Costado impuro

La noche me invade y por más que haya sol, percibo la tenue luminosidad que destila el tiempo. Desespero en cada destello que precarice tenacidad.
Imploro la belleza a espaldas de la muerte, cuando aún camine hacia la nada.
El túnel avanzará hacia mí.
La mirada baja y los ojos desorbitados.
Son casi las 2 de la madrugada y la franja de sombras sigue vacía. Con el paso de los instantes, escaparemos de los gritos trémulos.
La niebla estila un costado gris en la mañana, subraya un vestigio de cólera retenida en las retinas.
Me suelto y depongo ese estéril estigma, convirtiéndolo todo a un espacio absoluto. Depredando en estado permeable.
La caminata me abstrae y sin embargo no logro desplegar una visión suicida.
Cada tramo eyectado hacia el éter, conspira en mágica absolución, diluida en instancias ambiguas.
Quizá aceche un ápice de pureza en aquellas palabras de paz.
Solo espero entender la planicie de las diminutas imágenes híbridas.
Sigo aborreciéndolo todo.
Incorporando trozos de una realidad empuñada en mi costado impuro.