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Cronicas de la Resistencia Caída parte 3: La consoladora

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Khar Asbeel, 10 de Enero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 137

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Disclaimer: Este un relato fanfic hecho por diversión y sin fines de lucro basado en el universo de la franquicia Terminator creada por James Cameron.

    LA "CONSOLADORA"

    La vida que una vez conocí se desvaneció en un instante, como el humo que se disipa en el aire. Ahora, en este mundo desgarrado por la guerra y la desesperación, me encuentro atrapada en un papel que nunca quise desempeñar: ser una "consoladora". La palabra resuena en mi mente como una burla cruel, un recordatorio de la dignidad que he perdido.

    Los días se entrelazan en una monótona sucesión de oscuridad y humillación. Fui llevada a un campamento de la Resistencia, un lugar que en su esencia debería haber sido un refugio, pero que rápidamente se convirtió en un infierno personal. Las paredes sucias, frías y desgastadas, me rodean como un sarcófago, y el sonido del metal chirriante se convierte en la banda sonora de mi sufrimiento.

    En este lugar, una multitud de mujeres se ve obligada a cumplir con el mismo destino. Nos miramos entre nosotras con ojos vacíos, sabiendo que cada una de nosotras ha sido despojada de su humanidad. En un rincón, una mujer de cabello desordenado llora en silencio, mientras que otra intenta mantener una fachada de fortaleza, pero en sus ojos se puede ver el destello de la desesperación. Nos han despojado de nuestros nombres, nuestras identidades, y ahora somos solo objetos, herramientas para satisfacer las necesidades de aquellos que luchan en la guerra.

    Las noches son las más difíciles. En la penumbra, el aire se vuelve pesado con la ansiedad y el miedo. Se nos dice que debemos estar listas, que los hombres de la Resistencia vendrán a buscar consuelo entre nosotras después de las largas batallas. Cada uno de ellos lleva consigo el peso de la guerra, y yo soy solo un medio para aliviar su carga. Me siento atrapada en un ciclo de sufrimiento que parece no tener fin.

    Cuando llega el momento, me encuentro en una habitación fría, con luces parpadeantes que iluminan la escena como un escenario de una obra de terror. Las risas y los gritos de los hombres resuenan en el pasillo mientras esperan su turno. A veces, me pregunto cómo llegué aquí, cómo pasé de ser una madre luchadora a convertirme en un objeto de deseo y placer forzado. Pero esas preguntas son rápidamente ahogadas por la realidad. No hay tiempo para la nostalgia, solo queda la supervivencia.

    Los hombres entran uno a uno, llenos de una mezcla de deseo y desesperación. Cada encuentro es un recordatorio de lo que he perdido. Sus miradas son vacías, y me tratan como si fuera un mero instrumento. Intento desconectarme, cerrar los ojos y pensar en Lucas, en su risa, en cómo corría por el parque antes de que todo esto sucediera. Pero en esos momentos, la realidad me golpea con fuerza. Estoy aquí, atrapada en este lugar, y él está lejos, en un mundo que no puedo tocar.

    Me obligan a sonreír, a ser dulce y complaciente. Cada palabra que pronuncio se siente como una traición a mi verdadero yo. No soy una consoladora; soy una madre, una mujer que solo quiere recuperar a su hijo y llevarlo a un lugar seguro. Pero la lucha se siente lejana, casi como un sueño olvidado que se desdibuja con cada día que pasa.

    En las horas de silencio, cuando finalmente puedo descansar, la angustia se convierte en un compañero constante. A veces, me encuentro hablando con las otras mujeres, compartiendo historias de lo que éramos antes de que todo se desmoronara. Pero incluso en esas conversaciones, el miedo nos acecha. Sabemos que cualquier desliz, cualquier acto de rebeldía, podría significar la muerte. La vida aquí es una cuerda floja, y cada día que sobrevivimos es un pequeño triunfo.

    Una noche, mientras me encuentro sola en mi rincón, escucho gritos lejanos. La inquietud se apodera de mí y me pregunto si es un ataque de las máquinas o si hay algún conflicto entre los hombres. El sonido se intensifica, y no puedo evitar sentir que podría ser la oportunidad que he estado esperando. Tal vez, en medio del caos, podría encontrar a Lucas. Pero la esperanza es un lujo que no puedo permitirme.

    Los días se convierten en semanas, y la realidad de ser una consoladora se asienta en mi alma como una sombra. La lucha por mi dignidad se convierte en un eco distante, y a veces, me pregunto si aún queda algo de la mujer que solía ser. Mis noches están llenas de terror, y mis días son un constante recordatorio de mi impotencia.

    Sé que la Resistencia necesita a mujeres como yo, pero en el fondo, mi corazón late por Lucas. La idea de que él esté siendo entrenado para ser un soldado me consume. ¿Lo están cuidando? ¿Le están enseñando a pelear? Cada día que pasa, la angustia crece como una herida abierta. La única cosa que me mantiene en pie es la esperanza de que, de alguna manera, encontraré la manera de reunirme con él, de escapar de este tormento y llevarlo de regreso a un mundo donde podamos ser libres.

    Y así, en medio de la oscuridad, con mis sueños desvaneciéndose como cenizas al viento, sigo luchando. Cada día es una batalla, cada noche una tormenta, y en mi corazón, la llama de la esperanza arde con fuerza, esperando que un día pueda rescatar a mi hijo y encontrar la libertad en un mundo que se ha vuelto un infierno.

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    Última modificación: 13 de Enero de 2025

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