Cuando era un niño

Cuando era un niño,

leía mientras mis compañeros
correteaban a través del patio de la escuela.
De tanto en tanto, alzaba la mirada hacia ellos,
siguiéndolos hasta que sus figuras desaparecían
tras las esquinas del edificio principal.​

Cuando era un niño,​

admiraba a cada adulto que veía
porque no era como ellos:
mi rostro cristalino anhelaba las arrugas,
los pómulos caídos,
las cicatrices y las patas de gallo
de las que mi madre tanto se quejaba.​

Cuando era un niño,

pensaba que el universo era un cerebro colectivo
y que la felicidad imperaba sobre el sufrimiento.
La muerte parecía una quimera;
algo que nunca podría sucederle a mis seres queridos.​

Cuando era un niño,​

sentía que todo el Universo
se limitaba a mi pueblo,
y que los otros países giraban en torno al mío.​

Cuando era un niño,​

miraba a los negros con extrañeza,
pensando que se habían tostado bajo el Sol cenital.​

Cuando era un niño,

no conocía la maldad más allá de la de los villanos
que aparecían en los dibujos animados y en las películas de Disney.​

Cuando era un niño,​

leía mientras mis compañeros
correteaban a través del patio de la escuela.
Soñaba con jugar con ellos y ser uno más;
reír junto a personas y no junto a tebeos cómicos.​

Cuando era un niño,

quería ser parte del mundo porque aún no conocía
la esencia del ser humano...

Y cuando la conocí,
la abracé para poder ser un hombre.​