Cuentacuentos / Povestitoare

Es la brisa nocturna quien al pasar por entre las hojas de los arboles les hacia contar historias al viento, historias que llenan la inmensidad de un bosque, que no se pierden en los claros, ni se las logra llevar el rio. Cuentos...que se quedan allí más de lo que dura la brisa, sin importar si esta se ha quedado ya dormida, y no desaparecen cuando algún pequeño capullo en flor ya cierra sus ojos de sueño.

Incluso el capullo más pequeño retenía dentro cada palabra, la acogía entre sus pétalos aun verdes e intentaba no dejarla ir, intentaba dejarla impresa en la corola que se abriría pronto cuando la luz de la mañana le fuera a despertar, para mostrar luego esa inexplicable belleza.

Era la sensación de estar feliz allí, de poder simplemente cerrar los ojos sin que costara respirar. De que allí nada podía pasar. De estar hundido en suave algodón, sintiendo la seguridad de estar entre la más fuerte muralla que alejaba de cualquier cosa que pudiera hacer daño, la sensación de ese viento que acariciaba tan tiernamente, que hacía sentir tan bien, el canto aterciopelado de los lobos hacia la luna llena una noche sin estrellas, el ser arrullado por el suave sonido del bosque.

No era como si fuese a desaparecer todo con la mañana, como si esta se llevara lo que era más preciado para las flores, la luna saldría de nuevo, pero no todas las noches había luna, tampoco estaba completa siempre, tampoco todas las noches corría el viento, así como no todos los días la lluvia usa a los arboles y a las plantas para hacer música. Esas eran noches silenciosas, eran noches taciturnas, que les regalaba momentos imposibles de describir, noches que podían helar desde lo alto de su tallo hasta la más diminuta raíz, noches solitarias de no ser por el ruido de agua corriendo, de los sigilosos pasos de los animales en la tierra y la luz de linterna de algún que otro aventurero.

Pero aguardarían siempre a pétalos desplegados, mostrándose siempre hermosas. Mostrando al hiriente sol que no se encerrarían de nuevo en su capullo. Llenarían así las noches sin luna de mil colores junto con el más dulce perfume, apagarían ellas ese silencio cantando aun si nadie pudiera escucharlas.

A las flores les gustan que les cuenten cuentos, sentirse en la calidez de la brisa de las noches de primavera. Esperarían ansiosas nuevamente a que haya luna en el cielo, a que los lobos vuelvan a aullarle a ese sol plateado de medianoche, a que la brisa les cante y juegue a despeinarlas.

[Es como un encanto mágico.]


Dandelion