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Dedo meñique

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por ivoralgor, 15 de Mayo de 2015. Respuestas: 4 | Visitas: 874

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    No sentí dolor alguno cuando me cortaron el dedo meñique del pie derecho. Me acostumbre a la fetidez que despedía el dedo y a su color amoratado. No sé si es normal, papá, decía Pilar cuando lo limpiaba, pero cada día está más negro y huele mal. Encogía los hombros para fingir un desinterés. Ya no podía usar zaparos cerrados. El doctor hizo varios movimientos. La enfermera, de cuando en cuando, le secaba el sudor de la frente. Al terminar me dio una palmadita en el hombro. Dejó a la enfermera para que me vendara el pie. De pronto sentí un dolor, no en el pie, en el pecho; un dolor que me oprimía, que me sofocaba. El llanto otra vez. Carajo. Respiré hondo y apreté los dientes. Se siente bien, Don Carlos, preguntó la enfermera con lástima. No es nada, respondí con voz trémula, casi sin aliento. Ya casi termino, sonrió, para que pueda ir a descansar.

    Cerré los ojos. Cuándo me volví un estorbo, me repudiaba para mis adentros. Le di todo a mis hijos: dinero, libertad, apoyo incondicional. Ximena, mi difunta esposa, aboga siempre por ellos. Pilar, la más grande, era la que menos tenía y la que más se preocupaba por mí. Su esposo apenas ganaba lo necesario para poder mantener su casa. Era auxiliar contable en una maquiladora textil. Ella hacía postres caseros para venderle a los vecinos y poder tener un poco de dinero extra. Aurelio, el segundo, casi no me visitaba y cuando lo hacía era para pedirme dinero o algo que pudiera vender para tenerlo. Estoy jodido, viejo, recitaba como loro amaestrado, necesito alguno de dinero. Para esos días, no me importaba, le daba lo que me pedía; era mi obligación como padre, o eso creía. Bárbara, la última, tenía una vida llena de apariencias. Ximena, con dolor, me contaba que cada determinado tiempo cambiaba de amante. Julián, su esposo, no la dejaba por sus hijos. Sé que vivían un infierno dentro de su casa porque mis nietos corrían al regazo de su abuela a contarle de los pleitos y los gritos, y hasta golpes que ambos se propinaban. Ximena sólo los apretujaba contra su pecho y lloraba. Qué lloras abuelita, le preguntaban. Lloro de felicidad porque los amo mucho, mis niños, respondía con una media sonrisa y un dolor enorme. Ante la escena, sólo miraba al suelo, derrotado.

    Dónde se acabó todo mi dinero, me preguntaba a menudo. Tuve que vender la casa, con piscina, de la Alemán e irme a vivir a una pequeña casa de interés social al sur de la ciudad. Las camionetas y los carros poco a poco los fue vendiendo Julián. Como contratista empecé a perder clientela porque los albañiles que trabajaban para mí me comían el mandado. Hijos de puta. De la noche a la mañana me quedé en la ruina. Mis “amigos” ya no me visitaban, ni para tomar los tragos. A duras penas pagué el sepelio de Ximena. No aguantó una embolia, le sobrevino un paro cardíaco. Beto, el único hermano que tenía, me ayudó con los gastos. Se lo agradecí con lágrimas en los ojos. Es para mi viejita, Beto, sollozaba. Sé que fui un culero con él, ya que cuando iba a la casa a pedirme dinero se lo negaba o se la hacía cansada. Lo abracé con tanta necesidad que lloró junto conmigo. Lo hago por mi cuñada y no por ti, me reclamó al cabo. En el sepelio fue la última vez que vi a mis tres hijos juntos.

    A los seis meses de la muerte de Ximena me diagnosticaron diabetes. Te debes cuidar mucho, papá, me recomendaba Pilar, ya deja de emborracharte. La diabetes me la pela, le respondía. Cuando ella se iba me quedaba en una soledad abrumadora. Me sentaba en el sillón a llorar. Una mañana me levanté y sentí un dolor en el dedo meñique del pie derecho. No supe en qué momento me lastimé. La sangre estaba seca alrededor del dedo. Le puse un poco de “marranilla” y listo. Lentamente dejó de dolerme y empezó a quedar morado. ¡Pero mira cómo está tu dedo, Papá!, recriminaba Pilar. Deja que te lo cure. A regañadientes accedía. Tengo que llevarte al doctor para que te lo revisen. Don Carlos, sentenció el doctor, si no se cuida el dedo lo tendremos que amputar. Recuerde que usted es diabético y debe cuidarse. Ya se lo dije doctor, acusaba Pilar, pero es terco, no se cuida.

    Por tanto esfuerzo, que hice durante mi juventud, se me desgastaron los cartílagos de las rodillas. Me dolía ponerme de pie y no aguantaba caminar mucho. Así estuve unos años hasta que ya me fue imposible caminar. Pilar me consiguió, gracias a “Mano amiga”, una silla de ruedas de medio uso. El estar sin movimiento agravó mi estado de salud y de ánimo. Lo amoratado empezó a cubrirme el pie, el tobillo y la pantorrilla.

    Es denigrante ya no valerme por mi mismo. El apetito se me fue. El doctor habla, con cara seria. Pilar se aguanta las ganas de llorar. Veo por la ventana y hay un sol radiante. La flor de mayo está cundida. De reojo veo que el doctor señala, en una radiografía, lo que parece mi pierna derecha. Lo sé porque el pie no tiene el dedo meñique. De pronto, unas gotas de lluvia se estrellan contra la ventana. El sol sigue radiante. Debemos amputar la pierna, oigo decir al doctor. Quiero un trago de aguardiente. Dónde se acabó mi dinero, me vuelvo a preguntar. Siento un dolor, no en la pierna, en el pecho; un dolor que me oprime, que me sofoca. El llanto otra vez. Puta madre. Cierro los ojos… para no despertar.

     
    #1
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  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Relatas una realidad que viven las personas aquejadas de ese flagelo de nuestra época actual. Queda al descubierto que los hijos son el reflejo de nuestros actos. Hay una cosecha de una siembra no apropiada. Prosa con una narrativa que hace al lector partícipe de las vivencias. Un placer dejar mi firma. Saludos.
     
    #2
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  3. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    La realidad duele y olvidamos que somos animales y pretendemos ser racionales.

    Agradezco tu firma a mis letras.

    Saludos.
     
    #3
  4. Jorge Lemoine y Bosshardt

    Jorge Lemoine y Bosshardt MAESTRO

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    El espíritu y la letra divina de la preciosura sublime.
    La fantástica inspiración espléndida.
     
    #4
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  5. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Agradezco que dejes tu huella en mis letras.

    Saludos.
     
    #5

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