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Crónicas de la Guerra que nunca existió - "El inicio"

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Luis Elissamburu, 27 de Noviembre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 901

  1. Luis Elissamburu

    Luis Elissamburu Poeta fiel al portal

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    No estoy muy seguro de que las cosas tengan un principio, la realidad fluye. Pero si esta guerra empezó alguna vez, para mí fue aquel día de mayo de 1978, cuando fuí al "Estéban de Luca" a retirar mi Fusil de Asalto Pesado, FAP para los amigos.

    Durante mi Servicio Militar Obligatorio, pasé varios meses allí, practicando tiro y calibrando mira de todo tipo de armas portátiles. El suboficial mayor a cargo del depósito era un correntino cerrado, mas bueno que la yerba mate. Incapáz de entender el absurdo juego que el Ejército Argentino y las demàs Fuerzas Armadas llevaban a cabo en el sur.

    Cuando me vió venir caminando, se puso triste. Esperaba que yo no fuese precisamente yo. Creo que me
    tenía un sincero aprecio y siempre he lamentado la tristeza que le causé.

    La Patria me había ido a buscar muchas veces. Mis jefes decían que "Lopecito es totalmente confiable", hasta cierto punto, tenían razón. Ahí estaba la raíz de mi desgracia.

    Durante los años setenta, había líos por todas partes. Venían de antes, pero se agudizában. Allá en la patagonia, también. Nuestros vecinos, querían aquello que Sarmiento, según ellos, les reconociera. Y querían todo. Aprovechando la inestabilidad política, se venía la toma de posesíon de territorios, no muy extensos, pero cláves en el futuro.

    La cordillera era un laberinto de bósques, arroyos, lagos, montes, hielos eternos y personajes peligrosos.
    Los interéses económicos generában negocios lícitos y de los "otros". En medio de todo, gente simple,
    buena y abandonada a su suerte.

    Legalmente, los gobiernos nunca reconociéron conflicto bélico alguno. Nosotros fuimos "voluntarios", nos llamaban "Brigadas Suicidas", cariñosamente. El trabajo era vigilar los lugares más difíciles, sin que pudiera notarse movimiento militar. Solamente a los locos se les podía ocurrir una solución como esa, y eran tiempos de locos, como yo.

    Aquel mismo día, con mi FAP en su funda de cuero viejo, volé en un Hércules desde El Palomar a una pista de tierra, cercana a una población que no puedo nombrar, en una región del sur cordillerano que no debo describir, para comenzar, esta historia, que no les debería contar.
     
    #1

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