De amistad, moral y soledad.

Me desmoraliza cada situación en la que deba hacer a mi pequeña cabeza pensar. En la que este corazón que bombea sangre a presión deba ponerse a prueba una vez más. El eburrimiento es el hijo de esa perdida moral que me hace pensar, ¿Qué carajos hago aquí? La gente te enseña todos los días que la escuela de la vida es aburrida como cualquier otra.

Los filósofos gritan desde su cima, "¡Ey tú! Si el que no sabe a dónde ir, encuentra tu camino" y las palabras de aquellos hombres resuenan en el fondo del desfiladero en el que los demas caminamos confundidos y apesadumbrados. No es que sienta la nececidad de tener amigos, pero la costumbre del convivir hace que el pensamiento de tirar ese puente que me une a los demas me resulte incomodo.

Me desmoraliza el pensar que debo vivir en parcial soledad, pero, ¿Estaré solo en realidad? Será acaso que el perder condición en la camaradería no es como perder condición al correr. Igual que como los amigos llegaron igual se pueden ir, y así llegaran más. No es que sienta que yo estoy elevado, ni siquiera se que demonios quiere decir "se el superhombre" quizá sea la forma de referirse al hombre solitario.

Pero aún así el aburrimiento me llega y no puedo evitar querer convivir, y sin embargo, encuentro consuelo a la soledad mental con la soledad física, pues el abandono se supera estando solo. Y no sé, tal vez un día construiré un puente de buenos materiales hacia nuevas mentes y entonces lo que sentiré será la pereza de crusar el otro lado.​