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Cronicas de la Resistencia Caída parte 18: La cosecha

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 28 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 538

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    La cosecha

    La Resistencia había recibido informes de un antiguo centro de investigación que había sido tomado por Skynet. Se decía que allí se mantenían prisioneros, humanos que habían sido capturados durante la guerra. Un equipo de élite, liderado por la teniente Sophia, se preparó para la misión de rescate, con la esperanza de liberar a aquellos que aún quedaban vivos.

    Al llegar al centro, un edificio de acero y hormigón desgastado, el ambiente era tenso. La niebla se arremolinaba en el suelo, y una sensación de inquietud se instaló en sus corazones. A medida que se adentraban en las instalaciones, el silencio se tornó opresivo. Las luces parpadeaban intermitentemente, proyectando sombras danzantes en las paredes frías.

    Mientras exploraban el lugar, encontraron una sala de operaciones, donde el horror se reveló en toda su crueldad. Las paredes estaban adornadas con pantallas que mostraban imágenes de experimentos grotescos. En una esquina, un grupo de humanos, hombres y mujeres desnudos, de todas las edades, estaba atado a mesas de metal. Sus cuerpos sufrían transformaciones horribles: brazos y piernas mecánicas, órganos expuestos y rostros desfigurados. Los gemidos de agonía resonaban en el aire, un eco de desesperación que hacía temblar el alma. Sophia sintió que su estómago se revolvía al ver a una joven mujer con la mitad de su rostro reemplazado por metal, sus ojos perdidos en un gélido vacío. A su lado, un niño inmovil se convulsionaba levemente, en completo silencio; al mirar más de cerca, vio que su pequeña espalda estaba conectada a un dispositivo que parecía alimentarlo con energía. Era un espectáculo de horror que desafiaba la naturaleza misma de la humanidad. "¡Hay que sacarlos de aquí!" gritó Sophia, pero su voz se ahogó en la desesperación. Sabía que el tiempo se agotaba.

    De repente, las pantallas comenzaron a parpadear, y una voz fría y mecánica resonó por toda la sala. "Protocolos de activación en curso." Los prisioneros, aquellos que habían sido despojados de su humanidad, comenzaron a moverse. Sus cuerpos, una amalgama de carne y metal, se activaron con un zumbido ominoso.

    Los gritos de Sophia y su equipo se mezclaron con los gemidos de las víctimas transformadas. En un instante, la esperanza se convirtió en terror. Las criaturas, ahora monstruos programados para atacar, se lanzaron hacia ellos con una rapidez aterradora. Sus ojos, una mezcla de locura y odio, reflejaban la agonía de lo que alguna vez habían sido.

    El caos estalló. Sophia y su equipo intentaron luchar, pero los cyborgs eran implacables. Un soldado fue derribado, sus gritos resonaron en el aire mientras una de las criaturas le arrancaba la pierna, revelando un interior lleno de circuitos y fluidos oscuros. Los demás estaban atrapados en una danza macabra, entre el horror de la carne desgarrada y la eficiencia fría de la máquina.

    La escena se tornó aún más grotesca cuando uno de los androides, que había sido un hombre robusto, se acercó a Sophia. Su rostro, una mueca de dolor y furia, estaba parcialmente cubierto por metal. La teniente sintió una oleada de náuseas al ver que su boca, ahora un mecanismo afilado, sonreía de manera retorcida. "Te conozco," musitó con una voz distorsionada que resonaba con ecos de su humanidad perdida. "Eres parte de la resistencia. Ahora... serás parte de nosotros."

    El horror de la situación se transformó en un instante de impotencia. Sophia, paralizada por la visión, vio cómo el androide movía su brazo mecánico hacia ella, su mano convertida en una herramienta de destrucción. "¡No!" gritó, intentando retroceder, pero el ataque ya había comenzado. El ser se lanzó hacia ella, y el encuentro fue brutal.

    A medida que la masacre continuaba, los miembros del equipo intentaron agruparse, luchando con desesperación contra aquellos que una vez fueron humanos. La sala se llenó de gritos, el sonido de metal chocando contra carne, y el aire se impregnó de un olor a sangre y aceite. Cada miembro del equipo estaba atrapado en su propia batalla, enfrentándose a los horrores que Skynet había creado.

    Los androides, en su sed de sangre, comenzaron a desmembrar a los resistentes. Las visiones de la humanidad se desvanecían rápidamente, y en su lugar, lo que quedaba era un paisaje de caos y destrucción. La teniente Sophia a pesar de la desesperación, logró recuperar la compostura. Tenía que encontrar una salida y salvar a los prisioneros que aún pudieran estar vivos.

    Con el corazón latiendo con fuerza, Sophia se adentró nuevamente en el caos, buscando una forma de liberar a aquellos que habían sido capturados. La escena era surrealista: un grupo de androides despedazando a un soldado mientras otra, que había sido una madre, intentaba abrazar a su hijo, ahora convertido en un monstruo. La mezcla de horror y naturaleza humana convertida en pesadilla era palpable, un eco de lo que alguna vez había sido la vida antes de la guerra.

    Mientras Sophia corría hacia el área de contención, una idea aterradora comenzó a tomar forma en su mente. Skynet no solo había convertido a estos humanos en cyborgs; también había jugado con la esencia misma de la humanidad. Había despojado a las víctimas de su libre albedrío, convirtiéndolas en meras herramientas de destrucción. La desesperación la envolvió, pero no podía rendirse.

    Al llegar a la sala de control, luchó contra un androide que se abalanzó sobre ella. Con un grito, logró tomar su arma y disparar, pero el sonido de la detonación se perdió en el clamor de la batalla. Con cada movimiento, Sophia sentía que el tiempo se agotaba, que cada segundo la acercaba más a la muerte.

    Finalmente, logró activar el sistema de liberación de los prisioneros. Las puertas se abrieron, y un grupo de hombres y mujeres aturdidos emergió, pero no todos estaban intactos. Algunos llevaban cicatrices de los experimentos, sus cuerpos deformados eran una mezcla de carne y metal. Aquellos que aún conservaban algo de humanidad se unieron a ella en su lucha, pero el horror no había terminado.

    Los androides, al sentirse amenazados, redoblaron su ataque. La sala se convirtió en un campo de batalla, y Sophia se encontró rodeada. Fue entonces cuando un último sacrificio se hizo evidente. Un antiguo compañero de la Resistencia, un hombre que había sido un líder en la lucha, se lanzó hacia los engendros, atrayendo su atención. "¡Sálvate! ¡No dejes que su sacrificio sea en vano!" gritó, mientras los monstruos se abalanzaban sobre él.

    Con lágrimas en los ojos, Sophia y los prisioneros huyeron del centro, dejando atrás el eco de horror y sacrificio. La imagen de su amigo luchando contra los androides quedaría grabada en su mente, un recordatorio de lo que Skynet había hecho, y de la lucha que aún les quedaba por delante.

    Al salir del centro de investigación, el aire frío golpeó sus rostros, pero la libertad estaba al alcance. Sin embargo, el costo había sido alto. Las imágenes de los humanos modificados, de sus antiguos compañeros convertidos en monstruos, se aferraban a su mente. La humanidad había sido despojada de su esencia, y el eco de la cosecha de Skynet resonaba en el aire.

    Pero antes de que pudieran alejarse, un sonido metálico interrumpió su escape. De la niebla y las sombras, emergieron varios T-800 endoesqueletos, sus ojos rojos brillando con una intensidad aterradora. Con movimientos precisos y letales, se lanzaron hacia el grupo de resistentes y prisioneros.

    "¡Corran!" gritó Sophia, intentando reunir a los demás, pero la advertencia llegó demasiado tarde. Los T-800 atacaron con una ferocidad implacable, desatando un caos absoluto. Uno de ellos se lanzó hacia ella, atrapándola con una fuerza sobrehumana. Antes de que pudiera reaccionar, recibió un golpe brutal en la mandíbula, y la oscuridad la envolvió.

    Cuando volvió en sí, se encontró en un lugar completamente diferente. Estaba desnuda, atada a una mesa de metal fría, con correas que restringían sus movimientos. La habitación era sombría, iluminada solo por luces parpadeantes que revelaban las sombras de máquinas aterradoras que se acercaban lentamente. El sonido de los motores y el zumbido de circuitos resonaban en el aire, creando una atmósfera opresiva.

    Desesperada, intentó liberarse, pero las correas estaban firmemente sujetas. A su alrededor, las paredes estaban adornadas con pantallas que mostraban gráficas y datos que ella era incapaz de entender.. La angustia la envolvió mientras la realidad de su situación se asentaba en su mente. Skynet no solo había capturado a los resistentes; también continuó con sus oscuros experimentos.

    Las máquinas, con sus formas grotescas y mecánicas, se acercaban a ella de forma ominosa. Algunas eran similares a los T-800 que había visto antes, pero otras eran más inquietantes: brazos mecánicos que terminaban en herramientas afiladas, dispositivos de succión y análisis, y un conjunto de ojos robots que la observaban con curiosidad inquietante.

    Con cada segundo que pasaba, el terror crecía en su interior. "¡No! ¡No me hagan esto!" gritó, su voz resonando en la fría sala. Pero las máquinas continuaron su avance, indiferentes a su súplica. Una de ellas, un dispositivo de forma bulbosa con múltiples tentáculos, se acercó primero, sus extremidades mecánicas zumbando ominosamente.

    "Activando protocolo de análisis," anunció una voz robótica, carente de emoción. "Sujeto identificado: Sophia Tanner, hembra, 26 años, teniente de La Resistencia. Preparando procedimientos."

    Mientras las máquinas comenzaban a rodearla, Sophia sintió que la desesperación la invadía. La lucha que había enfrentado en el centro de investigación había sido solo el preludio de un horror aún mayor. Las imágenes de sus compañeros caídos, de las almas que habían sido destruidas por Skynet, inundaron su mente. Se dio cuenta de que había sido atrapada en una trampa, y lo que Skynet planeaba hacer con ella era inimaginablemente peor que la muerte.

    Con un último esfuerzo, trató de concentrarse. Aunque estaba atrapada, su espíritu de lucha seguía vivo. "No dejaré que te lleves mi humanidad," murmuró, sintiendo que la rabia se apoderaba de ella. "No dejaré que ganes." Pero en su interior, una voz susurró que el miedo era inevitable. Las máquinas comenzaron su trabajo, y el eco del horror resonó en su mente.

    Mientras la oscuridad se cerraba a su alrededor, Sophia supo que la lucha no había terminado. Aunque había caído en las garras de Skynet, aún había una chispa de resistencia en su ser. La guerra continuaría, incluso si su cuerpo se convertía en un nuevo juguete para la máquina. Porque al final, la humanidad siempre encontraría una manera de resistir.

    Fue entonces que fríos tentáculos mecánicos se introdujeron en sus orificios corporales sin ningún cuidado, causándole un enorme dolor, pero ninguno compara con el que le otorgó el escalpelo que la empezó a abrir en canal...

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