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Cuarta historia de Periodímen completa. 8 capitulos en total.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por sergio Bermúdez, 14 de Diciembre de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 619

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    PERIODÍMEN Y LOS IMPERIOS DE OMICALDUS



    CAPITULO 1: OMICALDUS Y SUS MANOS DE SOMBRAS.



    Sombras que se colgaban bajo luces que se absorbían entre espadas procedentes de las montañas congeladas y llenas de un color que se agarraba y se electrocutaba, para que así aparecieran Garcílagos, unas estatuas de carne pero sin huesos, que se enrollaban entre tornados de aire húmedo, y desintegraban a la atmósfera, con un soplido que hacía que las ocultas voces, aparecieran y dejaran al suelo petrificado, y de hay salían Minogatmios, unos caballos con cuellos de jirafa, cuernos de toro, y patas de guepardo. De ahí soplaban los Monorritidos, que eran los monos ciervo. De pronto una explosión desintegro a la atmósfera, y de ella salieron Omicaldus y Avacadavanegra, después aparecieron Mardílagos y Cabrajuelas. Los Mardílagos se parecían a los Mandriles, pero lo único que les diferenciaba de ellos era, que estos eran más grandes, y que sus labios eran de cristal, sus ojos eran dos lunas rojizas, sus patas eran de saltamontes, y sus rabos eran de león. Los Cabrajuelas eran cabras mono, o sea las dos cosas, y tenían cuernos de unicornio, además eran carnívoras y su bebida favorita era la sangre, además de tener dientes de murciélago, alas de dragón y rabo de bisonte. Después estaba el príncipe del amor oscuro, donde sus besos eran de fuego con descargas de taladradora con humo, que se adquiría en violentas imágenes, que hacían temblar a los suelos. De estos salían Vadascadas, las princesas muertas por un terremoto, que penetro en todos los continentes, para así causar las muertes de princesas inocentes, todo esto fue provocado por el príncipe del amor oscuro, que se llamaba Yamagádo. Pero antes de que se formara todo el imperio, un tornado de tinta apareció y cegó a la arena, convirtiéndola en caldo y esta empezó a inundar la zona. Después apareció Solicuantodo, y Periodímen, y trajeron cabezas de Anyeliscos decapitados. Tanto Periodímen y Solicuantodo sacaron sus mecheros, y les pusieron una mecha con velas encendidas, y por cada vela que pasaba la mecha, estas se coloreaban de luz violenta y sangrienta, que hacían fotos y penetraba en las mentes del imperio. Omicaldus al ver todo esto, saco un arpa satánica, después la toco y empezaron a ponerse bien todo su ejercito. Después estos sacaron sus espadas de arena electrónica, y se montaron en los Minogatmios, que corrían a una gran velocidad e iban cosiendo al suelo, para que no se desintegrara, y quedara unido entre los relojes profetas, esos que sonaban sus alarmas, cada vez que iba a pasar algo, ya que estos relojes iban enterrados, pero tenían un sonido muy potente, que descuartizaba al aire y lo rompía como cristales muy frágiles, ante el sabor de la llamada destrucción sin verse reflejado en su propio espejo, ese que solo aparecía, cuando el príncipe del amor oscuro dibujaba mediante sus ojos, que se enredaban en sus pestañas, esas acciones, que de las noches saltaban a la realidad que aparentaba ser una fantasía descontrolada y llena de chispazos de agua hiperactiva, la cual hacía la misión complicada y llena de interrogantes, que debían ir siendo descubiertos con el paso del tiempo, además de ir todo acompañado de las manos de sombras del malvado Omicaldus.

    CAPITULO 2: OMICALDUS CREA LA MAQUINA DE LAS SOMBRAS.



    Omicaldus era dueño de las sombras, pues estas decían frases que se instalaban en el ambiente de un ardor de luz, que iba apagándose entre tormentas que se quedaban llenas de alientos que hacían desaparecer la belleza de los grandes momentos. Omicaldus era el rey cuyo lado oscuro intensificaba la crueldad sin nobles actos de coherencia. Periodímen estaba tras su busca, pues este no detectaba la señal para encontrar su pista. Las nieblas de los horizontes, los cuales quedaban como montañas sin tierra. Todo era muy oscuro, y nada podía a ciencia cierta saber que el paréntesis del destino, iba quedando instalado en las noches de tristes locuras por un imperio, que iba siendo más poderoso. Periodímen y el Lázaro Andrajoso tenían que impedir que tanto Omicaldus como su ejército, estuvieran día y noche, llevando a la ciudad de los Ángeles a enterrar sus historias por las malas artes. Habían miles de sonidos de esos que daban miedo escuchar. Las pistas eran escasas, y los cielos quedaban ciegos, por la visualidad dañina que iban adquiriendo, pues de tanta amargura, todo quedaba desnudado violentamente contra su sentir más íntimo. La gente cuando salía a la calle, para trabajar, tenía muchos problemas para llevar una vida normal, pues terminaban siendo aniquiladas de una forma cruel y despiadada. Periodímen salió a la calle y empezó a luchar contra los Cabrajuelas, que estaban decapitando a niños pequeños de un pargulario. Pero Periodímen saco su espada de información, que además estaba llena de electricidad, y empezó a matar a grandes grupos de Cabrajuelas. Los oídos de la gente se ensordecían, por cada grito que daban los Cabrajuelas, que eran cabras mono. De pronto empezaron a aparecer Minogatmios, liderados por el príncipe oscuro Yamagádo, pues este iba con un velo en donde habían miles de calaveras dibujadas. Le acompañaban los Mardílagos, que iban también montados en Minogatmios, los cuales se llenaban de oscuridades profundas, además de ir llenos de bacterias en su piel, las cuales hacían mucha herida a la naturaleza, pues esta quedaba totalmente marginada, y sus aromas se hacían el aire de una violenta mirada, que llevaba en su interior el negro sabor al dolor de un calvario, que quedaba quieto y sin ayuda, la cual estaba siendo buscada por Periodímen y compañía, pues algo no quería que viera ni sintiera nada de buenos actos, tal era la angustia, que los Minogatmios iban corriendo haciendo temblar al suelo perdido en llamas y relámpagos. Oscuridades que cegaban al cielo de las creencias malignas, y que pudrían a los ojos del viento, dejando al mundo sin caricias. Periodímen actuó, mediante un escudo de triángulos, que llevaba sellos con clavos de sangre, y así en esa forma de interpretar el lado de las sombras de Omicaldus, se auto inyectó en la atmósfera una estrella de grandes dimensiones, que catapulto a la leyenda de los Joryógas, que eran mujeres ratas, con orejas de lobo, y colmillos de vampiro. Todo este imperio venia del gran malvado Omicaldus. Omicaldus en medio de la gran lucha, aconsejo a los suyos lo siguiente:

    Omicaldus: Criaturas del mal, que cosen mis labios de maldad, que se ciñen en mis ojos, y dejan que vuele el poder de los deseos, para ser fundidos entre mis dientes de fuego, haced de vuestro orgullo una realidad, que haga que el mundo caiga en mi red de orgullo, para así ser como siempre he querido, porque mi vida depende de matar a Periodímen. Yo creo que lo conseguiremos.

    Pero justo cuando estaba dando su discurso, Periodímen se lanzo hacia Omicaldus y este cayo al suelo. Fue entonces cuando todas las criaturas empezaron a atacar a Periodímen. Unos Monorritidos atacaron y escribieron sangre con sus venas, calcularon el líquido con el que hacían los kilómetros, y después le prendieron fuego a esas líneas, y empezaron a salir gusanos libélula, unas criaturas muy extrañas, que picaban cada vez que salía el miedo al exterior. A los gusanos libélula, le decían los Libérganos, y consumían agua envenenada, y la guardaban en su base del organismo, para después picar, y dejar que la asfixia hiciera el resto, para conseguir la muerte. Periodímen intentaba quitarse a todas las criaturas de encima, y uso un Insecperioker, que era un insecticida de marca Perioker muy importante. Además mataba por asfixia a toda clase de seres, y los dejaba sin ganas de abrir sus ojos, a la vez que los dejaba en trance, entre la vida y la muerte. Pero Omicaldus iba clonando a los seres, y estos nacían iguales físicamente, ya que justo una vez hecho eso, Omicaldus creo a la maquina de las sombras, las cuales eran figuras que mataban mediante vudú a la sombra de la persona que tenían como objetivo atacar, después quemaban la sombra de esa persona, y más tarde los enemigos de los malignos, se convertirían en sombras sin fuerzas, y caídas en las tinieblas, sin reparación ninguna, sin ayuda de nada, solo eran sombras coronadas de la corona de la maquina, la cual te destruía el cerebro, y lo dejaba sin recuerdos de infancia, sin saber quien era en realidad, y además se uniría al imperio de Omicaldus.


    [FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 3: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]LOS SABORES DEL ALGODÓN DE FUEGO[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT]​

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    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][B][COLOR=blue][SIZE=4]Entre soñadoras hadas indias, con las flechas de humo y sangre, entre los vientos con alientos de colmillos condenados de rabia, y sucias palabras que se quedaban pegadas a las almas condenadas. Se encontraba un gran algodón de fuego. Ya no había caminos que se cortaban en el silencio de un suspiro. La gente iba condenada a morir entre el auxilio de un aullido. La carne cruda que comía el ejercito de Omicaldus, que iba desinfectada por el algodón de fuego, donde todo iba controlado entre la furia de una lágrima salada, que iba avivando al fuego, no solo era la palabra del maestro diabólico, era como si la suma de la aventura, construyera la agonía en la cima, donde no existía la cordura. Las frases se suponían que eran de sangre, donde no dormía la belleza de los nobles ángeles. Periodímen, era el único símbolo de la paz, entre el aire del bienestar, el cual salía entre una piel de papel, y su tinta que armó el escudo de su querer. Ya no había noche natural, porque la noche se volvió de cristal. Los racimos de deseos, se auto difundían entre la curiosidad, que les dejaba en la marginación total. Los lobos atacaban a la gente, los cuales eran fieras momificadas con arena y sangre de zombi. No había hogueras, que asustaran a las tenebrosas criaturas. Omicaldus llego a donde estaba situado el algodón de fuego. Las nubes caían entre relámpagos de acero. Los Minogatmios corrían desbocados y sin oxigeno para arrodillarse por Omicaldus. Omicaldus era la ley que dictaba todo hacia la crueldad de una pesadilla, que se divertía entre la locura de una tiranía sin precedentes. Periodímen apareció justo cuando el alba exploto, afectando al algodón de fuego, pues este abrió su aroma de sabores, había de todas clases y sensaciones. Los colores se tildaban de locura, y los sabores eran la autentica droga, que hacía presumir a los mortales, que nunca habían conocido la vida eterna. El paréntesis de la luna, los cielos enrojecidos, con la rabia de un delito, aparentemente desafortunado y sin ver la luz de la esperanza, la cual se escondía y huía por donde las angustias no podían alcanzar el horizonte de un una dimensión que quería ser elevada, para soportar la presión que se multiplicaba entre las espadas de un viento agarrado a lo profundo, sin soltar sus alas, solo las elevaba y las dejaba caer en la lluvia de un viaje hacía un futuro panorama, plagado de luces con fama de ser presentada a la princesa Dánia, la cual con su corona de rosas violeta, y su capa de marquesa de la alta sociedad, lanzaba mensajes al subconsciente de las almas, para afrontar los problemas de marginación incontrolada. Pues ya se veía que entre la noche y el día, las amenazas de Omicaldus dañaban a la belleza encantada, pues desperdiciaba las despedidas con un final triste, y conducía por vaivenes de ensordecedores sonidos que rayaban a las aves que volaban hacía un destino, que se quería hacer más grande, para aparecer entre sonrisas, que no eran posibles, por las continuas batallas, que hacían llegar los enemigos del submundo que estaba acompañado por la desgracia continua. La oscuridad formaba parte del momento angustioso y desafiante que el imperio creaba, pues además se juntaba con el maleficio del algodón de fuego, que atraía a los espíritus de aquellas personas que eran aniquiladas, e iban apretadas a un cinturón de hierro, que las dejaba sin oxigeno, además de arrancar su piel y hacer sangre, para que estas quedaran agitadas en la depuradora, que llegaba por cables a los componentes de Omicaldus y su ejército, para inventar la noria de la sangre servida en vasos de esqueletos sin vida. [/SIZE][/COLOR][/B][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue] [/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [CENTER][CENTER][FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 4: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]LA NORIA DE[/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600] SANGRE.[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman][/font][/CENTER][FONT=Times New Roman]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=5] [/SIZE]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Omicaldus y su ejercito sabían que la noria de sangre, iba a ser muy eficaz, para hacer las matanzas, y ordenar al horror, cortar la vida, que se iba construyendo, para después ser atentada contra la misma humanidad, que se desesperaba, y ardía en cenizas. Pero antes, la sangre quedaba helada, y esta se descomponía mediante un aire muy frío, que iba acoplándose, en función de las horas, que marcaban los delitos efectuados por Omicaldus. La rabia, la ansiedad de los inocentes, por no poder sobrevivir a esas catástrofes, terminaban haciendo daño a cada persona, que no podía ni si quiera, dejar sus huellas, para avisar del lugar del crimen. El crimen destrozaba a las familias, que iban buscando a sus familiares, pero resulto, de que el imperio malvado, se acogía a las leyes oscuras, para hacer más daño. Pero en ese momento apareció Periodímen, y cogió una cuerda que llevaba en su cuerpo, y la lanzo contra un Mardílago que estaba comiéndose una manzana. Cuando Periodímen lanzo la cuerda al Mardílago, a este se le cayo la manzana, pero de pronto a la manzana le empezaron a salir Gusernos, unos gusanos magnéticos, que estaban preparados, por si había alguna sorpresa inesperada en contra de Omicaldus. Los Gusernos empezaron a sacar de sus patas cerillas, y estas mediante el magnetismo empezaron a explotar, a la vez que los Minogatmios empezaron a venir en estampida, y Omicaldus apareció, pues las alarmas de las tumbas de los muertos inocentes, empezaron a sonar, a la vez que por cada alarma que sonaba, una tumba iba explotando. Periodímen alzo su vuelo, y conecto al viento, mediante una sustancia que le hizo dominar a la madre naturaleza, y esta se lleno de electricidad, y los suelos empezaron a explotar, a la vez que una lluvia de cuchillos empezaron a caer del cielo, y estos iban matando a los Minogatmios, pero Omicaldus se arranco su brazo, y lo tiro al aire, para coger todos los cuchillo, y después cuando tenia unos cuantos, ese brazo bajaba a toda velocidad para darle a Periodímen, pero este esquivaba esos grandes golpes, además de coger ese brazo y lanzarlo contra Omicaldus, pero este cogió a un Mardilago, y le dio a este, y Omicaldus se salvo.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Periodímen: Te venceré Omicaldus, no escaparas de mí.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Omicaldus: Ahora pondré en funcionamiento a la noria de sangre, y serás carne hecha picadillo.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Después de esto, Omicaldus pulso un botón de su camiseta, y la noria de sangre empezó a moverse, a la vez qué a la noria le salieron patas, y podía andar, destrozando edificios con sus aspas, y por cada persona que mataba, la sangre se metía entre unos tubos, e iba siendo convertida en bebida para el imperio de Omicaldus. Periodímen empezó a luchar contra la noria asesina, pero esta saco miles de espadas de sus aspas, y después estas empezaron a moverse dándole a Periodímen, pero este salto, y saco una Esrey Mansius, una espada mitad alienígena, mitad lava, y se la clavo a la Noria, pero esta se desboco y empezó a arrasar más rápida todavía, y a tirarle cubos de sangre a Periodímen, y este se manchaba de sangre, a la vez que se tiraba por el suelo, porque se resbalaba por toda esa sangre que iba quedando en grandes charcos. De pronto apareció Yamágado, el príncipe del amor oscuro, y saco su espada de cenizas, y se la clavo a Periodímen, y este empezó a gritar, a la vez que la noria de sangre iba ya muy lejos, matando a gente. Omicaldus animo al príncipe del amor oscuro, a seguir dándole espadazos a Periodímen. Pero de pronto una nube de tormentas cayó al suelo y exploto en truenos, haciendo una masacre de sangre y de fuego, ya que todo empezó a arder. Mientras tanto, la noria de sangre llevaba unos grandes pasos, y como estaba trastornada por culpa de lo que le había hecho Periodímen, esta empezó a tirar calderos de sangre a la gente, y esta salía corriendo, intentando escapar de la pesadilla. Periodímen estaba inconsciente, y Omicaldus lo rapto y lo mando a encerrar. Y Yamágado empezó a disparar a toda la gente que veía, además de montarse en un Minogatmio, para alcanzar a la noria de sangre.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3] [/SIZE]
    [CENTER][CENTER][FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 5: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]UN PRODUCTOR DE CINE LLEVA LA VIDA DE PERIODÍMEN A LA ALTA PANTALLA[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman][/font][/CENTER][FONT=Times New Roman]
    [FONT=Times New Roman]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Entre los amargos caminos, en donde la noria de sangre destrozaba el aspecto visual de la naturaleza, y en donde las ramas de los árboles se agarraban entre sí, cometiendo el auto suicidio, para ser victimas de sus compulsiones eléctricas, venidas de las tormentas, que se apoyaban en lo alto del cielo, para desgarrar al viento. El viento era la oscuridad del mismísimo infierno, que se condenaba para hacer del eco su más aterrador grito hacia la penumbra de altos horizontes. Periodímen estaba capturado por Omicaldus y su ejercito. Pero no sabia que alguien en la ciudad de los Ángeles le iba a dar la llave de la salvación, y era que un tal Sergio Bermúdez, que era productor de cine, iba a sacar a Periodímen de esos lugares de oscuridad, en los que Omicaldus se disfrazaba de sacerdote satánico, y los demás era sus feligreses. Omicaldus tenía un templo, lleno de calaveras crucificadas en paredes, además de tener retratos de Basedor Galjedor, un Dios maligno, que bebía sangre mezclada con alcohol de beber. Tomaba Güisqui con sangre, también cerveza con sangre, vino con sangre, Jota B con sangre. Y además no podía faltar la casera con cráneos de calavera, para darle más sabor y un toque rítmico. Basedor Galjedor era un Dios, que era un retrato, además de tener una pantalla en alta definición, con un botón en su cabeza, para mediante cables que lo conectaban a su cerebro, hacer palomitas para sus seguidores, mientras se sentaban a rezarle. De pronto apareció Yamágado, y vino con la noria de sangre, y se la dio a Omicaldus, y este a Balsedor Galjedor, para que le diera el visto bueno. Balsedor Galjedor habló mientras Omicaldus y sus discípulos se arrodillaban ante el gran cuadro televisión que se quedo en conexión con el templo.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Balsedor Galjedor: Hola a todos, me gustaría saber donde esta Periodímen.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Omicaldus: Lo tenemos aquí amo.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Balsedor Galjedor: Mostrármelo.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Omicaldus: Si amo, aquí lo tiene.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Periodímen estaba cubierto de espinas esqueléticas, y mostraba fuertes cicatrices en cada una de sus partes, además de latigazos y espadazos, pues estaba siendo maltratado por todos. Pero de pronto el templo empezó a caer mediante explosiones, que vinieron de una pantalla súper gigante, que iba destrozando cada lado del templo, y ese algo era una súper producción de cine, que esta siendo construida en ese mismo momento en el mismo templo sin que los malos lo supieran.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Omicaldus: Todos en guardia, algo esta pasando aquí.[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]De pronto unos hilos en los que se sostenía una gran pantalla, en donde las imágenes eran en tres dimensiones, con un sonido impresionante, se estaba apoderando del templo, tanto que hasta el retrato pantalla de Balsedor Galjedor estaba gritando sin parar, pues la sangre de este, empezó a salpicar a la gran pantalla de cine. De pronto en la pantalla empezó a salir en el titulo de la película lo siguiente:[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]“LA VIDA DE PERIODÍMEN”[/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Periodímen despertó en ese momento, justo cuando todas las criaturas de Omicaldus estaban asustadas, empezaron a salir unas sillas eléctricas, en las que se iban quedando atrapados estos seres, e iban viendo toda la vida de Periodímen, además de que cada vez que Periodímen actuaba en la película, a estas criaturas se les iba quedando el cerebro electrocutado. Omicaldus salio corriendo, pero se topo con Sergio Bermúdez, que era el productor de la historia, y este saco su espada, y empezó a luchar, mientras Periodímen se levantaba y ayudo a Sergio Bermúdez, pero antes de que pudieran hacerle algo a Omicaldus, este huyo en la noria de sangre a toda velocidad, mientras que algunas de sus criaturas estaban atrapadas viendo la película de la vida de Periodímen, siéndoles lavado el cerebro. [/B][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3] [/SIZE]
    [CENTER][CENTER][FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 6: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]OMICALDUS CONSTRUYE UNA CIUDAD MEDIANTE POESÍA OSCURA.[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman][/font][/CENTER][FONT=Times New Roman]
    [FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Las explosiones se sucedían en el templo de Omicaldus, además de ver como le atacaban sus soldados, pues a estos se les estaba lavando el cerebro, mediante la película de Periodímen. Pero Omicaldus tenia un plan y era recurrir a la poesía satánica, para levantar su imperio, y dejar escrito en el tiempo, que sus leyes eran la sangre que originó la guerra entre los espíritus, para machacarse entre cuerpos muertos, y dejando violada la ley de la libertad a lo sagrado, pues mediante una inspiración que quedo grabada en las memorias de una especie de virus llamado Jolmentóco, se adiestro mediante las instrucciones de un Dalay Lama diabólico, que le apretó su corazón, desnudando al terror, y dejando que las armas del viento, arrasaran con la sangre del virus. Estas le afectaron en su pequeño cerebro, e hizo que mediante las voces hipnotizantes del Dalai Lama diabólico, se emprendiera la guerra de colmillos, que serian la mayor catástrofe que se produciría en los Ángeles. Un Anyelisco apareció con un violín color negro, y también tenia una bufanda sudada con lágrimas de sangre bautizada en los mares de Galkei Undiarmotikins, el dueño de las zonas prohibidas, que hacia que se apoyaran unas orillas con otras, para alimentar el fuego, y hacerlo evaporarse, prendiendo de fuego a una atmósfera asfixiante, que estaban matando a las gaviotas procedentes de otros lugares americanos. Omicaldus empezó a escribir poesías oscuras, de las cuales el verso se hacia mediante grasa humana, además de ir acompañada de animales muertos, y llevados a su eclipse de sombras, que no podían soportar la compañía de esos suelos fríos y resbaladizos, que emprendían su aventura, desafiando a cada persona, que iba cayendo en las redes del destino. El Dalai Lama oscuro, empezó a sacar una corbata, y le inyecto saliva de Anyelisco, para después colgársela del cuello. Una vez que hizo ese ritual, todos los edificios empezaron a caerse, para convertirse en casas zombis. Esas casas tenían aspectos de horror, y estaban podridas ante cada luz, que salía de las ventanas, y ardía entre pisadas ocultas, que se reflejaban en espejos, apareciendo figuras paranormales, secuestradas por manos escondidas en los cristales, y martirizadas por tentáculos de un fantasma sin alma. La ciudad se iba construyendo, y en donde estaba el templo de Omicaldus, las criaturas empezaron a romper las sillas eléctricas, y fueron a estampida hacia la llamada de la ciudad que les esperaba, y fueron recitando en sus caminos esas poesías escritas por Omicaldus, hasta llegar al puente de las huellas de la noria de sangre, que se divorciaba de la brisa, y se hacia su luz, mediante una vela de fuego ilimitado, que disparaba balas, y las cargaba mediante la sangre derramada por personas inocentes, que no podían curar sus almas condenadas al dolor, y llevadas bajo el lema de una muerte sin recompensa, hasta que apareció Periodímen y se alzo la vista de los cielos, y empezaron las luchas entre el bien periodístico de las redacciones contra la acción sangrienta, vestida de una nueva construcción, que no fue detenida por esos momentos de angustia para los mortales, y de sabor a crueldad para aquellas criaturas que desafiaron la luz de un sol, que no pudo calmar ni al mismísimo Omicaldus.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=3] [/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
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    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman] [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [CENTER][CENTER][FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 7: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]POKYDERMIAKUS, EL DEMONIO ARTIFICIAL.[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman][/font][/CENTER][FONT=Times New Roman]
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    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][B][COLOR=blue]En las lejanas orillas de los infiernos, en donde las damas eran platónicas, por no ser encontradas por sus caballeros que eran prisioneros de la esclavitud de un rey llamado Pokydermiakus, un demonio nacido del conde Gatenko Polisisis, en un infierno en donde todo era de llamas, y los cerebros de los humanos, eran quemados y fundidos en piedras con picos. Omicaldus sabia de la existencia de Pokydermiakus, pues ya le habían comunicado su existencia. Los techos se caían haciendo puentes de cuernos, para pasar sin caerse al otro lado. En ese infierno cruel, había seres muy extraños como Conejos en un mismo ser mezclados con elefantes, se llamaban Conelefanbleis. Las piedras de los infiernos se rompian como cristales, cada vez que iban siendo explotadas por cada pisada de esta criatura, que rompía los suelos, y les hacia brechas. Luego estaban los Jarlontes, unos vaqueros de piedras y piel de lagarto, que intentaban abrir un agujero negro en el mismísimo infierno, mediante un ventilador gigante, que atraía mediante una tubería de alta precisión, sustancias del universo. El conde Gatenko Polisisis saco una espada y la tiro al techo, y de pronto empezó a caer sangre y carne humana, a la vez que un grito, mediante radiación de rayos laseres, abrió una puerta de una sala. En esa sala empezaron a soplar tornados de cemento, que se iban estrellando mediante archiexplosiones incorporadas a los mundos de un ojo gigante, que sangraba, y derramaba como si de un huevo frito se tratara las pupilas, para que crecieran Fasonimios, unas pulgas esqueléticas, que lanzaban mediante metralletas, balas que ilustraban la guerra. Pero lo más extraño fue que entre las trompetas de las gargantas de los vampiros antisangre, había agua artificial mejor que la sangre para estos vampiros, y era producida por Pokydermiakus, que era el demonio artificial. Después de esto, Pokydermiakus se monto en una nube de gas producida por las evaporaciones de humo, y se lanzo al ataque, además de acompañarlo todas las criaturas, exterminando cada estrella que aparecía en el camino, para así sacarle la energía y llevarla a su cuerpo. Los arsenales de armas estaban preparados, además de las flechas, y también las bombas anticalmantes, las cuales hacían presagiar la cruel guerra, que se avecinaba en el horizonte. Las llamas se ponían muy rojas, los animales normales, morían de rabia intensa, y los humanos se suicidaban porque se les subía la sangre a la cabeza, ya que no podían soportar la presión del ruido ensordecedor de las batallas que se producían. Una vez hubieron llegados todos, Pokydermiakus se lanzo a por Periodímen, y lo tiro de un puñetazo al suelo, pero antes de que pudieran hacerle algo, apareció Solicuantodo, y lo llevo a un cráter dumiente, para explicarle los secretos de Omicaldus y el resto. Omicaldus utilizaba la noria de sangre, y llamo a los Anyeliscos, para que sacaran sus espadas, y fueran a exterminar a Periodímen, pero antes de que pasara algo Solicuantodo salio con un puñal electromagnético, y se lo clavo a un Anyelisco. Pero Omicaldus pulso un botón de la noria de sangre e hizo caer un edificio, y se cayo encima de una multitud de gente que aparecía huyendo entre la batalla. Periodímen salvo esta vez a Solicuantodo de quedar atrapado por los muros. Y ahora si, la guerra estaba servida. La pregunta era, ¿Quién se impondría a quien?[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman]
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    [CENTER][CENTER][FONT=Times New Roman][SIZE=5][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 8: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]EL ARTE DE UNA CUCHARADA DE SANGRE.[/COLOR][/B][/SIZE][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman][/font][/CENTER][FONT=Times New Roman]
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    [COLOR=black][FONT=Times New Roman][SIZE=4][COLOR=blue][B]Momentos de disparos, de ambiciones abiertas en la oscuridad de la batalla. Entre los disparos, se atentaba con la imagen inocente de un alma que huía para no ser prendida de muerte. Las rayas del sol quedaban mal colocadas y abrasaban al mundo, y lo terminaban destruyendo, sin dejar al aire sin respiración, acostándose las nubes y muriendo por los rayos de las tormentas, que crujían y hacían desaparecer la claridad normal, de un día que no podía esperar, hasta ser aturdido y desesperado en la lluvia de lágrimas de los mortales. No había seguridad, ni nada por el estilo que se pudiera hacer para dejar la llama de la suerte encendida. El viento procedente de las gargantas de las criaturas malignas, se adueñaba de cada voz que era agarrada y tirada por las fuerzas de las mentes, que eran capturadas y desgarradas entre una multitud que no podía ni si quiera pronunciar palabras. Omicaldus mataba a niños pequeños cortándoles las cabezas y alzándolas al aire, además de extraer sus sangres y meterlas en la noria de sangre, para que esta la curara, y fuera bebida en las cenas. Periodímen saco un arma, llamada Mircropolisi, y empezó a disparar a Omicaldus, y este mando a más Anyeliscos, que eran ángeles malditos, pues entre las orillas del bien y el mal, andaban los peligros, que hacían asustarse a la gente, y ser presa del pánico. Las dolencias eran las muertes súbitas, que no podían ser curadas, ya que los los gruesas armas de los infiernos, eran letales y ardían en las cenizas de carne de persona, que no podían evaporar sus ideas, y quedaban contagiadas, por no ser salvadas a tiempo, por culpa de los artes oscuros, de luces y colores sin ver la habitual mañana de verse iluminados por algo agradable y ansiado por la ley de las palabras bienvenidas al mundo de los despiertos, que querían obtener lo que solo era un calmante, para poder contemplar la sinceridad, sin ningún riesgo violento, que supondría los quebraderos de cabeza, que se adentraban en el interior, y se adueñaban del miedo, para ocasionar muertes, y no recibir ninguna palabra en clave, buscando a la suerte. Pokydermiakus llevo su arma y asesino a Solicuantodo, ya que Periodímen no pudo hacer nada, era demasiado tarde para ello, y no supo calmar su ira, de ver destrozado a un gran amigo de batalla. Se hacían lamentos, en los pensamientos de Periodímen. El arte de la destrucción estaba llegando a desangrar los corazones de bondad. Por culpa de Pokydermyakus, nada volvería a ser como antes, pues según Omicaldus, no había mejor celebración de una muerte, que el poder sacar con todo su arte, su ultima cucharada de sangre.[/B][/COLOR][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Times New Roman][/font][/FONT][/font][/font][/font][/font][/FONT][/FONT][/font][/font][/font][/font][/font][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/FONT][/font][/font][/font][/font][/FONT]
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    OJU NIÑO, MEJOR TE DEJO ESTO
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    #2

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