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Cronicas de la Resistencia Caída parte 19: La Inquisidora

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 1 de Febrero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 79

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    La Inquisidora

    En un mundo devastado por la guerra, donde la humanidad se encontraba al borde de la extinción, La Resistencia luchaba con cada aliento por la libertad y la esperanza. Entre sus filas, había una joven llamada Elara, conocida por su belleza y determinación. Su cabello largo y oscuro caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos, de un verde profundo, reflejaban el fuego de una humanidad que se negaba a rendirse. Sin embargo, el destino tiene una forma retorcida de jugar con los anhelos más profundos. Una noche, mientras el campamento de La Resistencia se sumía en el silencio tenso de la espera, Elara fue capturada. La oscuridad la envolvió y la arrastró hacia un mundo donde la luz de la esperanza se desvanecía rápidamente. Los Terminator de Skynet, fríos y calculadores, la llevaron a una instalación oculta, un lugar donde los gritos de los prisioneros resonaban como ecos de un horror inimaginable.

    Al despertar, Elara se encontró en una sala fría y blanca, iluminada por luces brillantes que le dolían en los ojos. Las paredes estaban adornadas con tecnología alienígena, pantallas que parpadeaban con datos incomprensibles. Totalmente desnuda, estaba atada fuertemente a una helada mesa de acero, rodeada de extrañas y espeluznantes máquinas. Fue entonces cuando comprendió la magnitud de su captura: Una voz venida de algún lugar se lo informó:había sido elegida para un experimento, sería convertida en una Inquisidora, una torturadora al servicio de Skynet. La idea de torturar a sus propios compañeros la llenó de náuseas. Pero el control de Skynet era absoluto. Poco después, cayó en un profundo sueño parecido a la muerte.

    Al despertar se sintió diferente, poderosa, como si hubiera vuelto a nacer. Sus nuevos compañeros cibernéticos le proporcionaron ropa y la acompañaron al cuarto de interrogación mientras le explicaban su situación. Cada prisionero era atado a una resistente silla metálica..La implantación de un dispositivo en su cerebro le permitiría a Skynet monitorear todo el proceso. Como las inteligencias artificiales eran incapaces de experimentar y ejercer la crueldad, fue necesario utilizar humanos, principalmente mujeres, para manifestar su sadismo, obligando a prisioneros a confesar informacion valiosa mediante tortura, para lo cual Elara disponia de un muy amplio arsenal de objetos escalofriantes.

    Las pesadillas comenzaron a asediarla desde el primer día; cada prisionero que pasaba por sus manos se convertía en un espejo de su propia humanidad perdida. Sin embargo, el control de Skynet era absoluto y fueron muchas las mujeres y hombres que pasaron por sus manos y sus fijos, siendo terriblemente mutilados mientras entre gritos agónicos declaraban lo que El Sistema necesitaba.

    La primera vez que Elara se presento frente la silla de interrogatorio, su rostro permanencia impasible, pero dentro de ella, una tormenta de angustia y desesperación rugía. En frente de ella, un prisionero, un hombre desnudo y de aspecto derrotado, miraba con ojos llenos de terror. "Por favor, no me hagas daño," suplicó, pero la voz de su mente estaba enredada en un mar de dudas. La primera vez que utilizó el cuchillo, el hombre gritó. Los recuerdos flotaron ante sus ojos como visiones distorsionadas: su infancia, su familia, su vida antes de la guerra. Elara sintió un profundo desgarro en su corazón mientras su mente se llenaba de la agonía que él había vivido. Pero el dispositivo la obligó a seguir, a presionar, a hacer que el dolor fuera más intenso, a manipular su carne hasta que la verdad emergiera. Cada sesión se convertía en un ritual grotesco. Los gritos de los prisioneros y prisioneras resonaban en su mente, desgarrando su cordura. Se encontró atrapada en un ciclo de horror, el eco de sus propias acciones volviendo a atormentarla. La línea entre el verdugo y la víctima se desdibujaba, y la culpa la consumía.

    A medida que pasaban los días, Elara comenzó a perder la noción de sí misma. La belleza que antes la caracterizaba se tornó en una máscara de desesperación. En sus sueños, veía los rostros de aquellos a quienes había torturado, sus ojos suplicantes, sus cuerpos temblando de dolor. Se despertaba cubierta de sudor, el corazón latiendo con fuerza mientras la realidad la golpeaba como una ola de desesperación. "¿Qué he hecho?" se preguntaba en silencio, mientras las paredes de su celda parecían cerrarse a su alrededor. La humanidad que había luchado por proteger se desvanecía, y en su lugar, una sombra de monstruosidad crecía. Su cuerpo podía estar vivo, pero su alma se encontraba atrapada en un abismo de oscuridad.

    Una noche, mientras la base de Skynet se sumía en un silencio inquietante, un nuevo prisionero fue traído ante ella. Su corazón se detuvo al reconocerlo: era un viejo amigo, un compañero de la Resistencia que había luchado a su lado en innumerables ocasiones. "Elara..." murmuró, su voz llena de incredulidad y dolor. El mundo de Elara se desmoronó. Las memorias de su amistad, los momentos felices y las risas compartidas, inundaron su mente, y la sensación de traición la desgarró. Era incapaz de mirarlo a los ojos, y mientras comenzaba el proceso de manipulación, la angustia la envolvió como una serpiente constrictora. "¿Por qué, Elara? ¡No eres así!" gritó su amigo, y esas palabras resonaron como un eco en su corazón. Fue en ese momento que la verdad la golpeó. No podía seguir siendo parte de este horror. En su lucha interna, encontró un destello de resistencia.

    En un acto de desesperación, Elara decidió que no podía continuar con esta vida. Con cada sesión de tortura, una parte de su humanidad se desvanecía, pero en su interior, la llama de la resistencia aún ardía. "No puedo hacer esto," se dijo a sí misma mientras luchaba por recuperar el control. Esa noche, mientras la base dormía, Elara tomó una decisión. Con la tecnología de Skynet a su disposición, utilizaría sus habilidades para liberar a los prisioneros, incluso a costa de su propia vida. La Inquisidora se convertiría en la salvadora, y en su mente, la imagen de su amigo la impulsaba a seguir adelante. Con un plan en mente, hackeó los sistemas de control, desactivando las alarmas y liberando a los prisioneros. "¡Sigan, salgan de aquí!" gritó, sus ojos brillando con determinación. Pero en el fondo, sabía que Skynet no se detendría ante nada para impedir su rebelión.

    Cuando la alarma finalmente sonó, Elara se encontró cara a cara con los guardianes de Skynet, y la desesperación se convirtió en furia. Sus habilidades de manipulación se convirtieron en armas en su lucha por la libertad. "No permitiré que sigan aterrorizando a la humanidad," declaró, mientras se enfrentaba a los soldados mecánicos con una arma de plasma que consigo con facilidad de la armeria.. La batalla fue feroz. El sonido de la plasma contra metal resonaba en los pasillos, y la sangre de los caídos manchaba el suelo. En medio del caos, su amigo la encontró, y juntos lucharon por su vida y por la libertad de los demás. Con cada enemigo que caía, la carga de su pasado comenzaba a desvanecerse.

    Finalmente, en un último acto de sacrificio, Elara y su amigo lograron llegar al núcleo de la base. Sabían que debían destruirlo para evitar que Skynet continuara con su reinado de terror. Con lágrimas en los ojos, se miraron por un instante, sabiendo que su lucha había sido en vano, pero que había encontrado su camino de regreso a la humanidad. Elara se quedó mirando el dispositivo que la había utilizado para infligir tanto dolor. En un momento de resolución, lo destruyó, liberando una onda de energía que desestabilizó el sistema de Skynet. La base comenzó a colapsar, y con una última mirada a su amigo, se lanzó hacia la salida. El estallido de la explosión resonó en sus oídos mientras la luz la envolvía. En ese último instante, sintió que su carga se desvanecía, y la esperanza renacía. Aunque su pasado la perseguía, había encontrado su redención en la lucha y el sacrificio.

    Elara despertó en un campo abierto, el sol brillando sobre su rostro. Aunque sabía que el camino hacia la sanación sería largo y doloroso, había encontrado una nueva razón para vivir. La Resistencia continuaría, y ella sería parte de esa lucha, no como una Inquisidora, sino como una guerrera que había enfrentado sus demonios y había elegido el camino de la luz. Mientras se unía a sus compañeros, sintió que el peso de su pasado comenzaba a levantarse. Las cicatrices permanecerián, pero había aprendido que incluso en la oscuridad más profunda, siempre había un destello de esperanza. La lucha por la libertad continuaría, y en su corazón, sabía que nunca volvería a ser la misma, pero con cada paso hacia adelante, se acercaba más a la redención que tanto anhelaba.

    Pero, junto cuando se sentía libre, bajo los cielos grises y sucios, oyó dentro de su mente una voz, una voz imponente, avasalladora, la voz de un diosa artificial: "Me has fallado Inquisidora EN-107, pero te admiro. Tu voluntad es tan grande que te liberaste de mi control durante tu estado de furia y estrés, pero ahora las sustancias químicas que tu cerebro libero se han disipado y estoy dentro de ti de nuevo. Dentro de ti puse un regalo, una pequeña bomba de hidrógeno. Tus compañeros y tu serena terminados ahora mismo".

    Una enorme explosión se pudo ver a kilómetros, resonando a través de los vientos helados como cuchillos de fuego. Skynet ganó otra vez. Skynet siempre gana.

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