Cuentos para entretener. Huyendo del Pop

Huyendo del pop


Me han pedido un fábula. Los encargos me bloquean. Cuando me pasa, le pido a las musas que me manden algún personaje de renombre y me pongo al dictado. No siempre sé de quien se trata, es lo que hay. Ya empieza:
-Antonio abre el mensaje de mail en su portátil con pocas esperanzas. Bla, bla, bla, partituras que nos ha enviado tienen una calidad innegable pero no encajan en el perfil del documental saludos cordiales. Cierra el ordenador coge su anorak y la mochila de Globo y se dirige a la calle. Es una persona introvertida y algo solitaria, un músico brillante que sobrevive como repartidor. Luis, un compañero del trabajo, acaba de ingresar como bajista en el grupo de una antigua dama del Pop, una tal Carmen. Su manager les ha conseguido una gira como teloneros. Luis le pide a Antonio su opinión profesional y, aunque este tipo de música y la bohemia que lleva asociada no tienen ningún interés para él, se compromete a asistir a un ensayo. A su llegada el grupo ya está tocando, Antonio piensa:
-Cuánta melodía facilona, prefiero el mundo de los documentales.
»Las muecas en el rostro de Antonio no pasan desapercibidas para Carmen y lanzando el micrófono contra los altavoces exclama:
-Esto es una mierda! ¿verdad Antonio?
-Sinceramente Carmen las letras tienen calidad, respecto a la música os presentaré otra propuesta.
-Sería genial -dijo Carmen. Y sin darse cuenta entro a formar parte de la banda.

¡Alto, alto, narrador! te pillé, el patito feo ¿eres Anderson no?... ¿Ah no?, pues sigue contando.

»De camino a su apartamento no daba crédito a su estupidez.
-Fantástico! otro trabajo para la ONG musical que tengo montada.
Antonio tardó poco en conseguir un look apropiado a las letras de Carmen. Al cabo de unas semanas le mandaron una invitación para asistir a una prueba de sonido. Un éxito rotundo, su música era original y pegadiza. Carmen estaba como loca y le suplicó a Antonio que fuera de gira con ellos, tenía más letras que precisaban de su talento. Zaragoza, Gijón, Bilbao y así hasta veinte conciertos. Una experiencia inolvidable. Al terminar la tournée Antonio volvió a su mochila y a su bicicleta.

¡Para, para, de nuevo!, ahora sí que te tengo, la cenicienta, no hay duda, eres Charles Perrault… ¿tampoco? sigue pues:

»Un día apareció Luis en su puerta y hablaron de aquel viaje. Antonio le comentaba que, aunque fue la mejor experiencia de su vida, se quedó un poco decepcionado porque nadie le propuso seguir en el equipo. Luis un tanto perplejo buscaba la manera de responder a Antonio sin aumentar su decepción y le dijo:
-Te contaré una fábula que, por lo que veo, no ha perdido vigencia:
Hubo una vez un avaro que enterró su fortuna, dos lingotes de oro, al lado de un muro ajeno a un ladrón que lo seguía. En el momento en que el avaro se fue, salió de su escondite llevándose los lingotes. Se lamentaba el pobre avaro con tanta fuerza que lo oyeron los vecinos. Uno de ellos le acercó dos piedras para que las enterrara en lugar del oro y así calmar su desesperación. Se dio cuenta de que aunque era mucho su amor por el dinero, mayor era su avaricia. No hubiera gastado por nada del mundo su riqueza. Lo siento Antonio pero nos pareció que preferías no entrar en ese mundillo, guarda el recuerdo reluciente, no seas tu propio ladrón.
»El tiempo fue potenciando su faceta de músico y lo condujo hacia la docencia. Antonio nunca dejará de ser una persona tímida, reflexiva incluso amante de la soledad. Sigue enviando sus partituras a la misma productora, es un aliciente para su intelecto, pero no abre los mails, ahora es feliz con su trabajo.
Esopo, claro,… con esa túnica ¿ quién iba a ser?

 

Lo malo es que las musas te han ido mandando autores de renombre, pero te han dejado a ti el trabajo de identificarlos.
Has hecho una mezcla muy divertida, original sin duda, y un trabajo de deducción a partir del devenir de la historia.
Y con fábula incluida ¡Bravo!

Saludos.

 

Muchas gracias Eratalia, celebro que te guste, me divertí mucho con este escritor de mediopelo, pobre musa, ella hace lo que puede...
Un saludo.