Cuestión de fe

Cuestión de fé…

-Ramona, Ramona, ven hay te encargo a mi Rufina, voy corriendo pa´ la Ruada a llamar a Celestina, quen sabe que tiene el Pancho porque le hablo y ni me mira.-
-Si, vete Concha, ya voy, nomás subo la comida porque son guesos de res que tardan tanto en estar, yo te cuido a tu chiquilla y al Pancho pos, ya que mas.-
Corre rauda la Conchita, con sus pies descalzos, rajados y encallecidos , sus pantorrillas flaquitas y endurecidas se mueven rápidamente con pasitos menudos pero veloces sobre el intrincado camino del rancho al pueblo vecino, va a buscar la curandera para que le haga un remedio a su niño grandecito que quedó como dormido. Su reboso deshilado y borrado por el tiempo se le atora en las marañas de los huizaches y cardos, sólo lo jala y prosigue con su carita de espanto, no importa si su vestido lleva el encaje volando. Lleva en sus dedos pasando cuenta a cuenta su rosario, rezando en el pensamiento para que sane su Pancho. Allá, a tres horas de camino y dos colinas andadas se divisa el caserío donde radica la anciana que con remedios caseros aliviana a la comarca. La Conchita sudorosa con sus trenzas amarradas, salta piedras del arroyo con atinadas zancadas; llega con la Celestina y le comenta su pena; la doña, que en buena estima ya la tiene como clienta le ofrece una olla de atole con un tamal de garbanzo mientras arregla sus cosas para seguirla hasta el rancho. En el corral, la matrona, pone un arnés al “mulato” un chivo viejo y birriondo que jala su carromato. Y allá van, a paso de chivo, la Ruada queda atrás, Celestina cavilando y la Conchita rezando. La tarde las alcanzó ya llegando a San Simeón, que así se llama el ranchito, Celestina con premura se dirige hacia Panchito. La Ramona abraza a Concha con los ojos muy llorosos, -Panchito daba de brincos y gritaba con sollozos y a luego se puso quieto pero no cerró los ojos, se puso tieso y muy frío como se ponen los muertos; yo no jallaba que hacer y me saqué a la Rufina, la llevé con Camerina y me regresé otra vez, le quemé los “ocalitos” y ramas de Jericó pero Pancho no despierta ¡Yo creo que ya se murió!-.- ¡Calla boca Ramona! Que mi dios está en lo alto, orita la Celestina trai remedio pa´mi Pancho-. Silencio…Celestina murmura y canta alabanzas, del jacal sale humareda, huele a ruda, a menta y eucaliptu, a zarza y a manzanilla; huele a esperanza.
Conchita solloza, la consuela Ramona, se acerca Camerina con Rufina, doña Licha y doña Joba, rezan todas, la noche cae, la tarde muere, pero no la esperanza.

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dicen que la esperanza es lo último que se pierde, saludos

 

Nada mas cierto, linda y con ella se logran grandes triunfos, hay que fomentarla siempre. Gracias hermosa Marián por tu dulce visita y comentario, abrazos.