Cosecha Inicial

COSECHA INICIAL



Toda herida aflora mientras vives, tú has de reconstruirla mientras sucede la perduración de la forma que levanta linderos ante tus ojos espeluznados. Tendrás tal vez alguna de sus grietas para resguardarte, alguna raspadura, así fuese siguiera un par de ataduras para que seas libre.

Soy quien te busca y escucha, quien te oye la voz quebrando el murmullo de mil astros constriñéndote la noche en tu estómago.

Ninguna mole, ningún peso traes para abalanzarte, ningún metro o cintilla para ajustarte las medidas; un bloque informe para erigirte los refugios, la cárcel de tus podredumbres habituales, eso que viene a devorarte las ganas de tedios, aplomos buceando bostezos en la cama. Nada, ni siquiera una diatriba para reprenderte tengo, llamar tu atención ante la asamblea de tu prole, pero aun así te aclamo, pretendo convertirme en el dominio de tus pasos, balanza de privilegios, mancha en tu mirada y no aquél que a solas pretende producirte espasmos en el vientre.

Hombre igual a ti, al fin y al cabo; llevamos la misma carga, el mismo cartapacio bajo el brazo, el silencio voluble de algunas noches agobiadas por la espera, el trajín, la angustia por la tardanza de ciertos horarios devorando la mañana, cumpliendo con la urgencia de hacernos los viejos con futuro asegurado... porque así debe ser la cosecha, la siega que recién empieza, y ya tú has comenzado recolectando tus heridas, tus mieses habituales.