Cosas de duendes (1)

A los duendes les seduce
revolcarse en la ceniza,
si se queman con las brasas
sufrirán con la paliza.

De la estufa abren la puerta
bien temprano a la mañana,
desde fuera los custodia
una guardia en la ventana.

Con el frío el otro día
el de guardia se metió
dejando la puerta abierta
que a mis ojos sorprendió.

Picardías de los duendes
son razones de la edad
y matizan con su encanto
el dolor en soledad.

 

Geniales versos, con esa picardía refranera tan perdida en estos tiempos. Un placer leerte, poeta.

Un abrazo.

Paco

 

Una dulzura estos hermosos versos.
Los duendes tienen ese poder, gracias
por este momento mágico de tus letras.
Besitos apretados en tus mejillas.

 

Ojalá lograra darle sabor refranero a mis versos...
gracias y abrazo
Jorge

 

Bueno, todos tenemos nuestras pequeñas averías inexplicables.
Aunque posiblemente todo sea metáfora.

Lo que me sorprende del poema es el detalle de pasar de la cuarteta a la mitad del mismo.
Además como en ese momento la rima pasa a ser aguda el cambio se percibe mucho.

Un abrazo, Jorge.
Sergio.

 

Jajaja, ni había notado las asonancias que motivan tu comentario, tardé en entenderlo; lo cambié para evitarlas. Lo de la rima aguda es también cierto: rompe la homogeneidad; no lo cambiaré para evitarlo.

Lo de la puerta abierta es el núcleo de la anécdota, seguramente yo mismo la abrí y me olvidé; los duendes son mi recurso fantástico para explicar estas pequeñas lagunas de mi conciencia... Son simpáticos.

gracias y abrazo
Jorge

 

Gracias a ti por leer y comentar, estimada Ana.
abrazo
Jorge

 

Buena y rápida solución.
Los duendes haciendo de las suyas .

.

 

De modo, querido Jorge, que te encontraste la portezuela de tu salamandra abierta. Esos duendes que revuelven en sus cenizas, ¿no serán los mismos que te hacen los fuegos de artificio con las chispas? En todo caso un poema muy elegante es este que nos compartes con finas redondelas, a las que, al menos a mí, me estás aficionando.
Un abrazo fuerte.
Salvador.

 

Cuando la noche es fría antes de acostarme suelo darle a Sally un leño de quebracho, una maravilla de nuestra naturaleza. Al levantarme, a veces abro la puerta para constatar alborozado que el rescoldo aún arde. Se ve que ese día hice eso y me olvidé de cerrar la portezuela, sorprendiéndome luego al encontrarla abierta. Mi casa es muy aireada, hay huecos por los que entra el viento y hasta alguna comadreja: no moriré asfixiado.

gracias y abrazo, querida Isabel

 

No tengo muy clara la biología de estos duendes, ni siquiera sé si hay varias especies o solo una; no he logrado capturar alguno para estudiarlo, aunque creo que varias veces estuve a punto; las mejores oportunidades me las dan cuando se meten en mis bolsillos para cambiar los llaveros de lugar, pero son muy escurridizos... Sospecho, pero no estoy seguro, que algunos vuelan...

gracias y abrazo
Jorge

 

Me gustó el poema. Los olvidos pueden costar caros, y más cuando se está solo. A mí, por cuestiones que no entro a explicar, ya se me olvidan muchas cosas cotidianas, aunque no estoy solo.

En fin, bonitos versos.

Un abrazo

Carlos

 

Qué bonito, Jorge !! Me llegó al alma ese final tan intenso.
Un placer.
Abrazo.

 

Esto sí que me resulta un elogio excesivo, estimado Luis. Que un poema propio se deje tararear al ritmo de un villancico tradicional es realmente mucho. Seguramente en el cancionero popular la señora métrica puede llevarse varias sorpresas, jajaja.

gracias y abrazo
Jorge

 

Te diría que en general, a causa de la pandemia, he extremado la prudencia. Manejo herramientas como sierras y hachas, con las que la distracción podría mandarme a un hospital: ¡oh, no! Por suerte los duendes cometen pequeñas maldades, por ahora no me han causado mayor daño.

gracias y abrazo
Jorge

 

Jaja: te diré que mis duendes me hacen reír con bastante frecuencia; a falta de travesuras infantiles... La soledad no es sana, estimado.

gracias y abrazo
Jorge

 

No está mal si te hacen reír esos duendes compañeros. Lo es lo mismo la soledad que estar solo. Como bien decís, la soledad no es sana, pero estar solo tiene sus cosas positivas.
Fortísimo abrazo, Jorge.