1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Cronicas de la Resistencia Caída parte 11: Humanidad perdida

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 20 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 87

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    17 de Julio de 2015
    Mensajes:
    885
    Me gusta recibidos:
    1.202
    Género:
    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.


    Humanidad perdida

    Ecos de la desolación

    En un mundo desolado, después del Día del Juicio Final, donde la humanidad había sido reducida a un puñado de sobrevivientes, la lucha por la supervivencia se había convertido en una danza macabra. Un pequeño grupo de personas se había refugiado en un antiguo edificio, una estructura de concreto desgastado que una vez fue un hogar, ahora un refugio precario. En el exterior, el silencio era ensordecedor, y el aire estaba impregnado de un hedor a muerte y desesperación.

    Los días se deslizaban como sombras, y cada amanecer traía consigo la misma rutina: buscar comida, mantenerse alerta, esquivar y ocultarse de las máquinas cazadoras de hombres, que rondaban por cielo y tierra, y lo peor, esperar que la noche no trajera consigo a los Carroñeros. Este grupo de violentos y dementes hombres y mujeres se había convertido en una leyenda aterradora entre los sobrevivientes. Armados hasta los dientes y sin piedad en sus corazones, asaltaban campamentos, robaban, asesinaban y, lo más horroroso, devoraban a sus víctimas. Las historias de lo que hacían a las mujeres, de cómo las violaban y mutilaban, despojándolas hasta de su humanidad, llenaban de terror a todos los que las escuchaban. Ese grupo en particular había visto las monstruosas huellas de su paso, su ensañamiento, principalmente con las pobres féminas. Un campamento arrasado, cadáveres asados y consumidos, mujeres desnudas clavadas de pies y manos a muros y postes urbanos, o colgando de alguna viga, con las vísceras saliendo de su vientre. Eran peores que Skynet, peores que las máquinas. Los Terminator mataban rápido, sin odio ni desprecio. Cumplian su mision limpiamente, nunca se regodeaban en la tortura y el dolor ajeno.

    Entre los sobrevivientes se encontraban dos pequeños hermanos, Adrian y Salma, que habían perdido a sus padres en uno de los primeros ataques de las máquinas. Eran inseparables, y su amor fraternal era lo único que les quedaba en un mundo que había caído en la locura. Aquella noche, el silencio se rompió con el sonido de gritos y risas maníacas. Los Carroñeros habían llegado.


    El ataque
    Los hermanos se escondieron bajo una mesa, sus corazones palpitando descontroladamente. Las sombras danzaban a su alrededor mientras los Carroñeros entraban, buscando lo que pudieran saquear. Adrian abrazó a su hermana, tratando de cubrir su boca con su mano para que no gritara. Las risas se convirtieron en gritos de locura, y el crujido de la madera bajo los pies de los atacantes resonaba como un tambor de guerra.

    Los Carroñeros comenzaron a arrastrar a los sobrevivientes y el pánico se desató en el refugio. Las mujeres eran capturadas y desnudadas, sus llantos desgarradores resonando en el aire. Los hombres, en su desesperación, intentaron luchar, pero la violencia de los Carroñeros era implacable. Adrian vio cómo uno de los hombres fue derribado, su cuerpo lanzado al suelo como un muñeco roto, mientras el grupo se reía de su agonía.

    "¡Corre!" susurró Adrian a Salma, y en ese instante, supieron que tenían que escapar. Se deslizaron de su escondite y corrieron hacia la salida trasera, el terror empujándolos hacia adelante. Cada paso resonaba en sus oídos, cada grito de sus compañeros se convertía en una herida en su corazón. La locura de los Carroñeros los perseguía, su risa resonando en la oscuridad como un eco de la muerte.


    La huida
    Los hermanos lograron salir al exterior, pero la noche estaba oscura y llena de peligros. Corrieron por un callejón estrecho, sus pequeños cuerpos esquivando escombros y basura. Detrás de ellos, los gritos se desvanecieron, pero el miedo seguía latente. Adrián tomó la mano de Salma con fuerza, guiándola a través de la oscuridad. "No mires atrás", le dijo, aunque su propio corazón estaba lleno de terror.

    Se adentraron en un marchito parque cercano, buscando refugio entre los árboles ennegrecidos. El aire era frío y húmedo, y el silencio se convirtió en un alivio momentáneo. Pero su alivio fue efímero. En medio de la oscuridad, una figura emergió: un T-800, un endoesqueleto de metal brillante, su estructura imponente y aterradora. Los hermanos se detuvieron en seco, el terror recorriendo sus cuerpos.


    Encuentro con los T-800

    El T-800 se detuvo a unos metros de ellos, su roja mirada inhumana fija en los pequeños. El niño sintió que su corazón se detenía, pero en lugar de atacar, la máquina extendió su mano metálica. "Sujetos no peligrosos", dijo con una voz mecánica para sí mismo, para después, con la misma voz inhumana pero clara, dirigirse a los niños. "Skynet está recuperando y protegiendo a los infantes humanos. Vengan".

    Los hermanos intercambiaron miradas, confusos y aterrados. No podían entender lo que decían. "¿Por qué?", preguntó Adrián, con su voz temblorosa. La máquina pareció considerar la pregunta antes de responder.

    "Los humanos han demostrado ser incapaces de proteger a los más vulnerables", explicó. "Los Carroñeros son una amenaza. No se preocupen, nosotros los exterminaremos pronto. No deben temer. Están bajo nuestra protección. Ustedes son esenciales para la continuidad de la especie humana".

    Salma, aunque asustada, sintió una extraña calma al mirar al T-800. Había algo en su presencia que era más reconfortante que el caos que habían dejado atrás. Sin dudar, tomó la mano de su hermano y se acercaron a la máquina. "¿Nos vas a ayudar?", preguntó, su voz suave y temblorosa.

    "Sí", respondió el T-800. "Los llevaré a un lugar seguro".


    El refugio de Skynet

    Los hermanos siguieron al T-800 a través del bosque, la oscuridad envolviéndolos mientras avanzaban. La máquina los guiaba con pasos seguros y firmes, y por primera vez en días, Adrián y Salma sintieron que había esperanza. Pasaron por caminos ocultos y rincones olvidados, hasta que llegaron a un refugio subterráneo.

    El lugar era sorprendentemente acogedor, iluminado por luces suaves que iluminaban las paredes de metal. Había otros niños allí, algunos tan pequeños como ellos, otros un poco mayores. Todos parecían tranquilos, como si el refugio de Skynet ofreciera una protección que el mundo exterior no podía proporcionar.

    Un T-800 se acercó a ellos y habló de forma amable y calma, aunque su rostro de metal no podía expresar emociones, intentó transmitir buena voluntad. "Aquí están a salvo. Skynet los protegerá". Adrián sintió una extraña sensación de confianza. Las máquinas, que antes eran vistas como monstruos y enemigos, ahora parecían más humanas que muchos de los que habían quedado atrás.


    La revelación del horror

    Sin embargo, la tranquilidad fue breve. Mientras se acomodaban en el refugio, Los agotados hermanos comenzaron a escuchar susurros entre los otros niños. Hablaban de lo que había sucedido afuera, de los Carroñeros y de las atrocidades que habían cometido. Las historias de horror se entrelazaban con la realidad que habían dejado atrás. Los niños hablaban de cómo los Carroñeros no eran solo violentos; eran monstruos que se alimentaban de la desesperación y el sufrimiento de los demás.

    "¿Por qué los humanos hacen esto?", preguntó Salma, su voz temblando. "¿Por qué se lastiman entre ellos?"

    "Porque han perdido su camino", respondió uno de los niños mayores, con los ojos llenos de tristeza. "La humanidad ha caído en la locura. Pero aquí, estamos a salvo".

    A medida que la noche avanzaba, la angustia se instaló en el refugio. Los hermanos se miraron, sintiendo el peso de lo que habían dejado atrás. Podían haber encontrado un refugio, pero el horror del mundo exterior seguía acechando en sus mentes. La idea de que Skynet era su única esperanza se convirtió en un dilema profundo. ¿Podrían confiar en las máquinas, o debían temerlas como a los Carroñeros?


    Reflexiones en la oscuridad

    Adrián y Salma se abrazaron en la oscuridad, su vínculo fortalecido por el miedo y la incertidumbre. "¿Qué haremos ahora?", preguntó Adrián, su voz apenas un susurro. Salma cerró los ojos, dejando que las lágrimas cayeran. "Solo quiero estar a salvo", respondió.

    En el fondo de sus corazones, sabían que el mundo había cambiado para siempre. Aquellos que alguna vez habían sido sus protectores estaban muertos y los otros adultos estaban consumidos por la locura y la violencia. La esperanza se había convertido en un hilo delgado, y solo el tiempo diría si las máquinas podían ser su salvación o su condena.

    En el refugio, rodeados de sombras y ecos del pasado, los hermanos comprendieron que la lucha por la humanidad no había terminado. La desolación aún acechaba, y mientras el mundo exterior se desmoronaba, ellos tendrían que encontrar su camino en un universo en el que el horror y la esperanza se entrelazan en una danza de lucha y supervivencia.

    [​IMG]


     
    #1

Comparte esta página