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cundo el cuchillo habla

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por grey laks, 3 de Septiembre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 446

  1. grey laks

    grey laks Poeta recién llegado

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    3 de Septiembre de 2011
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    Se puede ver, a cierta edad, como todo se es tan difícil de observar, porque se vuelve más lento. El agua, solía escurrirse entre los marchitos dedos que proclaman ser arrancados de raíz. Todo esto mientras el agua se evapora, dejando al desnudo los ideales y los sueños dados en un plebiscito.
    Cuando se piensa, es todo una introducción, cada palabra se manifiesta, la minoría de las veces en una acción, y es algo infinito, pero para suerte nuestra se esconde un motivo, una ilusión y salvar a la princesa es la felicidad.
    Luego la realidad se presenta como un absurdo y me dan ganas de salir de esta utopía, donde nada se guarda sin tener antes una repercusión. Las miradas sobresalen por sobre los pensamientos lerdos y lentos, que pasan en blanco y negro.
    Así que, tomo las llaves y me dirijo a la puerta, compruebo de esta manera mi clave de usuario y entro en acción. Apretar los botones correctos a medida que camino y obtengo experiencia suficiente para arrancar cada molécula del aire que se interpone.
    ¿El objetivo?, el objetivo es fácil, el sustento de la sociedad actual radica en su poder monetario, siempre se elige la opción más rápida, la menos indolora, en este caso el banco. Es molesto robar cuando no se tiene un arma para hacerlo y lo es más, cuando se conversa en un monologo interior, tratando de captar la atención de las personas que en este instante me miran. Pero son frágiles y se esconden como ratas.
    Al lado hay un alboroto, la discusión siempre es la selección natural, donde quedan los más fuertes, claro, en esta utopía no se les da cabida a otros factores como la suerte, la suerte de no estar presente cuando suena un gatillo y se desplaza hacia atrás, mientras la persona cae como un muñeco de trapo. Pero, ¿importa?, es mucho más conveniente que mueran ahora, para no topármelo después.
    En fin, estoy a unos cuantos metros del objetivo principal y la tierra se mueve conforme a mis distorsionados ojos y quebrandosas piernas. ¿Miedo?, no, el miedo no se toma en cuenta en esta selva de ignorancias. Unos dicen estar preparado y no tienen el suficiente nivel como para empuñar un arma.
    Por suerte, yo tengo la mía, empuñarla siempre es fácil, lo difícil fue conseguir el dinero para completar la transacción. Se sienten en la vida, que al fin y al cabo somos todos religiosos y reencarnamos para entrar de nuevo, con la misma contraseña; “felicidad”.
    Y es que tenemos cerebro para manejar nuestras acciones, pero es nuestra mente quien da el último movimiento, y aprieta el “reset”, para volver a comenzar, recapacitar en un momento, pero el cerebro es terco y nuestro material genético se escurre entre decepciones.
    El arma que he traído conmigo desde la pasada calle, me molesta con argumentos sobre la justicia, y me llora y me molesta y me atormenta con resignaciones y debilidad, una reacción normal, dado que es mi cómplice principal.
    Se ve todo tan frágil, como un vidrio que nunca se ha roto, me atrevería a decir, casi virginal. Y ante todo, los centenares de princesas que se atreven a desafiar mis intenciones heroicas, haciendo que caiga al piso, francamente es molesto. Forman una fila en mi contra, todo por parte del misterioso enigma que los controla.
    El arma resalta por sobre mi armadura, y es visible para los receptores, ahora perplejos entre agonías. ¡Y se exaltan! Y todo es un desparramo de gritos, que nutren al mismo tiempo cada poro entre constantes respiraciones, ¡y no lo evito!, no puedo evitar soltar una carcajada con la incredulidad con la que se muestran y les exclamo, y les digo; ¡la pura imagen de la selección natural hijos de perra!, la pistola está cargada y la fecha de caducidad impuesta en cada mano se empieza a borrar conforme al tiempo que me demore en matar.
    Los ojos, se componen entre ironías, pero entre tanto pensamiento, asecha un molesto ruido, hablan por un megáfono y me muestran sus credenciales. Son típicos, son tan típicos que no merecen mi clemencia, pero debo antes, completar mi misión y las balas se me acaban.
    Hasta que un frio recorre con remordimiento mi mejilla en su pecado. Y lo admito, las razones que me daba el arma aun no pesaban más que mis palabras. Pero, voy ganando y el riesgo se observa a poco y lejano, todos están abajo, pidiéndome clemencia a mí, y no lo entiendo, ¡si ellos son las indefensas princesas!, que caminan siempre cabizbajas, ¡y me importa!, y me realza y me vuelvo a parar y el frio se convierte en rabia, al mismo son que mis balas se convierten en venganza. Y es que es muy difícil apretar los botones correctos, cuando en esta utopía, no se libran de pensamientos concretos.
    ¡Y es que no lo entienden!, tienen un saco de billetes que me podrían alimentar hasta el final de mis días, pero no lo entienden y es entonces, en que pienso y me cuestiono si lo puedo arriesgar, si puedo arriesgarme a apretar el botón equivoco que me haga perder, pero el sonido se hace más fuerte y tengo suficiente sangre en el piso como para recibir un impacto social.
    Pero es realmente triste ver hasta cuando caes y algo sientes que se perfora, porque no es el corazón lo que se perfora, y es aquí el cuestionamiento principal, y es que he oído que no importa las veces que caigas, sino las que te levantes, y estoy en desventaja, me arrodillo y ya no importa. Las princesas, las princesas son el agua, entonces ¿Por qué me evaporo yo?, siento, y lo siento y lo sé, pero sé que nadie me obligo a presionar los botones en concreto, aun así se me dio una oportunidad y tomé el riesgo…y perdí, sabiendo que ninguno de ellos era la princesa. Y es que si la vida no tiene un botón para reiniciarse o apagarse, aun así se puede apretar en un descuido, es por eso que a veces, la vida nos resulta tan compleja, que a menudo no entendemos cómo se puede cambiar o esfumar en un segundo, sin siquiera ser un cigarro.
    -¿está muerto?-preguntaba lentamente una voz
    -es lo que se cree-decía la segunda voz.
    -¿perdió de nuevo?
    -tristemente, concluía la incertidumbre.
    -su medicina, ¿la tomó?
    -si
    -¿entonces?, no hay medicina más fuerte
    -y es que perdió y quiere ser enterrado, y no lo culpo, si su hija se murió y fue ahí, cuando, bueno, la esquizofrenia no es un juego.-se lamentaba el amargo hombre de bata blanca
    -las princesas son enfermizas, mientras que la vida lo es
    -y el enigma también, solo que ahora terminó con una bala en el pecho.
    -es ciertamente un homicidio
    -¿por la hija?
    -aparte.
     
    #1

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