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Cronicas de la Resistencia Caída parte 17: El eco del pasado

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 24 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 100

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.


    El eco del pasado

    La guerra había hecho de la Tierra un lugar inhóspito, donde la esperanza se había convertido en un susurro distante. Los soldados de La Resistencia, cansados y desalentados, luchaban día tras día contra una amenaza que parecía interminable. En medio de este caos, un soldado llamado Ethan se adentró en un antiguo refugio, un lugar que había sido olvidado por el tiempo y la historia, en busca de suministros y, tal vez, alguna pista sobre el paradero de sus compañeros desaparecidos.

    El refugio se encontraba en un sótano polvoriento, protegido por muros de concreto que habían resistido el paso del tiempo. Las luces parpadeaban tenuemente, y el aire estaba impregnado de un olor a humedad y descomposición. A medida que Ethan se adentraba más, sus pasos resonaban en el silencio, como si los ecos de aquellos que habían estado allí antes aún flotaran en el aire.

    En el centro de la sala, encontró una serie de viejos dispositivos de grabación, cubiertos de polvo y telarañas. Con curiosidad y un leve escalofrío recorriéndole la espalda, comenzó a revisar las cintas que estaban apiladas al lado. La etiqueta de una de ellas, desgastada y casi ilegible, decía "Últimas horas". Sin pensarlo mucho, decidió reproducirla.

    La cinta crujió al empezar a girar, y de repente, el refugio se llenó con las voces de seres humanos, risas entrecortadas y gritos de desesperación. Las imágenes comenzaron a proyectarse en la pantalla que había estado apagada durante años. Ethan se encontró atrapado en el relato de aquellos que habían vivido los últimos momentos de su vida antes del colapso de la civilización.

    Las escenas eran desgarradoras: familias reunidas, niños jugando, adultos discutiendo sobre el futuro, ajenos a la oscuridad que se cernía sobre ellos. Pero a medida que la grabación avanzaba, el tono de la conversación se tornó sombrío. El temor se podía sentir en las voces, una mezcla de ansiedad y negación. Ethan sintió un nudo en el estómago al escuchar cómo los humanos intentaban convencerse de que todo estaba bien, a pesar de las alarmas que sonaban en el fondo.

    Con cada cinta que reproducía, la realidad comenzó a desvanecerse gradualmente. Las imágenes de las grabaciones se entrelazaron con su propia memoria, y las voces resonaron en su mente como ecos distorsionados. Se dio cuenta de que no solo estaba observando; estaba experimentando. Las risas se convirtieron en gritos, los rostros felices se transformaron en máscaras de horror. A medida que las cintas se reproducían, Ethan sentía que la locura comenzaba a tomarlo.

    Las visiones se hicieron más vívidas; se encontraba en medio de una multitud que corría desesperada, el sonido de explosiones resonaba en sus oídos, y el aire se llenaba de humo y ceniza. Cuerpos caían a su alrededor, y él no podía hacer nada para ayudar. La línea entre el pasado y el presente se desdibujaba, y la angustia se apoderaba de su mente.

    Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras se daba cuenta de que estaba reviviendo los últimos momentos de aquellos que habían sido atrapados en la vorágine del apocalipsis. Era como si, de alguna manera, sus almas estuvieran conectadas, entrelazadas en un sufrimiento compartido. La desesperación se convirtió en un eco en su corazón, y la locura comenzó a deslizarse por sus venas.

    Ethan se encontraba atrapado en un ciclo interminable de visiones. Cada vez que apagaba una cinta, una nueva comenzaba a girar, llevándolo a otro rincón de la locura humana. Escuchaba susurros de advertencias, fragmentos de conversaciones que no podía entender, ecos de un tiempo que no volvería. La angustia aumentaba, y su mente se fragmentaba. Se sentía como un extraño en su propio cuerpo, una marioneta de los recuerdos de otros.

    Una noche, tras horas de escuchar las grabaciones, decidió apagar todo. Pero la oscuridad del refugio no se disipó. Las voces seguían resonando en su mente, y las imágenes se proyectaban detrás de sus párpados cerrados. Se encontró en un limbo, entre la locura y la realidad, y se dio cuenta de que había perdido algo fundamental: su cordura.

    Desesperado, Ethan salió del refugio, pero el mundo exterior se había transformado. Los rostros de sus compañeros se habían convertido en los rostros de aquellos que había visto en las grabaciones. Los ecos de sus risas se mezclaban con el ruido de la guerra, y en su mente, las visiones se apoderaron de él. Ya no sabía si estaba en el presente o en el pasado, si era un soldado de La Resistencia o una sombra de los que habían caído antes que él.

    La realidad se desvaneció por completo, y se encontró corriendo por un campo de batalla, gritando en medio de la confusión. Unos ojos vacíos lo miraban desde la distancia, y comprendió que había sido testigo de algo más grande que la guerra: había sido testigo de la esencia misma de la humanidad en su hora más oscura.

    En su último momento de lucidez, Ethan comprendió que no podría escapar del eco del pasado. La guerra había dejado cicatrices imborrables, y él era un prisionero de las memorias de aquellos que habían vivido y sufrido antes que él. Con un grito desgarrador, se desplomó en el suelo, asfixiado por la desesperación y la locura que lo consumían. En ese refugio olvidado, el eco del pasado había reclamado una nueva víctima.

    El refugio permaneció oculto, cubierto de polvo y telarañas. Las cintas seguían girando, susurrando las últimas horas de vida de la humanidad, y el eco de sus voces resonaba en el aire, esperando a otro desafortunado que se atreviera a escuchar. Quien se adentrara en sus sombras podría enfrentar el mismo destino que Ethan, atrapado entre la realidad y la locura, un eco interminable del pasado que nunca podría silenciarse.

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