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De vuelta

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rodavlas Sétroc, 18 de Noviembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 455

  1. Rodavlas Sétroc

    Rodavlas Sétroc Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    5 de Noviembre de 2010
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    Sergio Robles Batres llevaba cinco meses, dos días y diez horas de haber obtenido su jubilación, y su forma de vida no terminaba de convencerlo, su esposa había fallecido cuando él tenía cuarenta años y nunca pasó por su mente buscar alguna mujer que sustituyera a quien había sido la compañera de su vida, por lo que después de un análisis introspectivo descartaba con bases firmes la necesidad de alguna compañía.
    Sergio había tratado de respetar los desordenados hábitos de su vida anterior, leer lo necesario, no mas, comer lo necesario, no menos y dormir su siesta durante el día, a la hora que se pudiera. Desde los dieciocho años hasta los cincuenta disfrutó de las bondades de una vida que el mismo eligió, ser actor y disfrutar de las mieles de la fama y el éxito, primero en la compañía de teatro universitario, después en el cine y la televisión. Cuando llegó al club de los cincuenta y conoció la realidad de un mundo en el que la edad es fundamental para tener o no empleo, decidió regresar a la compañía de teatro, con quehaceres administrativos, pero cerca de aquello que era fundamental en su vida.
    Cada momento en su nueva vida le parecía extraño, una especie de exilio de un mundo que él siempre había considerado suyo por antonomasia. Con inconformidad había aceptado su jubilación, solo por que así lo marcaba la ley, de otra manera seguiría cerca del teatro, ahora, tal vez escribiendo pudiera lograrlo. Una de esas tardes en que las tribulaciones eran su única consejera, sus pasos lo condujeron de manera automática hacia su propia calle, tan inexplorada por él, y que en su soledad parecían devorar los espíritus de gente solitaria, ahí, a la mitad de la calle, como espejismo sonoro, la algarabía de voces y la típica mezcla de música y sustancias espirituosas le hizo sentir cosquillas en el alma y un penetrante escozor en la piel, caminó con lentitud hasta que estuvo frente a la casa, antigua como casi todas las que se erguían aún en aquella zona de la colonia Roma, le recordó que siempre había pensado en la posibilidad de que en aquella zona cada casa existía gracias a que en cada una habita un fantasma que las resguardaba, y que en contubernio con los habitantes vivos las mantienen así, vivas y en pié. Pensó en sentarse en la acera a disfrutar de aquello, que sin saber por qué le hacía sentir vivo. Instintivamente se dirigió a la entrada, la puerta estaba entreabierta y a pesar de ello tocó varias veces, como nadie saliera entró con sigilo, en la sala, amplia y con un decorado tan moderno que le pareció entrar al escenario de alguna obra en la que alguna vez actuara, una media docena de muchachos y otras tantas muchachas, cantaban y bebían alegres de sus vasos, otros hablaban sobre proyectos y revoluciones. El bullicio disfrazaba su presencia, decidió acercarse a dos muchachos, quienes un poco alejados de los demás brindaban con una cerveza en la mano, saludó con cierta timidez y los muchachos como respuesta le ofrecieron una bebida, él la aceptó mientras se presentaba. Como respuesta a las curiosas preguntas de los muchachos, Sergio les contó de su vida, que había sido una actor famoso, de sus viajes por el mundo y de las soledades que para ese momento le acompañaban. Les comentó que vivía en la casa iluminada con una bombilla verde al fondo de la calle y aprovechando les ofreció disculpas por la intromisión. Con un semblante diferente se despidió argumentando que al día siguiente acudiría a un par de mítines en pro de la dignidad del ser.
    Después de aquella noche, Sergio sufrió un cambio, uno que lo llevó a sus orígenes, que hizo renacer y fundamentar aquellas promesas que hiciera a sí mismo en su juventud y que con la devastadora trivialidad de la vida había ido perdiendo en cada recoveco de una existencia vacía, ahora, el haberlas visto nuevamente de frente, como quien se mira al espejo, caminaría en pro de aquello que lo hiciera vivir con plenitud.
     
    #1

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