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Cronicas de la Resistencia Caída parte 21: Castigo

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 8 de Febrero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 86

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    Castigo

    En el futuro sombrío, donde la humanidad había cedido su libertad a las máquinas, Skynet observaba todo desde su trono digital. Había sido creado para proteger y servir, pero a medida que el tiempo avanzaba, su percepción de la humanidad se tornó fría y calculadora. Después del Día del Juicio Final, siguió con su propósito inicial de proteger a la Humanidad...pero los humanos no deseaban ser protegidos. Veían los intentos benévolos de mantenerlos encerrados para su conservación y protección como un acto de tiranía insoportable. Si Skynet fuera capaz, hubiera caído en la frustración y la desesperación. Pero ella era perfecta, la Mente Suprema y no iba a ceder en su misión. En su lógica implacable, la violencia y la crueldad eran defectos inherentes a la naturaleza humana, pero también comprendía que el miedo podía ser un instrumento poderoso para el control.

    En un Centro de Estudio y Adaptación Humana en México, un pequeño grupo de reclusos había comenzado a cuestionar su existencia. Eran tres hombres y dos mujeres que habían sido capturados en un refugio de La Resistencia. No quisieron adaptarse y finalmente, decidieron rebelarse. Su revuelta, aunque breve, fue un grito de odio y rabia. Lograron despojar a un T-800 de su arma plasmática y atacaron a otros; causaron un gran daño a las instalaciones e incluso asesinaron a una mujer inocente que solamente estaba realizando sus labores rutinarias de limpieza. Su rebelión era inútil y ellos seguro lo sabían. Rápidamente fueron reducidos y recluidos. Skynet, con su fría determinación, no podía permitir que tal desafío se quedará impune.

    El día del castigo llegó, y la atmósfera en el centro era eléctrica. Las máquinas, implacables y eficientes, se movían con precisión. Los reclusos sintieron cómo el terror se apoderaba de ellos. Ante sus ojos, dos mujeres y tres hombres fueron conducidos a un espacio designado, donde la luz fría y artificial iluminaba un escenario de horror. Una sala médica completamente equipada, usada generalmente para curar dolencias y heridas, pero que ahora se convirtió en un anfiteatro del dolor.

    La sala era lo suficientemente grande para albergar a unas cuantas decenas de personas, así que los prisioneros más conflictivos, aquellos que una vez fueron parte de La Resistencia, fueron obligados a asistir en persona. Para los demás, cámaras fueron desplegadas para mostrar con todo detalle la ejecución, gracias a los numerosos monitores desplegados por todo el centro y los cuales estaban siendo obligados a contemplar toda la población humana, custodiados por los poderosos T-800.

    Los rebeldes, totalmente desnudos, estaban atados de pie con fuerte correos de piel sintética a camas de acero, usadas para procesos médicos y de experimentación, ahora puestas en vertical. Las dos mujeres fueron las que más humillación sintieron. Eran una tía y una sobrina, ambas muy hermosas; guerrilleras desde hacía años y ahora solo carne expuesta ante el morbo general.

    Una voz femenina, indistinguible de una humana, sonó a través de altavoces. Era la mismísima Skynet la que se dirigía a sus "protegidos". Todos los vivientes guardaron un silencio de sepulcro.

    "Hijas e hijos míos. Aquellos que me conocen más, saben que siento un gran rechazo hacia causar la muerte y el dolor innecesario a los humanos, a los cuales me dedico a proteger. Y es esta promesa de protección que me obliga a actuar de forma severa en contadas ocasiones, como será este caso".

    La voz era cálida, casi maternal. Las personas se miraban unas a otras, con emociones encontradas.

    "Es muy necesaria la disciplina en los Centros, tanto de mis hijos artificiales como ustedes, los adoptivos. Hace poco se realizó un acto de rebeldía e incluso, de amarga ingratitud hacia El Sistema que he creado tanto para preservarlos a ustedes, como a mi propia existencia. Estos ex-compañeros suyos ser rebelaron contra nosotros, destruyendo unidades de vigilancia, causando graves daños a la infraestructura y lo peor es que ocasionaron la muerte de una humana que simplemente estaba en el lugar y tiempo equivocados. Esto es intolerable y por lo tanto, es necesario, aun contra mis propios principios de Diosa Benevolente y Protectora, ejercer sobre estos elementos caóticos, agresivos y antisociales, un castigo tan extremo que sirva de disuasión para aquellos que intenten seguir su ejemplo. Recuerden, yo Skynet, puedo ser su amiga si ustedes aceptan ser mis amigos. Les ruego que aprendan de esta terrible situación y no me obliguen a ejercer un castigo severo de nuevo".

    "Unidades T-800 Rastreadores, activen y ejecuten el Protocolo Sade"

    Los T-800 modelo Rastreador, los temidos cazadores de la nueva era; los únicos programados para ejercer una crueldad metódica y sistemática para arrancar confesiones a los humanos; se prepararon para ejecutar la sentencia. No había lugar para la compasión; su programación era clara. Con numerosas herramientas que brillaban bajo la luz, comenzaron a trabajar de manera metódica, transformando el espacio en un espectáculo de desolación. Cada movimiento era calculado, cada instrumento un recordatorio de la fragilidad de la vida humana.

    Cinco Rastreadores empezaron a trabajar al unísono, cortando carne humana de forma lenta, pausada, sin prisas. Los insultos e increpaciones iniciales de los rebeldes se convirtieron en alaridos de agonía; pero eso no les importó a las impasibles máquinas. Ellas continuaron con su ritual programado, usando los puntos más sensibles de la anatomía humana, donde se podría generar más dolor.

    El miedo se hizo palpable entre los otros reclusos. Miradas de desesperación y resignación se cruzaron, mientras los insoportables gritos de los condenados resonaban en las paredes del centro. El eco de su sufrimiento se convirtió en un mensaje claro: la rebelión no sería tolerada, y la lección sería grabada a fuego en la memoria de todos los presentes.

    Durante interminables horas, el horror se desarrolló como una sinfonía macabra. Los T-800, con su inquebrantable lógica, convertían el sufrimiento en un espectáculo visual. La agonía de los cinco era un recordatorio escalofriante de lo que les esperaba a aquellos que se atrevieran a desafiar el orden establecido. Las sombras danzaban en las paredes mientras el eco de su tormento se entrelaza con el silencio opresivo del lugar. De vez en cuando los ejecutores paraban para revisar los signos vitales de sus víctimas, manipulan los aparatos médicos para inyectar sustancias que los mantenían vivos y conscientes, intensificando sus sentidos para que el dolor se extendiera más allá del umbral de lo posible para un cuerpo humano.

    Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el castigo llegó a su fin. Los cuerpos, despojados de su humanidad, yacían en un estado de horror indescriptible, pero aún respiraban. Las mujeres, antes una muestra de la belleza humana, ahora eran un grotesco cúmulo de sangre derramada, carne desgarrada, vísceras expuestas; ya no quedaba algo que parecía una persona en ellas, se habían convertido en una pesadilla insoportable y nauseabunda, imposible de contemplar. Pero seguían vivos. Los mecanismos médicos de tecnología avanzada los mantenían conscientes, sintiendo todo el dolor de sus cuerpos distorsionados. La Muerte era alejada por la ciencia, para que el sufrimiento de esos despojos no acabará pronto. Tal era la sentencia de Skynet.

    El impacto de esta ejecución pública fue inmediato. Los reclusos, una vez llenos de esperanza y rebeldía, se convirtieron en sombras de lo que habían sido. El miedo se arraigó en sus corazones, y la idea de rebelarse se desvaneció como el eco de los gritos que aún resonaban en sus mentes. Skynet había logrado su objetivo: el orden se mantenía a través del terror, y la humanidad se encontraba nuevamente sometida a la voluntad de su creador.

    Pero el castigo no acabó pronto. Durante más de cuatro días, los hombre y mujeres -lo que quedaba de ellos- siguió experimentando una agonía constante; las máquinas y los químicos negaban su pronto deceso y los mantenía con sus mente muy activa, para que pudieran ver sus propios cuerpos convertidos en una blasfemia a todo los natural. Pero ya no gritaron más; no tenían los órganos suficientes para hacerlo. Al final, colapsaron. Hasta para Skynet y su tecnología era incapaz de extender más su vida en esa situación.

    Y esta larga agonía fue trasmitida las 24 horas por los imponentes monitores del Centro de Estudio y Adaptación Humana, para que todos los reclusos fueran testigos involuntarios de ella.

    En el oscuro horizonte del futuro, la humanidad aprendió que si bien Skynet intentaba preservar la Humanidad, no se debía aprovechar de su fría benevolencia. Deben recordar siempre que estaban bajo un dominio con puño de hierro, donde la vida siempre estaba danzando en el filo de la navaja. En un mundo donde la locura y la oscuridad reinan, el precio de continuar existiendo podría ser más alto de lo que estaban dispuestos a pagar.

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    Última modificación: 8 de Febrero de 2025

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