Cuando me tocas tú

Después de cenar nos fuimos al motel. Suite, dije en el intercomunicador. Habitación 23, contestó la voz. Aquella sería una de las últimas noches que estaríamos juntos. Ella fingió ya no amarme, seis meses después, en una misiva que me envió electrónicamente. Ambos sabíamos que vivir juntos sería algo imposible en esos momentos. Entramos a la suite y ella se sentó al filo de la cama. Suspiró profundamente. No sé cómo decirte esto que siento, dijo intentando hilvanar sus ideas. Es mejor que oigas esta canción, continuó. Apretó la pantalla de su teléfono celular en varias ocasiones y empezó a escucharse la melodía de una canción. Era Lila Downs, supe después.

Yo soy libre como el mar / cuando me tocas tú. Una lluvia de relámpagos / cuando me tocas tú. Cuando te acercas a mí / yo me pierdo en ti / y yo me encuentro a mi destino, / soy luz fugaz de este camino / cuando me tocas tú.

Me acerqué lentamente hacia ella. La besé en los labios apasionadamente. La música seguía con sus notas sensuales. Me desnudó poco a poco. Hundió sus uñas en mi espalda. Se apoderó de mi sexo con avidez. Una y otra vez nos acariciábamos explorando nuestras zonas erógenas. Sus gemidos se confundieron con la voz de Lila Downs. El sudor nos empapaba el cuerpo.

Yo soy libre del temor / cuando me tocas tú, / como el cielo de la tarde / cuando me tocas tú. Cuando me tocas aquí / y te puedo decir / que yo te tengo aquí conmigo, / que nunca voy a ser la misma / cuando me tocas tú.

Me rogaba que terminara dentro de ella, pero la quería disfrutar más tiempo, sin prisa alguna. Así como las noches cuando sueñas que eres feliz. Su cuerpo temblaba de placer, mi corazón latía desbocado. Lo hicimos tres veces. No quiero acordarme de esos momentos en que la madrugada nos decía que era hora de irnos.

En mi soledad / aumenta la luz / y cada momento / se eleva. En mi soledad / tu voz me encamina / y puedo volar / donde quiera, / uh. Cuando te acercas a mí / yo me pierdo en ti / y yo me encuentro a mi destino, / soy luz fugaz de este camino / cuando me tocas tú.

No supe que fue de ella después de finalizada nuestra relación. Por varios meses, después de la misiva, le enviaba poemas de amor que encontraba en la Internet. No sé si los leía, y creo que jamás lo sabré.

En mi soledad aumenta la luz / y cada momento / se eleva. En mi soledad / tu voz me encamina / y puedo volar / donde quiera, / uh. Yo soy libre del temor / cuando me tocas tú, / como el cielo de la tarde / cuando me tocas tú. Cuando me tocas aquí / y te puedo decir / que yo te tengo aquí conmigo, / que nunca voy a ser la misma / cuando me tocas tú.

Esa noche le regalé un cuento que escribí para ella; sé que no soy escritor, pero nació de mis entrañas. Tenía guiños, quizá muchos, de las veces que estuvimos juntos. Qué hizo con él, tampoco lo sabré.


Que yo te tengo aquí conmigo, / que nunca voy a ser lo mismo / cuando me tocas tú. Que yo me encuentro a mi destino, / soy luz fugaz de este camino / cuando me tocas tú.

Lila canta y vuelvo a su piel, a sus gemidos, al sudor, al aroma embriagador de su sexo, a esos labios que mi espalda extraña. Y como yo, ella jamás sabrá que llevo un compendio de cuentos eróticos, intitulado “Cuando me tocas tú”, que hablan de nuestras entregas, que fue mención honorífica en el III Premio Nacional de Cuento Erótico de Córdova.

Ahora que lo pienso, ella quizá haya olvidado todo eso o quizá no. No me preocupa saberlo porque mi piel no lo olvida y eso, por ahora, me basta.