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Cruel claridad

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Grito_Astral, 14 de Septiembre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 1462

  1. Grito_Astral

    Grito_Astral Poeta recién llegado

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    [HR][/HR] Gris.

    Mortecina y lóbrega luz, azote de mi razón y cruel susurro detrás de mi mente.

    No hay sombras, no hay engaños. Ante mi, todo se revela con cruda claridad, cada reflejo que es objeto de mi escrutiño, cada rincón que recorro es ridículamente cierto. Un poder siempre ansiado, el de entender verdaderamente lo que los sentidos absorben, hoy me lleva por los senderos de la locura.

    Abro los ojos y paro, en seco, mi respiración.

    Un bosque. Frio, sediento y marchito bosque.

    Como una caricia desalmada recorre entre los árboles una densa niebla que, lamiendo la tierra con su lengua desesperada, desvanece el calor de mi pecho. Y una brisa que cual viejo lamento llora y gime entre las pocas hojas agonizantes que se mantienen en las flacas ramas.

    Mientras arrastro mis pies bosque adentro, escucho el rumor del agua, una sutil llamada que me es innegable. Pero cada paso en esa dirección vuelve más irreal el paisaje, casi como si entrase de a poco en los sueños de un loco.
    Mientras deambulo hacia el sereno canto del agua, escucho súbitamente el aletear de un ave. Pero al girar rápidamente, mi vista se llena de imágenes salidas de las más retorcidas fantasías. Los arboles retuercen sus ramas hacia la tierra, en una pose desesperadamente triste y lloran lagrimas negras. La negra y coagulada sangre mancha la tierra y esta, como si del más puro miedo se tratase, aúlla como lobo hambriento. ¡Me aferro a las ramas en busca de un poco de cordura! Pero estas me hieren con sus sarcillos buscando atraparme, logro soltarme y corro hacia el rio bienaventurado. Miro al cielo y veo como las nubes negras se transforman en cuervos putrefactos en busca de carne y de la tierra brotan crueles zarpas sin uñas con dedos torcidos y quebrados que desean detener mis enervados pasos ¡¿Oh señor, acaso este es el castigo que me merezco?!

    Entre gritos ahogados y sollozos logro divisar el cristalino rio y lanzo mi cuerpo al agua. El frio embota mis sentidos; mi cuerpo se retuerce en espasmos. Tengo la certeza de que escapé, que el horror ha cesado y que sólo me queda vagar hacia donde decida mi congelado anfitrión ¡La paz que hiela mi carne es preferible al calor del miedo y la angustia!
    Al cabo de unos momentos (¿horas, meses?), noto que el aguijoneo lacerante del frio da lugar a unas suaves y frenéticas caricias como si miles y miles de pequeños dedos quisieran hincarse en mi carne… Me debato ciegamente frente a esta nueva treta. Conjuro y perjuro rogando que sea sólo una ilusión insignificante; pero allí están, retorciéndose en mi cuerpo, jugando con mis heridas, alimentándose de mi humanidad ¡Gusanos, ciempiés, mil alimañas luchan por mis jugos y mis secreciones! Sordos son sus gemidos y gritos de placer doloroso así como los míos, que no logran emerger de mi garganta inundada por la inmunda calamidad.

    Contra todo pronóstico decible logro emerger del asqueroso tejido infecto donde reptaba y me dejo caer en un tronco caído que, para mi dicha, estiraba sus ramas como dedos en busca de los míos. Con miedo alzo la vista y con duda abro mis ojos al mundo otra vez; el horror que me consumía ha desaparecido completamente. El rio volvió a ser cristalino y el bosque silencioso, pasivo, horroroso.

    La fría brisa da lugar a la lluvia, cayendo espesa y asquerosa sobre mis cabellos y mi ropa. Mi mente ha calmado, pero la culpa y la duda la atraviesan como si de una espada tratase.

    Aquella dama de cabellos teñidos de plata, su mirada vacía, sus manos quietas y frías. Su cuerpo blasfemo tirado sobre aquel negro altar, llorando lágrimas de hiel y porquerías. Siento que vuelvo a esos momentos, mi cuerpo excitado por la conmoción, mis manos temblorosas, mi boca abierta y jadeante, mis ojos mirando aceleradamente todo cuanto había sucedido. La sangre, la transpiración pegajosa, el repugnante semen esparcido en su destrozada intimidad. Y las enloquecidas voces que gruñían tras mis oídos ¡oh sí, claro que recuerdo las voces! Pulsionantes, hastiosas, movieron mis manos a cometer este perverso crimen. Entonces, pues, si fueron las voces ¿por qué recibo este cruel castigo? También recuerdo el silencio. Un silencio que reinaba mas allá de todo lo pensable. Un silencio que cortaba y vomitaba en mis oídos. El silencio que precede a la mismísima muerte.

    En el instante antes de que mi mente sucumba, logro echar mano de su control, y vuelvo al misterioso bosque donde hoy parece no haber cordura posible. Logro ver, pues, un sendero apenas marcado que se dirige a quien sabe dónde. –Sigue- escucho susurrar –sigue el sendero- tan familiar es el sonido, tan temeroso de que no cese.

    El sendero pareciera estar hecho de arena fina y grisácea, como cemento o cal ennegrecida, y las huellas que dejan mis pasos, pronto son borradas por la lluvia que envenena todo cuanto besa. Y la escucho, sollozante, como salida desde mis más profundos temores. Escucho sus lamentos, sus suplicas, tal como aquella fétida mañana, y también, escucho sus gemidos de degenerado placer al acercarse el final de la impía empresa.

    De pronto mis pies redoblan el paso, desenfrenados y torpes, casi como si estuviera desesperado por encontrar… por encontrar algo. Todo se vuelve más opaco, mas cerrado, sus gritos lascivos, el viento frio, la lluvia asquerosa y podrida, y el suelo… ¡Esta hecho de cenizas! ¿Cientos, miles habrán sucumbido frente a los inmundos designios perversos para hacer este ingrato sendero?

    Vislumbro a lo lejos una vieja capilla derruida y a punto de caer sobre sus cimientos. Cada paso en su dirección transforma los susurros en gritos hirientes, como si de viciosos horrores se trataran. Intento negarme, quiero retroceder, pero es imposible desoírlas. Cruel, malvada y demoniaca es la cacofonía que se desata en mi mente al borde de quebrarse. -¡Ve a la capilla! ¡Ni un paso atrás o de nuestra desvergüenza serás victima!- Triunfantes son sus risas, pues el miedo y el dolor no me permiten más que obedecerlas.

    Me acerco al edificio cuya cruz ha caído, paso por su herrumbrosa puerta, casi descolocada de su débil marco y la oscuridad se desvanece. El asco, el horror inundan como una marea penetrante, pues ya no hay esperanzas.
    Una mujer, cuyo pelo plateado cae hasta su cintura mira con sus ojos encendidos por la locura al torpe invitado que acaba de pasar el umbral. La dama de cabellos teñidos de gris, la dama de perfectos pechos, la dama de la entrepierna sangrante.
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    La veo, ataviada solo con su sangre y su apacible rostro, el rostro de quien la locura y la maldad han colmado. Sus manos pequeñas y gráciles se retuercen nerviosas sosteniendo una cuchilla manchada por el oxido y la sangre de su mutilada intimidad, sus rodillas están casi agazapadas. Siento su respirar entrecortado.
    [FONT=palatino linotype]
    No siento mi cuerpo, y mis oídos ya no escuchan mas nada. El silencio. El silencio que reina mas allá de todo lo pensable. El silencio que corta y vomita en mis oídos. El silencio que precede a la mismísima muerte.
    [FONT=palatino linotype] Se acerca la dama hacia mi cuerpo carente de alma y toma de mi un beso asquerosamente apasionado, extrañamente siento su aliento podrido, su lengua viscosa enredando la mía y el insoportable dolor al arrancarme con un mordisco viperino parte de mis labios. A pesar de que el dolor punzante recorre mi cuerpo y mi alma, apenas florecen unos pequeños movimientos de mi cuerpo. Mientras recorre mi cuerpo con sus manos sucias y manchadas, hasta llegar a mi bajo vientre y luego a mi miembro, que se enerva y erecta con su contacto. Me acerca al altar negro que se halla en la estancia. ¡Dios mío! ¡Conozco mi final, ni la muerte, ni el olvido me salvaran de este bizarro espanto! Coloca mi cuerpo en lasciva posición y empieza a penetrar mi carne indefensa con el perverso cuchillo, fornicando mis entrañas, tomando como vil amante a mi miserable existencia. Escucho como entona un canto impío y me descubro, no gritando, sino, gimiendo de tortuoso placer, mientras vomito y lloro en éxtasis trémulo.
    [FONT=palatino linotype]
    Mi alma vuelve al cuerpo en el momento más lacerante, el dolor extremo, el agónico placer, la morbosidad de la muerte que me acaricia con su sexo mis heridas más infectas. Mi mirada se vacía de toda visión, mis manos caen frías, quietas, siento la asquerosa transpiración, y los repugnantes fluidos que chorrean por cada herida. La perversión hoy se entrelazo con su cenit.
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    Siento oscurecerme, una negra niebla apaga mis sentidos, arrojándome lentamente al vacio. ¡Oh dulce olvido, tómame y haz que me vaya lejos de la realidad!
    [FONT=palatino linotype]
    Despierto.
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    Me hallo frente a un bosque frio, marchito. La luz opaca inunda mi vista.
    [FONT=palatino linotype]
    Todo vuelve a empezar...


    [URL]http://silenciodelosantiguos.blogspot.com.ar/[/URL][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
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