Cuando escuché 'Electric Feel' de MGMT, y me perdí en la hoguera de la noche de San Juan

Un cabello estelar, hay prendido en mi memoria,
Que arde bajo el nido del recuerdo de una noche.




Las dunas de la playa, se elevaban como montes.
Era inmenso e inagotable ante mí el horizonte.



Buscaba entre millones de granos en la arena,
Algo; un abismo entre el gentío jaleaba.




Resoné con mi silencio, como nunca podría.
La soledad; la multitud; la música sonaba.




Bailé, para agotar la fiebre que me hendía,
Aquella daga oscura que mi vista ensombrecía;
Y mis venas enterradas, flotando recorrían,
Los labios de las nubes de una fragua sofocada.




¡Ah,
En aquel hermoso vacío del verbo, te conocí!.



En aquel remoto probable. Aquella imposible
Coincidencia. Esa hermosa casualidad;
Ese bendito desconcierto.



En un sombrío sueño de mi penoso olvido,
Caminé por accidente; bajo el farol
Encendido, de uno de mis destinos;
Hallé una hermosa magia ausente.




El beso de una esquiva ninfa, en el montón
De los pensamientos alejados.




La multitud. La soledad de una belleza,
Difuminada entre un campo de nichos.
La eternidad en tu resurrección;
¡Oh, prodigiosa vida!.

 

La soledad, como Penélope, teje y desteje fantásticos jaguares entre las sombras y las luces derretidas de estos poemas. Luz que pesa y corre, agua, que solo un poetas puede beber bajo la Luna. Donde viajes con tu hermoso corazón sensible. Escribe. Qué Dios tenga piedad de tu alma.