo al lago tan similar a unos ojos muy obscuros, pero mis pensamiento son finalmente atrapados por los arboles languidos en la orilla que, arañando un recuerdo en su espejo de agua, petrifican mis ojos como si fuesen pestañas de hielo. ¡Nadie nos vio caminar tomados de las manos esa noche, esa noche como esta!, donde su resplandor ascendente mostraba todo el caos del futuro como el otoño muestra la fragilidad de la vida arrojando sobre la piel hojas muertas.
    Cuando se me viene todo el amor de golpe, pareciera que el cielo se estuviera cayendo y que el viento con el agua del lago penetrara en mis pulmones. Esta noche que no apreciamos juntos, esta noche en la cual sus astros se marchitan inquietos, me llega al alma como si peregrino descalzo cruzara un desierto de nieve. El frio de la madrugada danza conmigo como si fuese niños inquietos de las heladas que se derriten cuando el amanecer ya viene y, no puedo evitar, ¡al menos así fluye desde mis entrañas!, imbuido de gran admiración, la misma sensación de un Vikingo mirando solitario el cielo del norte. Quizá Thor con su martillo ayuda a clavar la estaca del delirio en este corazón de tinta que, muy herido, salpica letras sobre el lago: en sus aguas del olvido.
    No quisiera ocultar aquella persona que fui; no obstante, escucho un canto tan fragil que, brotando de mis venas obscuras, bendice toda la tierra que aun no he pisado. Alguna vez, estos paso fueron mis sueños y esos sueños, nomadas de luz, fueron guiados por perros y sus dioses ciegos. Pero finalmente, en nuestro gran asombro, llegamos a la orilla de este lago y para el momento en que nos habiamos sentado, una nueva temporada había llegado: un alba en la cual los hijos de la tierra —cual escarcha en marcha— cubrian mis sueños con la tormenta de la vida.
     
    #1

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