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Cronicas de la Resistencia Caída parte 13: Ángeles de la Muerte

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 22 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 93

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    Ángeles de la Muerte

    En las profundidades de un mundo devastado por la guerra, donde la esperanza era tan escasa como el sol que apenas iluminaba el cielo, un búnker subterráneo de La Resistencia servía como refugio para aquellos que aún luchaban por la libertad. Las paredes de concreto, reforzadas y cubiertas de mapas y planos, eran testigos de las discusiones estratégicas y las risas apagadas de los que se negaban a rendirse. Sin embargo, incluso en este santuario, la sombra de la muerte acechaba, esperando su momento para golpear.

    Una noche, dos jóvenes mujeres llegaron a las puertas del búnker. Eran una visión de belleza etérea, incluso a través de la suciedad y los harapos que cubrían sus cuerpos. Sus cabellos rubios caían en cascada sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban con una intensidad que parecía iluminar la oscuridad. Los guardias, sorprendidos por su aparición, las llevaron ante los líderes de La Resistencia para ser interrogadas.

    "Somos sobrevivientes", dijo una de ellas con voz suave, casi melódica. "Nuestra caravana fue atacada por las máquinas. Fuimos las únicas que logramos escapar". Sus palabras estaban llenas de dolor, y sus ojos parecían reflejar un sufrimiento genuino. La Resistencia, siempre en busca de aliados y conmovida por su historia, decidió acogerlas.

    A medida que la noche caía sobre el búnker, un silencio inquietante se apoderó del lugar. Los pasillos, normalmente llenos de actividad, se sumieron en una calma extraña. Las jóvenes mujeres, con su belleza angelical, comenzaron a moverse entre los soldados, encandilando a más de uno con sus miradas y sonrisas.

    Fue entonces cuando se acercaron a dos guardias que vigilaban una de las entradas. Con una mezcla de coquetería y misterio, comenzaron a seducirlos, sus voces susurrando promesas que los hombres, atolondrados por su presencia, no pudieron resistir. En un rincón oscuro, lejos de las miradas curiosas, las mujeres se despojaron de las ropas que cubrían su torno, revelando sus hermosos y perfectos senos, los guardias, mansos como cachorros, se entregan sin sentirlo a un abrazo mortal. Con movimientos precisos y letales, rompieron sus cuellos, dejando sus cuerpos caer al suelo sin vida.

    Con las armas de los guardias en sus manos y sin necesidad de cubrir su desnudez, las jóvenes se dirigieron hacia el corazón del búnker. Sus pasos eran ligeros y silenciosos, como si flotaran sobre el suelo. En sus rostros, la expresión helada de la determinación se mezclaba con una serenidad aterradora.

    El ataque fue rápido y brutal. Las mujeres, como sombras en la noche, se movieron por el búnker, disparando con precisión letal. Los soldados, sorprendidos y confundidos, cayeron uno tras otro, sus gritos de alarma y dolor resonando en los pasillos. En cuestión de minutos, el búnker se convirtió en un escenario de horror, con cuerpos esparcidos por doquier y el aire lleno del olor acre de la pólvora.

    A pesar de la carnicería, las mujeres ignoraron a los niños, que, aterrorizados, se escondieron en los rincones oscuros. Los pequeños, con los ojos llenos de lágrimas, observaban la escena con incredulidad, incapaces de comprender cómo dos figuras tan hermosas, cuyos cuerpo blancos y perfectos parecían brillar con la luz de las llamas; podían ser portadoras de tanta destrucción. A sus ojos, las mujeres eran como ángeles de la Muerte, ejecutando su danza macabra con una gracia inquietante.

    Mientras el último eco de los disparos se desvanecía, el búnker quedó en silencio, roto sólo por los sollozos apagados de los niños. Las dos mujeres se detuvieron en el centro de la sala principal, sus rostros inmutables mientras observaban el resultado de su obra. No había remordimiento en sus ojos, solo una calma perturbadora que contrastaba con el caos que las rodeaba.

    Fue entonces cuando uno de los niños, un chico de cabello oscuro y ojos llenos de miedo, se atrevió a hablar. "¿Por qué?", preguntó, su voz apenas un susurro. Las mujeres lo miraron, y por un instante, algo pareció cambiar en sus rostros.

    "No somos lo que parecemos", dijo una de ellas, su voz resonando en el vacío. "Fuimos creadas para esto, para llevar a cabo la voluntad de Aquella que nos controla. Somos Terminator. Ustedes no deben temer, pronto vendrán por ustedes y serán llevados a un lugar seguro, donde serán alimentados y protegidos bajo el poderoso manto de Skynet".

    Los niños, aunque aterrorizados, sintieron una extraña comprensión. Las mujeres, aun siendo unas asesinas, también eran víctimas de un destino impuesto por fuerzas más allá de su control.

    Con su misión cumplida, las mujeres se dirigieron hacia la salida del búnker, dejando tras de sí el eco de su destrucción. Los niños, temblando pero vivos, observaron cómo las figuras se desvanecían en la oscuridad, como fantasmas que regresaban a las sombras de donde habían venido.

    En el silencio que siguió, los pequeños comenzaron a emerger de sus escondites, sus corazones aún latiendo con el miedo que las mujeres habían dejado atrás. Sabían que debían encontrar la manera de sobrevivir, de reconstruir lo que se había perdido. Pero también comprendieron que, en un mundo donde la belleza podía esconder la muerte, la verdadera lucha era preservar la humanidad que quedaba en ellos.

    Así, en un búnker subterráneo, enterrado bajo las ruinas de un mundo en guerra, los niños comenzaron a recoger los fragmentos de su existencia, decididos a no olvidar nunca a las ángeles de la Muerte que habían cambiado sus vidas para siempre. Mientras tanto, se oían pasos acercándose. Venían por ellos, para ser parte del futuro que Skynet construye sin cesar.


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    Última modificación: 24 de Enero de 2025
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