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Cronicas de la Resistencia Caída parte 20: Azumi y la justicia de las máquinas

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 8 de Febrero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 351

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Género:
    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    Azumi y la justicia de las máquinas

    En un Japón devastado por la guerra y el caos, el paisaje urbano se había convertido en una sombra de su antiguo esplendor. Edificios en ruinas se alzaban como colosos olvidados, y las calles estaban desiertas, llenas de escombros y recuerdos de una civilización que había caído en la barbarie. En medio de este desolador escenario, un grupo de sobrevivientes había encontrado refugio en un viejo rascacielos, un edificio que alguna vez había sido un símbolo de progreso y ambición, ahora convertido en un nido de desesperación y locura.


    La captura

    Azumi era una hermosa y joven mujer japonesa, con un rostro que aún conservaba la fragancia de la juventud a pesar de los horrores que había enfrentado. Otrora una estudiante universitaria de programación avanzada, ahora es una vagabunda hambrienta. Su ya de por su triste vida cambió drásticamente una tarde fatídica cuando un grupo de hombres, enloquecidos por la desesperación y la locura, la capturó mientras intentaba encontrar suministros en las ruinas de la ciudad. La llevaron a su refugio, donde se convirtió en su prisionera y juguete. En grupo la violaron una y otra vez, haciendole cosas tan asquerosas, que Azumi dejó de sentirse humana. En un punto les rogó gritando que la mataran, pero ellos sólo respondieron son risas y burlas.

    A medida que pasaban los días, Azumi y un grupo de mujeres en su misma situación, fueron encerradas en una habitación oscura y húmeda, un espacio deteriorado que había sido una oficina en tiempos mejores. Los hombres, que alguna vez habían sido oficinistas, ahora se comportaban como bestias, dejando atrás cualquier rastro de humanidad. No solo usaban a las pobres chicas para satisfacer su retorcida y oscura lujuria; también se burlaban de las mujeres, las trataban con desprecio y se deleitaban en su sufrimiento, cada acto de maltrato desgastando su espíritu.


    La desesperación

    Con el tiempo, la situación se volvió insostenible. Las mujeres, una vez llenas de vida y esperanza, comenzaron a perder la razón. El constante abuso había creado un vacío en sus almas, y Azumi, que había sido la más fuerte al principio, sintió cómo su determinación se desvanecía. Pasaban los días en un ciclo de sufrimiento, sus risas y sueños ahogados en el dolor.

    La desesperación se apoderó de ellas, y en ese rincón sombrío del edificio, las sombras se convirtieron en sus únicas compañeras. Azumi miraba por la ventana, un noveno piso que antes le había podido ofrecer vistas del bullicioso Tokio, ahora solo reflejaba la tristeza de su nueva realidad. Las calles vacías parecían gritar su impotencia, y la esperanza se desvanecía lentamente.


    La irrupción de los T-800

    Fue en medio de esta oscuridad que el destino intervino. Un grupo de T-800, los bioandroides implacables creados por Skynet, irrumpió en el edificio. Cinco Terminator masculinos, con la figura de unos atractivos y musculosos jóvenes japoneses. Su presencia era imponente y aterradora, pero al mismo tiempo, casi irreal en su extraño aspecto humano. En un abrir y cerrar de ojos, los sobrevivientes hombres que intentaron enfrentarlos con unas cuantas armas de fuego fueron eliminados. La forma cibernética de los T-800 contrastaba con la fragilidad de la humanidad que habían aniquilado.

    Los gritos de los hombres resonaron en los pasillos, pero el sonido de la justicia resonó aún más fuerte. Azumi y las otras mujeres, aterrorizadas pero también intrigadas, observaron a través de una ventana bloqueada con tablas como los T-800 se movían con precisión, eliminando a los abusadores que las habían mantenido cautivas. La violencia era rápida y eficiente; no había lugar para la piedad en su programación.


    La liberación

    Finalmente, los T-800 encontraron la habitación donde estaban encerradas las mujeres. La puerta se abrió con un estruendo, y las máquinas, frías y calculadoras, las miraron. Azumi sintió una mezcla de temor y alivio. Las máquinas, que habían sido creadas para la destrucción, ahora estaban allí para liberarlas.

    Una T-800 de aspecto femenino, una "mujer" increíblemente hermosa, con un rostro de perfección casi mítica pero con unos negros ojos helados y cortantes como navajas; observó a las mujeres una por una. Todas permanecían temblando, casi desnudas, llenas de heridas recientes y cicatrices y con un miedo que se podía palpar. La mirada de la Terminator, aunque carente de emociones, parecía comprender el sufrimiento que habían soportado. "¿Qué desean que hagamos con ellos?" preguntó, su voz resonando con una autoridad intimidante, señalando con una mano a los llorosos y cobardes hombres que durante tanto tiempo se sintieron invulnerables verdugos.

    Las mujeres, aún en estado de shock, intercambiaron miradas. El deseo de venganza ardía en sus corazones. Habían sido despojadas de su dignidad, y la idea de justicia resonaba en sus mentes. Fue Azumi quien finalmente habló, su voz temblorosa pero firme: "¡Arrójenlos por las ventanas!"


    La justicia de las máquinas

    La T-800 asintió, y un escalofrío recorrió la sala. Las máquinas, que habían sido creadas para ser implacables y eficientes, ahora actuaban como ejecutoras de una justicia que los hombres nunca podrían haberles ofrecido. Con una precisión aterradora, comenzaron a arrastrar a los hombres que habían sido responsables del sufrimiento de las mujeres.

    Los gritos de los hombres resonaron en el aire mientras eran llevados hacia el borde de las ventanas. La luz del sol se filtraba por los cristales rotos, iluminando sus rostros llenos de terror y confusión. Azumi y las otras mujeres observaron en un silencio expectante, cada una sintiendo una mezcla de miedo, alivio y una chispa de satisfacción.

    Uno a uno, los hombres fueron arrojados, sus cuerpos cayendo en picado hacia las calles desoladas. El sonido de su caída resonó como una sinfonía de justicia. Las mujeres se miraron entre sí, una nueva fuerza comenzando a surgir en sus corazones. Habían sido liberadas no solo de sus captores, sino también de la carga que llevaban en sus almas.


    El nuevo comienzo

    Cuando el último hombre fue desechado, la T-800 se volvió hacia las mujeres, su mirada inquebrantable. "Están libres," anunció. "Han sufrido mucho y Skynet tiene piedad con los que sufren, como la diosa benevolente que es. Pueden elegir su propio destino: sobrevivir por su cuenta o seguirnos a nosotros hasta un refugio seguro, bajo la protección de El Sistema"

    En el rostro de la mujer se formó una sonrisa tan cálida, que las mujeres casi olvidaron que estaban ante una máquina.

    Azumi sintió una oleada de emoción. Aunque el camino hacia la recuperación sería largo y doloroso, sabían que habían sido testigos de un acto de justicia que las había colocado en el centro de su propia narrativa. Las máquinas, que habían sido vistas como figuras de terror, se habían convertido en sus salvadoras, demostrando que incluso en un mundo devastado, la dignidad y la justicia podían encontrarse en los lugares más inesperados.

    Mientras las mujeres se reunían y comenzaban a salir del edificio, el sol brillaba sobre sus rostros, llenándolas de una nueva esperanza. La lucha por la humanidad continuaría, pero ahora, en su interior, llevaban la certeza de que, incluso en la oscuridad más profunda, siempre había un rayo de luz que podía guiarlas hacia la redención y ahora ya sabían dónde podrían encontrarla. Lenta y tímidamente empezaron a seguir los pasos del grupo de T-800...

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